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Una prostituta protagoniza la comedia de capa y espada del Siglo de Oro 'Abre el ojo', lo que deja claro el atrevimiento de los montajes de Francisco de Rojas Zorrilla, apunta Eduardo Vasco, director de este montaje que se representa el próximo viernes y sábado, días 20 y 21 de enero, a partir de las 19.30 horas, en el Teatro Cuyás de la capital grancanaria.
«Nuestra compañía está en un momento en el que disfruta de un estilo muy asentado, siempre buscando caminos para abrir los géneros. En ese sentido, traemos un Rojas Zorrilla que es un poeta distinto, que no tiene la lírica de Calderón y Lope. Tiene un punto de vista más canallesco de la comedia. La protagonista de esta comedia es una prostituta que se entiende con varios clientes a la vez y tiene un amante. A su vez funciona como una mujer honesta y le pide celos a su amante, y viceversa. La catadura moral de los personajes de Rojas Zorrilla es prácticamente inexistente. Te lleva siempre a pensar que son comedias muy distintas a las habituales y nosotros hemos cogido un poco ese estilo o manera de comedia canalla tan suyo. Nos hemos metido en un territorio de comedia más extremo», explica Eduardo Vasco, un habitual con esta compañía de las programaciones del recinto de la calle Viera y Clavijo.
«Para nosotros, el Cuyás es más que una segunda casa. Damos mucha importancia a cómo funcionan ahí las obras», confiesa.
El que el verso de Rojas Zorrilla sea menos lírico que otros grandes de la época dorada de la dramaturgia española abre muchas posibilidades. «Lo hace más cercano al público del siglo XXI. Solemos tender a eso en todos nuestros montajes. No apostamos por espectáculos crípticos. Trabajando la comedia del Siglo de Oro no hay muchos más caminos. No puedes pretender que una obra del siglo XVII aborde cuestiones del #MeToo. Tangencialmente puedes colar algún mensaje o hacer algún paralelismo... pero la distancia te obliga a contar la historia al espectador de una manera sencilla y relacionado con el espíritu de la época. Hacer este tipo de comedias con pistolas y trajes de Armani en vez de con capas y espadas tiene muy poca gracia. Al ser un verso más asequible, invita a tratarlo con una mayor desfachatez. Incluso, puedes hacer que algunos personajes jueguen a hacer que hablan en verso», asegura.
Subraya además que se trata de «un género que no se prodiga mucho, es muy nuestro, muy español. No hay otros referentes en la literatura dramática. Es muy castizo».
Vasco defiende que Noviembre Teatro apuesta por «un estilo de comedia muy suelto, muy pegado al siglo XXI, aunque trabajamos con personajes del siglo XVII». «Estas comedias son unas autopistas de teatro, donde puedes meter cualquier cosa. No es complicado conectar con el espectador mediante este género. Abres una convención que puedes llevar a cualquier cosa», añade el director de un montaje que cuenta con nueve actores sobre el escenario.
Con 'Abre el ojo', Eduardo Vasco reconoce que ha cerrado el círculo con Francisco de Rojas Zorilla, ya que ha llevado a escena sus tres grandes comedias -primero fue 'Entre bobos anda el juego' y recientemente 'Amo y criado', en Bogotá (Colombia )-.
Reconoce que la compañía Noviembre Teatro atraviesa por un buen momento, a pesar de los estragos de la pandemia de la covid- 19. «La compañía ha sido una afortunada, porque comenzamos a trabajar muy pronto, con la pandemia encima. Nos cayó cuando apenas teníamos actividad y por eso no perdimos mucho trabajo. Pudimos planificar y hacer lo que queríamos en cuanto todo se volvió a abrir. Tenemos ya trabajos hasta casi 2025. Seguimos con muchas ganas e ilusión y valorando el teatro como algo más cercano a lo milagroso», asegura.
Cuando echa la mirada atrás, al arranque escénico tras el confinamiento, su valoración es clara. «Las primeras funciones tras el confinamiento fueron catárticas y creo que los héroes fueron los espectadores, aunque había medidas sanitarias y todos estaban enmascarillados. Fueron los que nos mostraron el camino. Nosotros hicimos lo de siempre, con más problemas y restricciones, evidentemente. Ensayar con mascarilla fue tremendo, pero cuando veíamos que el público acudía a las funciones, fue como un bálsamo. Nos mostró que la realidad seguía ahí. La gente necesitaba que acabase aquella distopía cuanto antes y por fin parece que ya ha sucedido».
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