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Luis Tosar (Lugo, 1971) reconoce que la experiencia es un grado. Los años de bagaje ayudan a afrontar con mayor seguridad los papeles cinematográficos y televisivos que acepta, pero la incertidumbre y los nervios nunca desaparecen. Son parte de un oficio que es bastante más exigente de lo que se piensa desde fuera y donde el riesgo siempre está presente. «La inseguridad la llevo casi igual de mal que al principio de mi carrera, porque es parte del proceso. Con el tiempo, conoces a gente y se genera cierta complicidad y elaboras los distintos proyectos desde ese lugar. Te encuentras con gente con la que te entiendes, que tienen unas ambiciones parecidas. Cuando es al contrario, el trabajo se hace más difícil», reconoce el actor que interviene el sábado, 20 de abril, en la charla sobre el Oficio cinematográfico que se desarrollará a partir de las 11.30 horas, en la sala Jerónimo Saavedra del Auditorio Alfredo Kraus, con entrada gratuita que hay que canjear en la web del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, que acoge este acto de 18 chulos y Salán Producciones dentro de la programación de esta 23ª edición.
Luis Tosar reconoce que «la sensación de incertidumbre del primer día ante la cámara nunca cambia». «Me produce los mismos nervios que al principio. La noche anterior apenas duermo. Me pone muy nervioso. Es una señal de que el oficio está vivo y me impone. La experiencia suma mucho todo el rato. Te haces más inteligente y efectivo a la hora de actuar. Con el tiempo sabes lo que no te funciona. Lo que no te lleva a ningún lado, los recursos que te valen y los que no. Si eres listo, sabes verte y vas mejorando», apunta el ganador de tres premios Goya por 'Los lunes al sol' (2002), 'Te doy mis ojos' (2003) y 'Celda 211' (2009).
Esa incertidumbre se ajusta y muta con el tiempo. «A partir de cierta edad tienes otros miedos. Te preguntas hasta cuándo durará la buena racha. Por suerte, siempre he podido trabajar de forma regular. Pero siempre hay momentos en los que de repente no te aparece nada. Siempre hay meses de sequía en los que no te llaman ni te llegan nuevos proyectos y te vuelves a acojonar. Es algo que nunca se acaba, porque la comodidad para un actor no existe», subraya este referente del cine nacional desde hace años que compartirá charla con Greta Fernández, Leonardo Sbaraglia y María León, con el periodista de TVE y escritor, Carlos del Amor como moderador.
Tosar asume que en la calle impera una imagen distorsionada o al menos parcial de su oficio. Reconoce que el propio sector audiovisual tiene buena parte de culpa. «En este trabajo hay muchas más cosas que el glamour de los estrenos y las alfombras rojas. Por suerte [risas del actor]. Es un complemento y es cierto que es el más visible. Hay que reconocer que en los últimos diez o quince años se ha agudizado mucho más. Hubo un momento que nos llegó una consigna, no oficial ni obligatoria, porque a los Goya íbamos demasiado de andar por casa. Se quiso cambiar para que nos acercáramos más al formato norteamericano. Que fuera más 'show', un escaparate para darle mayor volumen a los premios. Todo como parte de un intento por glorificarlos», explica el intérprete.
«Le hemos dado tanta importancia a los eventos que a veces nos pasan por encima. En los estrenos, a veces hay tanto 'show' que al final la película parece que carece de valor. Hay películas que lo absorben sin problemas, pero hay otras que no. Para algunas supone un acompañamiento, un apoyo, pero a otras las acaban sepultando. En el cine intimista, todo ese boato no le va bien. Nos hemos homogeneizado todos. Las redes sociales han hecho mucho en ese sentido. Suponen una ayuda para los más pequeños para llegar a donde de otra forma no podrían hacerlo. Pero tienen otro lado y es que banalizan el producto. Por eso creo que cada película necesita su propio tipo de comunicación. Hay que ser cuidadoso. No se pueden banalizar todos los contenidos con vídeos en Tik Tok. La maquinaria a veces te come y creo que todos debemos frenar un poco. Es parte del proceso de adaptación a las nuevas formas de comunicación y a la tecnología. Nadie sabía sus consecuencias, pero ahora que se le empiezan a coger el truco, hay que saber qué es bueno y qué no. Así se evita la banalización de la profesión», defiende sin ambages.
Luis Tosar se ha hecho un hueco en el imaginario audiovisual contemporáneo gracias a personajes en los que suele imperar el lado oscuro y malvado. «Es parte de la especie humana. Hay determinadas cosas que hacemos que no sé si son buenas, porque pueden parecer héroes tipos auténticamente despreciables. Pero eso es parte de la dicotomía del ser humano, esa atracción por el lado oscuro es permanente y nos lleva a fantasear», dice.
Reconoce que lograr que los espectadores transiten por situaciones o lugares desconocidos del alma humana es un reto muy atractivo. «Es difícil de hacer, pero invitamos a visitar psicológicamente a algunos personajes y después sales transformado. No sé si la interpretación será la mejor o la peor del mundo, pero hay algunas que cambian parámetros en la mente de la gente y producen un efecto transformador. Abren los ojos a situaciones cotidianas que tienen detrás una fuerte carga social y que pasan muchas veces desapercibidas, porque en la sociedad se miran más las cifras que las personas», denuncia.
El maltratador Antonio, su personaje en 'Te doy mis ojos' es un ejemplo. «No fue sencillo de hacer. Por momentos, fue bastante desagradable y tuve la suerte de hacerlo con Icíar Bollaín y Laia Marull. Implicó bucear en lugares que no apetecen y ser fiel a los testimonios de personas reales para que fuera reconocible. Con el tiempo, gracias a la película mucha gente se dio cuenta de aquel código. Movió un engranaje que no controlaban en el cerebro. Ese es nuestro gran aporte, que la gente pueda descifrar cosas que desconoce y que vive de forma cotidiana. Pocas veces se les pone cara y corazón como hacemos los intérpretes. Si algo puedo extraer de 30 años de profesión y que me ayude a morir tranquilo es que he dejado algo bueno, además del puro entretenimiento. Lograr un mínimo de transformación es el mayor regalo. Muchas personas me han dicho que a raíz de esa película se dieron cuenta de que también sufrían maltrato», asegura Tosar.
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