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Detalle de la intervención de la obra 'Sagrada Familia', de José de Maea, de finales del siglo XVIII. c7
El viaje del arte: del almacén al museo

El viaje del arte: del almacén al museo

El personal de Restauración y Conservación de la Casa de Colón ha trabajado contra reloj durante meses para poner en marcha la exposición 'Isla de Arte'

Gabriela Vicent

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 2 de abril 2023, 02:00

El verdadero legado del arte es el que construye identidad a través de su patrimonio artístico. No es un viaje sencillo. Ensamblar el relato artístico de una sociedad es un proceso que conlleva años de trabajo y la participación de numerosas instituciones y especialistas que deben unir fuerzas para rescatar las obras artísticas ocultas en colecciones privadas o depósitos. El objetivo final: hacerlas brillar de nuevo, sanando las cicatrices causadas por las heridas del tiempo, para que se conviertan, al fin, en patrimonio de un pueblo. Es el largo viaje del arte.

La actual colección de arte del Cabildo de Gran Canaria es fruto de una política de adquisiciones, donaciones y depósitos que tiene sus inicios a mediados del siglo pasado. Engloba un rico patrimonio de más de 20.000 piezas, integrado por pinturas, esculturas, dibujos, grabados, piezas arqueológicas, fotografías, artes decorativas, vídeos, instalaciones y diversos soportes propios de una concepción contemporánea y actual de las Bellas Artes.

Este legado se atesora en los diferentes equipamientos museísticos y culturales del Cabildo de Gran Canaria, gestionados por el Servicio de Museos de la Consejería de Cultura a la cabeza. El futuro MUBEA, Museo de Bellas Artes de Gran Canaria, que se acondiciona en el que fuera antiguo Hospital de San Martín, en Vegueta, será la última pieza de un puzle que comenzó a gestarse hace décadas, con el objetivo de poder mostrar a la ciudadanía la rica producción cultural de las islas.

La muestra 'Isla de Arte. Una colección para el Museo de Bellas Artes de Gran Canaria', que se inauguró recientemente y se podrá disfrutar hasta el 18 de junio, pretende 'iluminar' el sendero de la historia del arte en Canarias, a través de una selección de 250 expresiones artísticas, algunas de las cuales son joyas ocultas y desconocidas para el gran público. La selección incluye piezas adquiridas en los sucesivos procesos institucionales de adquisición y donación de arte impulsados por el Cabildo, así como las obras que se encuentran en depósito, aunque pertenezcan a otras instituciones, como el Museo del Prado. En este caso, la muestra incluye varias piezas que han estado bajo custodia insular por espacio de más de cien años. La muestra puede disfrutarse conjuntamente en salas de exposición de la Casa de Colón, el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), el Centro de Artes Plásticas (CAP) y en el novedoso ámbito virtual del Metaverso, una iniciativa que se pone en marcha por primera vez en Canarias.

El comisario de la muestra

Francisco Javier Pueyo, conservador, profesor de Historia del Arte de la UNED Gran Canaria y comisario de la muestra, revela el duro trabajo previo que ha conllevado la iniciativa: «Siempre es necesario emprender una labor de conservación y, en algunos casos, de restauración más intensiva, para que las piezas puedan ser expuestas con el mayor rigor posible, sobre todo teniendo en cuenta que muchas de ellas pertenecen a procesos de adquisición recientes», explica el conservador. «Estamos mostrando, por primera vez, un relato cronológico del arte en Canarias, a través de la exposición 'Isla de Arte'», añade Elena Acosta, directora de la Casa de Colón desde 1991. «Es una iniciativa muy ambiciosa, ya que abarca desde las primeras manifestaciones artísticas de los antiguos canarios hasta llegar a los años 70 del siglo XX».

Francisco Javier Pueyo, comisario de 'Isla de Arte', posa frente a 'El puerto de refugio', de Eliseo Meifrén, pintor del siglo XIX. c7

Y es que el Cabildo de Gran Canaria es la institución encargada de conservar, proteger y difundir esta colección, «pero realmente pertenece a la ciudadanía y, en un futuro, formará parte del Museo de Bellas Artes», se apresura a recordar la directora de la Casa de Colón. Por eso, desde hace meses, el personal de Conservación y Restauración de la Casa de Colón ha trabajado sin descanso para poder mostrar al público las piezas seleccionadas para formar parte de la exposición 'Isla de Arte'. «Hay 15 o 20 piezas que han necesitado acciones de restauración profundas que hemos estado acometiendo a lo largo de estos últimos años ya que forman parte de la colección del Cabildo y tienen que cumplir necesariamente con las funciones museográficas de la propia institución», explica Francisco Javier Pueyo, comisario de la exposición.

El conservador y la 'alquimista'

Ramón Gil, conservador de la Casa de Colón, afirma que crear las condiciones para el disfrute de estos objetos, así como para propiciar su perdurabilidad en el tiempo, es la verdadera tarea encomendada a los equipos de Conservación y Restauración de los museos. «Si el objeto en cuestión presenta un deterioro que compromete su perdurabilidad o su comprensión, serán los equipos de restauración los que, sin falsear el original, buscarán las soluciones adecuadas y las implementarán para que podamos disfrutar nuevamente de la contemplación de estas piezas», explica el conservador.

Ramón Gil, conservador de la Casa de Colón, en el almacén de la colección artística del museo. c7

Ahí es donde entra en juego la labor de Amparo Caballero, restauradora de la Casa de Colón y la verdadera 'alquimista', responsable de devolver el esplendor a piezas que, en muchos casos, no han podido conservar los exhaustivos requisitos necesarios de conservación a lo largo de su azarosa existencia.

El taller de la restauradora Amparo Caballero ha estado durante los últimos meses en plena ebullición. Óleos, esculturas y bustos se mezclan con el inconfundible aroma químico de los 'quirófanos del arte'. Aguarrás, alcohol, acetona, cloroformo o cola de conejo son los olores que predominan en el taller, mezclados con otros más prosaicos, como harina de trigo o avena. Son algunas de las fórmulas 'mágicas' que Amparo recopila en su particular 'libro de pócimas', las recetas milenarias del oficio que ella guarda en una pequeña libreta que va rellenando a mano según avanza la experiencia de la profesión de la que se enamoró en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla.

En el trabajo de un restaurador no hay lugar para el aburrimiento, siempre está lleno de sorpresas. Un simple isopo o bastoncillo de algodón fue el responsable, por ejemplo, de descubrir que la firma de la obra 'Sagrada Familia', inicialmente atribuida a Mariano Salvador Maella, destacado pintor cortesano del siglo XVIII, nombrado primer pintor de cámara, junto con Goya, correspondía en realidad a su compatriota valenciano José de Maea, pintor y dibujante neoclásico español formado igualmente en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Ahí reside el valor del trabajo de restauración, que puede llegar a reconsiderar incluso la autoría de una obra a través de una simple grafía oculta, debido a la suciedad y a la oxidación del barniz por la que se ve afectada.

«La obra llegó bastante mal a nuestras manos», refiere Amparo Caballero aludiendo a la obra de José de Maea. «Es una pieza reentelada, lo que significa que se le adhirió, en un determinado momento, otra tela detrás para unirla, porque llegó a estar partida en dos. Aún tiene repintes de una intervención anterior, en la que no respetaron el original».

Amparo Caballero, restauradora de la Casa de colón, posa junto a dos de las piezas intervenidas antes de la exposición 'Isla de Arte'. c7

Los 'arrepentimientos' del autor, alteraciones en los cuadros que manifiestan el cambio de idea del artista acerca de lo que estaba pintando, son otras de las curiosidades que descubren los restauradores en los lienzos en los que intervienen. La obra de Maea, por supuesto, no estaba exenta de ellos, como detalla Amparo Caballero, señalando algunos puntos del cuadro que ya se exhibe en la muestra 'Isla de Arte'.

Las plagas

Los ataques xilófagos, tanto en las obras como en los marcos, son otros de los retos a los que se enfrentan los especialistas, especialmente en Canarias, comunidad en la que los insectos son particularmente dañinos y voraces, destaca la restauradora de la Casa de Colón, que ha tenido que realizar tratamientos intensivos, incluso en piezas expuestas en el museo. «Primero hay que erradicar la plaga y, para ello, es necesario encapsular la obra en una cámara especial que mate por completo a los insectos», explica.

«Como material, la escayola es lo más frágil que podemos encontrar», afirma la restauradora mientras examina un busto de Francisco Suárez León, realizado por Rafael Bello O'Shanahan, a finales del siglo XIX. «La costumbre era proteger este tipo de esculturas y, en este caso, se hizo a través de la caseína, derivado orgánico de la leche que no es, ni mucho menos, el material más aconsejado para la conservación de la escayola. Al ser un material orgánico, los hongos proliferan, pero le iba muy bien para repeler la humedad que hay en las islas». El resultado es un color peculiar, que no se parece al original, pero que ya es inviable revertir. «Es esencial la conservación; es impensable intervenir una obra bajo los esquemas modernos», advierte Caballero.

Otra de las obras que pasaron por el taller antes de ser orgullosamente expuesta en 'Isla de Arte' es la valiosa talla de madera Santa Ana, de la Escuela Andaluza del siglo XV. Llegó a las manos de la restauradora tras una intervención anterior, motivada por un agresivo ataque xilófago. «Estaba desecha prácticamente, porque estuvo expuesta en condiciones ambientales no adecuadas y se fue cambiando muchas veces de ubicación», explica Caballero.

El pintor gaditano Ángel María Cortellini retrata a Isabel II en 1854. El lienzo ovalado estaba expuesto en la Casa-Museo León y Castillo y presentaba hongos producidos por los propios pigmentos oscuros de la pintura. También ha sido necesario cambiar el bastidor, lo que no ha resultado sencillo, debido a su forma inusual. «Tuvo una intervención muy radical para intentar resolver una abrasión en la nariz de la retratada y terminó dándole una pátina que oscureció mucho la obra con un barniz con color». La limpieza ha sido, en este caso, «muy llamativa y agradecida», concluye orgullosa la especialista.

«Antes de empezar cualquier intervención, somos muy cuidadosos en el estudio de la obra. Hacemos todo tipo de pruebas previas, teniendo en cuenta los materiales y condiciones de cada pieza», explica la restauradora acerca de su método de trabajo. «Muchas de las obras que se muestran en 'Isla de Arte' han necesitado tratamientos de conservación. Hemos empezado con los casos más graves, y también hemos tenido en cuenta los tiempos de espera de cada actuación, por eso siempre hemos intentado trabajar con varias obras a la vez», detalla la restauradora.

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