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Francesc Zanetti
Las Palmas de Gran Canaria
Martes, 7 de noviembre 2023, 01:00
En la mañana de este martes, en el Teatro Víctor Jara de Vecindario, se proyecta en el marco de la iniciativa 'Educar en Canarias' que la 19º edición de la Muestra de Cortometrajes San Rafael en Corto (SREC) dedica al alumnado ... de Primaria, 'El loco del desierto', una cinta realizada por Julieta Cherep de apenas tres minutos de duración, que aborda la increíble historia de Tateh Lehbib, un joven saharuai que abandonó con 11 años los campamentos de refugiados de Tinduf y regresó formado como ingeniero con un sueño: convertir el desierto en un lugar habitable. Hoy, su proyecto es conocido internacionalmente. Según Acnur, sólo el 1% de los refugiados en todo el mundo logra acceder a la universidad.
Lehbib construyó en 2017 veinticinco casas con botellas de plástico y arena en la hamada argelina en Awserd, Boujdour, Dakhla, Smara y Laayoune, en el contexto de una iniciativa financiada por Acnur. «En 2015 sufrimos en los campamentos unas inundaciones que destruyeron más del 8º por ciento de las viviendas, entre ellas, la casa de mi abuela», explica el joven que en ese momento cursaba un máster de eficiencia energética en la Universidad de las Palmas de Gran Canaria. Fue entonces cuando, junto a sus profesores, inició su trabajo de Fin de Máster en el que se planteaban varias propuestas para mejorar la eficiencia y el ahorro energético de los edificios de los refugiados saharauis.
«Regresé a los campamentos y empecé a poner en práctica la investigación de mi trabajo, mejorando la infraestructura y buscando alternativas con los materiales disponibles al alcance y con diseños simples y de bajo coste que resistiesen las duras condiciones climatológicas del desierto. Así, comencé con el intento de construir la bóveda nubiana que lleva ese nombre por ser una construcción típica de las poblaciones Nubias», explica.
Que el cortometraje sobre su aventura se proyecte en SREC supone para él «una gran oportunidad para dar a conocer el trabajo que estamos llevando a cabo en los campamentos, en uno de los desiertos más inhóspitos del mundo (temperaturas de 50 grados en verano y temperaturas bajo cero en invierno), lo que puede aumentar el reconocimiento de la situación y las circunstancias que vive el pueblo saharaui». Además, «difundir el mensaje de conciencia sobre las cuestiones sociales y medioambientales que aborda entre los más jóvenes nunca está de más», añade.
«De hecho, es un documental muy inspirador. Muestra una historia real de una persona nacida en un campo de refugiados en una situación difícil que, a pesar de estas circunstancias, termina sus estudios y regresa a su hogar donde nació y creció para contribuir a mejorar la situación de su pueblo», sostiene Tateh Lehbib que imparte charlas en universidades de Europa y Sudamérica sobre su proyecto y su laboratorio y centro de divulgación e interpretación de la vida en el desierto llamado Sand Ship.
En su viejo Land Rover recorre el desierto para observar la naturaleza y realizar experimentos con intención de replicarlos en los campos. «El desierto y los animales me inspiran. Miro a los ojos de los camellos, diseñados para que no les entre arena en una tormenta y puedan avanzar de frente o la manera en la que viven las hormigas», afirma.
La puesta en marcha de su proyecto no fue fácil. «Nadie creía que con botellas de plástico llenas de arena se pudieran construir viviendas. No concebían la idea. Cuando recogía las botellas vacías en las calles y los vertederos algunos no dudaron en llamarme 'el loco de las botellas', pero una vez levantada la construcción y tomando forma, todo cambió. No fueron pocos los que aplaudieron el proyecto y muchos se ofrecieron a ayudarme a recoger botellas y llenarlas de arena, algunos incluso me ayudaron a construir la vivienda de mi abuela», recuerda.
«Mi objetivo siempre ha sido aliviar el sufrimiento de mi pueblo, mejorar sus condiciones de vidas y permitirles vivir con dignidad en los campos de refugiados saharauis. Nunca olvidaré los momentos difíciles en los que sufrimos las tormentas de arena. Recuerdo aún los gritos de las madres llamando a sus hijos a cobijarse por temor a que las chapas metálicas que cubren sus casas de adobe las arranque el viento y les hagan daño. En el tiempo de lluvias muy poco frecuentes, las viviendas de adobe se vuelven inhabitables, el riesgo de derrumbarse sobre nosotros es alto, puesto que la tierra de las que se componen es muy salina y eso hace que el adobe sea muy frágil. La situación difícil en la que vive mi pueblo desde hace más de 47 años en condición de refugiado, me ha conmovido desde niño. Siempre me ha embargado la idea de cómo mejorar nuestras condiciones de vida en los campamentos», agrega.
Iker Rementeria y Javier Hernando 'Látigo', director de fotografía y sonidista de 'El loco del desierto', respectivamente, formaron junto con la directora, Julieta Cherep, el equipo de rodaje de este documental. Pasaron una semana en el desierto soportando altas temperaturas e incluso una tormenta de arena que estuvo a punto de dañar los equipos. Todo esto quedó compensado con los días de convivencia con los refugiados saharauis.
«El pueblo saharaui es culto, bondadoso, paciente y organizado», afirma Rementeria.
El sonidista recordará siempre el té que compartieron el último día con Tateh, su hermana y sus padres en su jaima. «Al final, te hacen sentir parte de su familia y cuando vuelves a casa, sientes que se ha quedado allí un pedacito te ti», asegura.
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