El CAAM propone una inmersión en la estética y la ética de Manrique
La fascinación por la belleza de Lanzarote fue el principal motor de César Manrique (Arrecife, 1919- Tahíche, 1992). Su vida y su obra quedaron marcadas por su deseo de atrapar las singulares esencias de la isla y confeccionar con ellas «una nueva belleza basada en la armonía del ser humano y su medio», apuntó la comisaria suiza Katrin Steffen, que durante dos años ha investigado la obra del artista lanzaroteño para sintetizar su vida y su obra en Universo Manrique, una exposición que pretende ofrecer una experiencia inmersiva en el legado artístico y el pensamiento de este creador «excepcional e irrepetible».
La muestra con la que el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) reabre hoy sus puertas, tras un cierre ocho meses, evidencia esta simbiosis entre el territorio, el arte y la vida que el artista lanzaroteño aplicó a distintas facetas de su actividad creativa y su lucha social a través de fotos, documentos, objetos, cartas, maquetas, instalaciones, pinturas, esculturas y audiovisuales que se podrán ver hasta el 29 de septiembre.
«Esta es la gran muestra que las instituciones públicas de esta isla debían a César Manrique», comentó el consejero de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Carlos Ruiz. De hecho, la exposición ha requerido del mayor esfuerzo económico realizado por el CAAM en los últimos tres años. En concreto, la propuesta ha costado unos 332.000 euros, según precisó el director del museo, Orlando Britto, que resaltó «el celo y cariño» con el que Steffen ha diseñado «una de las exposiciones más importantes del CAAM en sus 30 años».
Pedro Déniz, encargado del proyecto museográfico; Grego Matos, responsable de la parte documental y Miguel G. Morales, a cargo de los montajes audiovisuales han sido los principales apoyos de Steffen para condensar un legado diverso y amplio que escapa de las claves meramente artísticas para irrumpir en el campo de la lucha social por la conservación del medio ambiente. «Esta exposición invita al público a participar del amplio y rico mundo creativo del artista inscrito en un marco de pensamiento guiado por su fascinación por la belleza de Lanzarote, su necesidad de mostrarla y la obligación de preservarla. Manrique hizo algo único a escala mundial: plantear una isla como espacio y proyecto vital y artístico», comentó Steffen.
Este ambicioso propósito lo llevó a «sacar el arte de sus lugares tradicionales y llevarlo a un público mucho más amplio, sin limitar el campo de acción ni los medios utilizados». Sus casas y los Centros de Arte, Cultura y Turismo plasmaron su ideales estéticos y su modo de fusionar el arte y la vida.
Otro de los elementos esenciales de su trayectoria es la vehemencia con la que alertó del riesgo que corría el paisaje y la identidad lanzaroteños ante la especulación urbanística. Esta actitud comprometida en la defensa del paisaje se puede constatar a través de los vídeos donde el propio Manrique expresa sus preocupaciones y arremete contra los responsables del desaguisado. «Convierte el arte en acción desde la convicción personal y la libertad de un creador que nunca se calló y alzó su voz contra los especuladores del territorio», subrayó Steffen.
Voces, imágenes y obras
El carácter poliédrico e irrepetible de un artista total como lo fue César Manrique se despliega por las cuatro plantas y la fachada del museo de Vegueta.
En el sótano se muestra su lado más íntimo y personal a través de un vídeo donde habla de su modo de entender el arte y la vida, su correspondencia, como las cartas gigantes enviadas a su amigo Pepe Dámaso o fotos de fiestas.
La planta baja plasma la modernidad de sus coordenadas estéticas a través de fotos y vídeos de sus casas, pinturas, una estampación textil y la reproducción del mural del Hotel Fénix de Madrid, de 1956, y uno de sus juguetes del viento.
Las intervenciones ambientales hechas en Lanzarote entre 1957 y 1992, una instalación audiovisual con testimonios sobre su lucha ambiental en el colectivo El Guincho o sus Banderas del Cosmos se aprecian en el segundo y tercer piso.
