Crítica de 'Through the Graves the Wind is Blowing'
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Crítica de 'Through the Graves the Wind is Blowing'
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Ante ciertas barbaries hay que tomar distancia para no caer en el pozo. El humor negro suele ser un arma idónea, siempre que sea utilizado con inteligencia y sensibilidad. Algo nada sencillo, sobre todo en estos tiempos donde impera lo políticamente correcto. El cineasta Travis Wilkerson tira del humor para arrancar su viaje por la ciudad croata de Split para intentar desentrañar algunas claves de la desintegración de Yugoslavia. Tira con unas supuestas entrevistas a un detective local que, en vano, intenta resolver una serie de asesinatos a turistas. Y es que el odio a los foráneos, que van a emborracharse y vandalizar las calles al estilo Magaluf, parece haberse extendido entre la población. Es tan grotesco lo que confiesa y el disparate administrativo que desvela que genera risas. Risas que se van helando a medida que este híbrido entre documental y ficción comienza a profundizar en la historia Croata desde mediados del pasado siglo XX. Sobre todo a raíz del ascenso fascista. Tanto con los italianos y con los nazis alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, como con la terrible Utascha. Visita, por ejemplo, el campo de concentración Jasenovac, donde los fascistas croatas, los utascha, cometieron un genocidio que hoy día es muy desconocido fuera de los Balcanes y que cuenta en el país con una legión de negacionistas.
Sin duda, todo este relato sirve para entender la guerra de los años 90 que desintegró Yugoslavia tras la muerte de Tito. Pero el principal valor de esta peculiar propuesta, donde la ficción ayuda a dar forma a la realidad actual e histórica, es que pone de relieve la vigencia de esa mentalidad fascista en el país.
Para ello, Travis Wilkerson fija su mirada en dos símbolos. La U con una cruz encima, propia de la Utascha, que, junto con esvásticas nazis, proliferan por toda la ciudad en pintadas y grafittis. Sin que pase nada. Y por otro con el fútbol, el Hadjud Split, cuyos radicales, auténticas bestias cavernícolas, simbolizan todo ese nacionalismo malentendido que tantas tragedias ha generado a lo largo de la historia y que, según muchos, estuvieron en el origen de la chispa que disparó la guerra de los Balcanes.
El título del largometraje, parte de la letra de la canción 'The Partisan' de Leonard Cohen, es un símbolo de esperanza en referencia a esos partisanos que se dejaron la vida para frenar ese fascismo que aún hoy aflora en el país.
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