
Crítica de la Sección Oficial/ 'La quinta'
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Crítica de la Sección Oficial/ 'La quinta'
Se entierra y no pasa nadaa familia da para mucho. Es un microcosmos que no se elige –en la mayoría de los casos–, donde lo mejor y lo peor del ser humano tienen cabida y lo que allí sucede, desde el principio, marca de por vida a sus integrantes. Además, sirve como espejo social, refleja en muchos casos la sociedad que le rodea. La cineasta argentina Silvina Schnicer tira de memoria, de sus recuerdos de niña en el seno familiar, para vertebrar 'La quinta', largometraje con el que compite en la Sección Oficial del 24ª Festival Internacional de Cine, que este sábado da a conocer su palmarés.
Su familia veraneaba en una quinta, una casa de campo, y ahí es donde desarrolla por completo esta ficción que, como ella misma ha confesado en la rueda de prensa posterior al pase matutino, «coquetea con el género del suspense». Parte de la llegada de una familia con tres hijos a esta quinta. Sus padres descubren que han estado viviendo unos desconocidos en su interior en su ausencia y sin que el vigilante de la urbanización se haya percatado.
Desde el principio se percibe una atmósfera compleja. El tratamiento sonoro, la fotografía y la ausencia de una comunicación fluida padre e hijos muestra que algo no cuadra, algo se esconde o algo está a punto de suceder. El hijo mayor, Tomás, un niño aún, se ve que tiene cierta tendencia... digamos que psicópata. El segundo es sensible, sigue a su hermano y sufre porque es consciente de que Tomás la ha liado ya antes y lo va a volver a hacer. La niña pequeña, que Silvina Schnicer reconoce que tiene mucho suyo, mira desde sus inmensos ojos y la inocencia propia de su edad lo que hacen sus hermanos, rodeados de una naturaleza agreste.
En una casa vecina, que está abandonada por sus propietarios, sucede algo que no vamos a desvelar. Pone de manifiesto que a veces el peligro no viene siempre de fuera y que tanto empeño en tener seguridad privada no es más que una pérdida de tiempo. También aflora una reflexión sobre la muerte, cómo se afronta cuando se es niño y cómo se hace ya de adulto. Y cómo algo tan peliagudo se puede enterrar, sepultar y aquí no ha pasado nada. Sucede en esta familia y en su entorno y la cineasta confiesa que también tiene una interpretación política, involuntaria pero evidente, como le han hecho saber en los países en los que se ha exhibido esta película de género realmente interesante.
Cuestionada sobre la situación del cine y de la cultura en su país tras la llegada a la presidencia de Javier Milei, Silvina Schnicer aboga por luchar contra «el maltrato» que reciben y lanza un mensaje de optimismo porque «vamos a salir adelante».
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