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Claudio Utrera, junto al cartel anunciador de esta edición. Cober Servicios audiovisuales
«El festival se sobrepuso al menosprecio y cierto sesgo racista de algunos sectores»

«El festival se sobrepuso al menosprecio y cierto sesgo racista de algunos sectores»

Este sábado, a las 17.45 horas, en los Cinesa de El Muelle, se rinde homenaje al fundador y director durante 14 años del certamen de la capital grancanaria. Claudio Utrera Crítico y exdirector del festival de la capital grancanaria

VICTORIANO S. ÁLAMO

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 9 de abril 2021, 01:00

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Claudio Utrera reconoce que levantar el festival que hoy es fue complicado y asume que las primeras ediciones fueron contradictorias, en el sentido de apostar por una convivencia difícil pero «necesaria» entre el cine independiente y las megaestrellas y la alfombra roja en las galas.

-¿Este premio honorífico del festival le ha llevado a mirar al pasado?

-Sí. Es un reconocimiento a una larguísima trayectoria, tanto como crítico de cine como director del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. Ha sido una labor complementaria. En la medida en la que escribía y seleccionaba películas para el festival hacía lo mismo, intentar dar a conocer un cine muy especial, de arte y ensayo se puede decir, que tiene cabida en el ámbito de un festival. Es una satisfacción, ya que, como dije en Lanzarote, donde me dieron el premio extraordinario de la 10ª edición Muestra de Cine, me siento orgulloso porque es un reconocimiento que me hace un festival que habla el mismo lenguaje que yo. Un festival que entiende que el cine tiene que ser difundido de esa manera y que yo desde la perspectiva de la crítica también hacía. Creo que esa doble vía me ha complementado como hombre e intelectual.

-Esa mirada al pasado que le dije antes, ¿no le lleva a pensar en aquellos maravillosos locos que hace algo más de veinte años pusieron en marcha el festival internacional de la capital grancanaria?

-Fue una especie de locura pandémica que se produjo en el seno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, tanto en el sector político como en el cultural, que hizo que un buen día me reclamaran, porque yo trabajaba como director de la Filmoteca Canaria, para que presentara un proyecto de festival internacional de cine. Fue gracias a Pepa Luzardo que era por aquel entonces la concejala de Cultura. Empecé a redactar el proyecto y se puso en marcha. Es cierto que los primeros años fueron un poco renqueantes. Hubo una falta de definición que yo asumo completamente.

-Entiendo que alude a la convivencia entre ese cine independiente y nada comercial y el glamour y la alfombra roja.

-Claro. De no haberse complementado una cosa y otra, no hubiese habido festival. Se tiene una noción de festival de cine que es la más superficial, que consiste en las megaestrellas y la alfombra roja. El lado más fatuo de un certamen internacional de cine. Pero por otro lado estaba mi vertiente de compromiso con ese otro tipo de cine. Se optó por poner la semilla del festival internacional, del espectáculo y las megaestrellas combinado con la línea de programación independiente. En los tres o cuatro primeros años vivimos con ese clima titubeante, de una forma voluntaria. Era un festival muy desconocido fuera porque acababa de nacer, aunque yo era conocido en el gremio. Hubo una conjunción de confianza conmigo y con el festival que permitió que el proyecto se convirtiera en lo que es hoy, un festival con un rigor y una gran capacidad para mostrar un cine emergente que cambia de paradigma con el mismo paso del tiempo. En resumidas cuentas, un cine comprometido con la realidad social, política y del propio espectáculo cinematográfico que cambia cada vez a una mayor velocidad. Por eso a veces nos pilla despistados y nos sentimos retrasados al descubrir piezas del novísimo cine.

-Si se compara las películas de la Sección Oficial de un año con las de un lustro anterior, se palpa ese cambio.

-Así es. La culpa no es del festival ni de nadie. Se debe a la propia dinámica del arte cinematográfico que tiene sus vaivenes y que da vuelcos bruscos en el guion de su historia. Nosotros tenemos que auparnos sobre ese toro y seguir intentando domarlo. Esa es la idea que ha perdurado durante estos 22 años de historia. 20 ediciones celebradas, un año que no hubo porque lo canceló el alcalde Juan José Cardona de forma unilateral, sin contar conmigo siquiera, y la del año pasado por la pandemia, que fue irremediable.

-Levantar el festival fue complicado, imagino. ¿Más a nivel local que internacional?

-A escala local fue complicado. Todos sabemos cómo se maneja la cultura aquí y quiénes la manejan. Que de repente llegase una bocanada de aire fresco, con un festival internacional que buscaba mostrar el cine contemporáneo, su carne y su espíritu, despistó al personal y a las fuerzas vivas de entonces.

-A los 'lobbies' culturales...

-Sí. Empezaban a verlo con reticencias y prejuicios. A lo que había que añadir mi personalidad. Eso generó una situación muy difícil de superar. Ante eso nos crecimos, lo digo en plural porque sin un equipo esto no habría salido adelante. Fue importantísimo y lo elegí yo. En el exterior, las distribuidoras me conocían, pero había que convencerlas para que apoyaran el festival.

-Somos lo que somos...

-Así es. Tuve que utilizar toda mi persuasión personal para convencer a algunas compañías de distribución independientes para que colaborasen con nosotros. También con las no independientes y así armamos lo más parecido a un festival internacional de cine, con todas sus contradicciones iniciales, repito. Después, con el paso del tiempo, se empezó a mirar hacia los mercados asiáticos, latinoamericanos y europeos fuera de los convencionales como son el francés, el inglés y el alemán. Poco a poco vimos que había un camino para ese otro cine y había que mostrarlo.

-¿Considera que la concepción tradicional de la que habla, con las megaestrellas hollywoodienses, ayudó a abrir el camino, porque volcarse desde un principio con ese otro cine hubiese provocado rechazo popular?

-Claro que sí. La reacción, si no popular sí de ciertos sectores y 'lobbies', era de cierto desprecio hacia películas tailandesas, iraníes o chinas. Había menosprecio y un cierto sesgo racista, evidentemente. Fue esa apuesta por ese cine, con sus nuevas miradas, lo que ha hecho grande a este festival.

-A eso se suma la capacidad del festival para anticiparse, para apostar por figuras emergentes en su momento que acabaron triunfando poco después. Están, por ejemplo, los casos de Jia Zhangke y Asghar Farhadi, premios honoríficos de la 10ª y la 20ª edición, respectivamente.

-Sin duda. Se daba la paradoja de que un festival pequeño y joven presentara novedades importantísimas que se convirtieron después en símbolos en festivales como Cannes, Venecia, Berlín o Karlovy Vary.

-¿Durante los años que dirigió el festival sufrió injerencias políticas o de los integrantes de los 'lobbies' culturales a los que antes aludía?

-Curiosamente, la clase política no se metió nunca en la selección de películas. Me dieron manga ancha. De la propia sociedad, sí, de sectores con ideas tópicas y primitivas del cine, que solo entienden de los grandes espectáculos y las alfombras rojas. Cuando eso forma parte ya de la historia pasada, pasadísima, del cine. Hasta Cannes, el festival de los festivales, ya lo abarca todo y no se deslinda de los aspectos menos comerciales del cine, aunque mantiene sus compromiso con las grandes productoras. De ahí sus secciones paralelas, con ese otro cine, que solapa muchas veces por su calidad a su Sección Oficial.

-Ese tipo de cine independiente y de vanguardia, cuando el festival arrancó y durante buena parte de sus comienzos, fuera de ese marco no se podía ver. Internet lo ha cambiado todo.

-Antes, fuera de los festivales de este tipo, ese cine no existía para el público. La cosa ha cambiado mucho. La tentación de ver el último cine la tienes en la mano, otra cosa es la ética a la hora de bajarte una película con ciertos objetivos.

-¿Considera que el festival ha ayudado a generar una masa crítica e intelectual entre el público?

-Claro que sí. Hubo un maridaje entre el público y también con el cine canario, que antaño era lo que era y todos sabemos por qué. Desde el momento en el que decidí que el espacio dedicado al cine canario se iba a medir con los mismos parámetros que las otras secciones del festival, la cosa cambió radicalmente. Desde hace ocho o diez años es una de las secciones más esperadas del festival. Muchos de esos grandes cineastas canarios actuales se ven identificados con el festival de Las Palmas de Gran Canaria. Sus miradas se forjaron al descubrir, a través de muchas de las películas que trajimos, que se podía hacer otro tipo de cine. Una mirada diferente a la realidad a través de la cámara. Es el logro del que más orgulloso me siento.

-¿Qué cuenta pendiente le quedó de su paso como director?

-Me acuerdo aquí que Diego Galán, que decía que su gran cuenta pendiente como director del festival de San Sebastián fue no haber llevado a Jack Lemmon como estrella invitada. En mi caso, hubiera soñado con haber tenido a Anthony Hopkins. Creo que es un actor monumental. Es capaz, con un juego de mirada y con un par de gestos, de transmitir los sentimientos más antagónicos. En cuanto a la dirección, traer a Jean-Luc Godard.

«La naturaleza del cine implica verlo en una pantalla grande»

- El festival, durante su andadura, fue testigo del adiós al celuloide y de la llegada del digital. Ahora se vive un cambio en la exhibición y el consumo del cine. ¿Es optimista con respecto al futuro de las salas comerciales y el consumo en pantalla grande, más allá de la pandemia?

- En la medida en la que esto cambie, espero que más pronto que tarde, volverán a abrir las salas y se regresará a ver el cine en pantalla grande. Ahí es donde creo que debe verse, al margen de las comodidades que tiene verlo en casa. Esa es la naturaleza del cine, en pantallas de diez o doce metros.

- Igual hasta sale reforzado de la pandemia, porque la gente está deseosa de volver a vivir experiencias comunitarias.

- Ojalá y que sea cuanto antes.

- ¿Cómo valora que en Las Palmas de Gran Canaria, a día de hoy, solo estén abiertos los Yelmo? ¿Y el cierre de los Monopol, oasis para el cine independiente?

- Una desgracia el cierre de los Monopol, aunque sus salas estaban francamente deterioradas. Necesitaba restaurarse. Nunca lo olvidaré por lo que ha significado para el cine y la cultura en esta ciudad. Ahora, el festival es el que, con sus programas doble durante todos los fines de semanas del año, recoja ese testigo. Es una gran labor. Solo hay que mirar el gran nivel de lo que ha programado hasta ahora.

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