23 Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria
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23 Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria
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Ana Lily Amirpour reconoce que «la ubicación» de las historias que cuenta y conseguir que los espectadores no transiten con indiferencia por las escenas más violentas de sus ficciones son dos de las claves de su cine.
La joven cineasta de origen iraní, de nacionalidad británica y criada en Estados Unidos, protagoniza un ciclo retrospectivo dentro de la 23ª edición del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. Se podrá ver en el mismo toda su producción cinematográfica, así como tres películas ajenas, seleccionadas por ella misma, que considera que han sido una gran influencia en su forma de ver el cine. Se trata de 'Corazón salvaje' (Wild at Heart, 1990), de David Lynch; 'El Topo' (The Mole, 1970), de Alejandro Jodorowsky; y 'La muerte os sienta tan bien' (Death Becomes Her), de Robert Zemeckis.
«De David Lynch me gusta todo y 'Corazón salvaje' es mi preferida, porque es romántica y ardiente. Ves cómo el mundo va ardiendo alrededor de sus protagonistas, dos personas que están enamoradas. Me robó el corazón cuando la vi y es la primera película en la que pensé para que se viera aquí. Me gusta Jodorowsky por su mente salvaje y porque su mundo abre puertas a asearte, porque le abre las puertas a las personas para que sean raras y se muestren así. 'El Topo' es una búsqueda violenta y suave», explica la cineasta.
En los tres largometrajes que ha estrenado hasta la fecha, 'Una chica vuelve sola a casa de noche' (2014), 'Amor carnal' (2016) y 'Mona Lisa y la luna de sangre' (2021), Amirpour no solo dirige sino que también firma en solitario los guiones. Una dupla que se erige como capital por la propia concepción que tiene de cada proyecto, como desveló en la mañana de este sábado en el marco del festival grancanario.
«Viene todo junto. Lo más importante para mí es la ubicación. Tengo que crear un mundo, diseñar un espacio. Para mí es la mejor parte de todo el proceso. En mi primera película, se trataba de una ciudad perdida que no tenía recursos, la escribí en California. Cuando escribía el guion, el lugar me hablaba y me inspiraba para seguir escribiendo. En 'Amor carnal', el lugar es un desierto, un lugar raro con gente extraña. 'Mona Lisa y la luna de sangre' transcurre en Nueva Orleans y pasé mucho tiempo allí antes de rodar», explica la cineasta.
Sus películas son de género, transitan por el fantástico, el terror y el thriller. Y la violencia es una pieza esencial en muchas de sus escenas. Asume que hay muchas formas de rodarla, incluso con el fuera de campo para disparar la imaginación del espectador porque no ve lo que está sucediendo y se lo tiene que imaginar. Eso sí, tiene claro que uno de su objetivos siempre es que no pase con indiferencia por estas escenas. «En las películas y en la televisión muere mucha gente de forma violenta. Si cada uno piensa sobre lo que ha visto la última semana, seguramente ha visto muchos muertos, tiros y violencia. Pero llega un punto en el que no sientes nada, no te afecta. Lo que yo busco es que los que vean mis películas no puedan escapar de esos momentos de violencia. Es parte de la historia que cuento. Mezclar violencia con dulzura hace que sientas más la película. Y quiero que cuando la gente vea las cosas que le cuento, las sienta de verdad», subraya quien, según el crítico y programador del festival, Jesús Palacios, es «una de las directoras más importantes del cine de género por su capacidad innovadora y fresca», así como una de las voces «fundamentales del cine del siglo XXI».
Cuando se le cuestiona sobre el cine que se hace en su país de origen, se muestra clara. «Soy iraní pero mis padres huyeron del país. Nací en Reino Unido y me he criado en Estados Unidos, por lo que soy una especie de mezcla humana. El cine en Irán es una expresión de lo que vive la gente. Lo aprecio porque, a pesar de la presión del Gobierno que no les permite decir todo lo que les gustaría contar, los cineastas hacen todo lo que pueden. Yo no estoy limitada por ningún gobierno. En mi primera película se puede vislumbrar cuánto de iraní soy [alude a 'Una chica vuelve sola a casa de noche' ]. El cine iraní es una victoria de la comunicación a pesar de la presión del gobierno y es un privilegio no tener esa presión», subraya.
La directora, que mantendrá encuentros con el público en unas proyecciones que incluyen sus cortometrajes, se muestra encantada en la isla, que define como «un lugar mágico». Aterrizó este mismo sábado, ya que venía de rodar la noche anterior un episodio para la nueva temporada de la serie 'The Night Agent' (El agente nocturno), para Netflix, una ficción «de espionaje de la CIA, al estilo de Jason Bourne», explica.
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