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Paco Bolaños, en su estudio. C7
Y la mujer asumió todas las tareas…

Y la mujer asumió todas las tareas…

El pintor Paco Bolaños homenajea a la mujer rural en su serie pictórica 'A través de ellas', expuesta en la Casa-Museo Antonio Padrón de Gáldar.

Javier Cabrera

Sábado, 4 de noviembre 2023, 22:49

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Tras dar por cerrada, al menos de momento, la serie acerca de sus 'Juegos de mi infancia', el pintor Paco Bolaños ha fijado su ánimo plástico en la figura de la mujer. No en la imagen genérica de la mujer sino, del todo concreto, en la mujer habitante lejos y ajena a la ciudad; en las medianías, más extensamente, en el ámbito rural. Y ha confeccionado para ella una catalogación caracterizada por una serie de 'estampas' que dan cuenta de su día a día –todos los días–, a lo largo del transcurso vital de la misma.

El pintor ha desgranado el quehacer de esta mujer rural en el periodo que va de la amanecida al anochecer: las tareas que la mujer ha asumido y/o ha hecho suyas porque venía, quizá, marcado por la costumbre, tal vez herencia materna, instalado en su ánimo interno, o como un cúmulo de maneras de entender la vida que la inclinaban o destinaban a ese fin sin que lo considerara una carga, algo que no asumiera como natural.

Esas tareas, convengamos históricas, que el pintor recoge y data, iban desde la ida al pilar antes de amanecer, aun adormilada, para traer el agua para la casa; lavar la ropa de la familia apenas despuntaba el día; ordeñar la cabra para preparar el desayuno de los hijos –el hombre, ya andaría en sus tareas de costumbre–; tostar millo o café según temporadas o necesidades; bajar al barranco a lavar y enjuagar la ropa familiar –si es que el barranco corría o traía algo de agua–, si no, se llegaría a la acequia o a los lavaderos quizá.

Y regresada a la casa podía ser locera, ceramista o artesana y más tardíamente, en cuanto lo permitiera el sosiego, ya en la tardecita, sería tejedora; y al final del día, cuando los niños dormían y el hombre deambulaba en la somnolencia, ella hacía de la cocina su estancia elemental y plancharía la ropa que la familia llevaría al amanecer del día nuevo. Ahí, consecutivamente, día tras día, todos los días: la vida entera.

'En la Recova', de Paco Bolaños.
'En la Recova', de Paco Bolaños. C7

Pero, igualmente, la mujer rural era capaz de no arredrarse, arremangarse y salir de los cuatro muros de la casa al mundo para afrontar tareas que le exigían más arrojo. Así, fue aparcera en las primeras horas de la mañana y en el cercado atendía su propia plantación; alguna fue capaz de regentar un puestito en la recova y vender allí su cosecha; otra, procedente de la costa mayormente, subía de la mar a pregonar y vender el pescado que el hombre, pescador, trajo a la playa; otra llegó más lejos aún y, por las fiestas, aguantaba el día entero junto a una caja de turrones para ayudar a la economía familiar; la había incluso más osada y montaba su, pequeño pero propio, negocio, y allá se la veía trajinar en las ferias populares o en las fiestas patronales de los distintos pueblos. Pero con todo, nunca dejó de ser, esencialmente, madre, y muchas de ellas bastante más: madres, tías y abuelas, sostenes de la trasmisión de tradiciones. Esta es la secuencia que nos oferta, en una primera tacada, el pintor Paco Bolaños.

Costumbrismo conceptual

Y si bien, en una mirada rápida al conjunto de la obra podría aceptarse que Paco Bolaños hereda su discurso narrativo del costumbrismo, evidentemente popular, un recorrido más pausado nos lleva a deducir que la obra del pintor recorre, en muchas de sus propuestas, el sendero trazado por las vanguardias históricas: en la resolución material de sus piezas apreciamos rasgos propios del realismo mágico, de cierta inclinación expresionista e, incluso, del cubismo. Prevalece aquí un alto porcentaje conceptual en la intención plástica, adentrándose, por momentos, en preceptos de nueva figuración.

Ahora bien, hay una distinción que sobresale por encima de cualquier otra característica en la pintura de Paco Bolaños y que ha acabado por ser conclusión de su manufactura: el color, pulsión constructora de la obra, le da continuidad y unicidad visual y destaca en el contenido fisonómico del seriado. Y a su través se aprecia la conciencia propia que el pintor aborda de la temática.

En todas las piezas, ya en solitario o asimismo compartiendo con otra mujer, será, redundo, la propia mujer centralidad y motivo fundamental del propósito que para ella traza el pintor. Es esta una mujer constante, con presencia primordial, basa desde la cual instituir el soporte humano que ella supone, la fortaleza y la entrega que se manifiesta en cada pieza. Instalada en un paisaje colorista, pero en un entorno caracterizado por la rudeza, la potencia que la imagen de esta mujer manifiesta es esclarecedora para entender y atender lo mucho que nuestras mujeres han aportado al sustento esencial de la vida.

Son éstas, mujeres de una pieza y así lo reafirma el pintor al perfilarlas, quien, en línea discontinua pero pespuntada hilvana esta seriación dedicada a la mujer con la anterior que dedicó a la infancia. El artista recalca su forma de construir un relato visual, una idea de narratividad plástica que ya es característica en su trayectoria. Paco Bolaños nos entrega, por ahora –doy fe de que insistirá en la tarea–, una idea conjunta y un armazón pictórico donde reafirma el tránsito y el devenir de su trabajo pictórico.

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