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Cuando pinto es un divertimento». Así de claro se explica Juan Guerra (Las Palmas de Gran Canaria, 1945) ante uno de los mayores proyectos expositivos de su trayectoria. Se trata de la exposición 'Naturaleza viva. 1982-2023', que abre sus puertas este viernes, a partir de las 20.30 horas, en el Centro de Arte La Regenta de la capital grancanaria, y que permite contemplar los caminos por los que ha transitado el imaginario pictórico de este artista durante los últimos 40 años.
Juan Guerra huye de los tópicos vacíos que tanto abundan en el arte, de la grandilocuencia y del postureo. Habla como pinta. Y pinta porque le apasiona, porque da sentido a su universo y porque, como confiesa, desde que era un niño, sin ninguna formación artística, ya quería plasmar la naturaleza que veía en el enclave rural que le rodeaba. «Lo que van a ver es el fruto de una labor de muchísimos años. Cuando era un niño ya tenía inquietud por pintar, sin tener ninguna referencia que me llevara hacer lo que hago. Lo que he hecho lo he realizado por una necesidad, necesitaba expresarme de alguna manera, no de forma verbal, sino con el arte. Esa inquietud me llevaba a ir por las zonas rurales en las que siempre he vivido y ver el campo, los colores, los movimientos de las hojas, los árboles y las montañas... todo eso me llevó a investigar cómo plasmarlo en un lienzo, desde que era un niño. ¿Cómo se logra? A base de insistir y de buscar un medio, a veces increíble, como fue ir al campo y buscar tunos indios para sacar tinta roja de ellos o tintes de la cochinilla», rememora el artista.
Aquella querencia natural, incluso irracional, no le ha abandonado en ningún momento desde que decidió transitar. «Cuando pinto yo no me planteo qué voy a hacer en ese momento. Mancho el lienzo y en esa mancha ya veo la forma de un paisaje, fruto de los conocimientos de los años anteriores. Es una pintura de encuentro, que encontraba sin yo buscarla. Es como pinturas de sueños que yo tenía en momentos concretos. Son cosas que no existen, más allá de en mi mente. Son pinturas oníricas y me siento a gusto, porque cuando pinto es como un divertimento. Quiero divertirme y disfrutar con lo que hago y no intentar hacer historias extrañas, sino hacer lo que en ese momento me pide el cuerpo. No pretendo nada más, pintar por pintar y conseguir las sensaciones de bienestar en mi cuerpo y en mi alma cuando estoy detrás de un lienzo en blanco y decido hacer un paisaje con una gama de colores determinados».
La naturaleza es una pieza clave en su producción pictórica. Pero esos paisajes, costeros e interiores, nacen de su mente. Juan Guerra no parte de enclaves naturales que ha visto con anterioridad ni de fotografías. «Siempre pinto en mi taller. Son paisajes que tengo que tener dentro. No tengo ni un dibujo previo ni una fotografía de un lugar determinado», subraya este académico correspondiente y numerario de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel.
Esta muestra está compuesta por 85 piezas, seleccionadas por el comisario Antonio Pérez Martín del estudio del propio artista, ya que no se ha recurrido a las colecciones de las instituciones públicas y de coleccionistas privados. «Es una retrospectiva sobre una serie de etapas de su producción, un resumen de todo lo que ha hecho desde el 82 hasta la fecha. La mayor parte son sobre lienzo, aunque incluimos algunos dibujos, pero hay pocos, porque tiene tantos que se merecen una exposición propia», reconoce Pérez Martín.
Desde su punto de vista, la obra de Juan Guerra tiene una lectura «existencialista y romántica», que ha llevado a una «renovación del paisaje en nuestras mentes».
Alejandro Vitaubet, director del Centro de Arte La Regenta, que gestiona el Gobierno de Canarias, señala que 'Naturaleza viva. 1982-2023' permite contemplar «cómo ha evolucionado en técnicas y temáticas» las creaciones de este pintor isleño. «Además de una visión muy personal sobre el paisaje, creo que en su obra hay detrás también una reflexión sobre el tiempo, un tiempo detenido y suspendido, casi a modo de fotogramas, con un claro carácter existencialista. Sus paisajes reflejan cómo somos como individuos», apunta.
Mientras recorre las dos plantas que acogen su exposición, Juan Guerra reconoce que en sus piezas «las atmósferas» son claves. A pesar de dominar los trazos finos y definidos, ya que ejerció durante años como delineante en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, en sus lienzos «no hay líneas, he buscado evitarlas para crear atmósferas aéreas y oníricas», confiesa quien reconoce como uno de sus grandes referentes al pintor británico William Turner.
Uno de los valores añadidos de esta exposición, muy poco habitual en las muestras isleñas, es que abre sus puertas con un catálogo ya editado y al alcance de todos los que visiten hasta el 23 de septiembre La Regenta. Incluye textos del escritor y periodista Santiago Gil, del conservador de la Casa de Colón y tutor de la Uned, Francisco Javier Pueyo, y de la poeta Acerina Cruz.
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