Secciones
Servicios
Destacamos
Gabriela Vicent
Las Palmas de Gran Canaria
Martes, 28 de noviembre 2023, 01:00
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
En la exposición 'Mercurialis annua para Hyles tithymali o Juguito de ortiga mansa para Esfinge Canaria', de Idaira del Castillo (Tenerife, 1985), se asoma a su personal y excéntrico universo creativo en el que narra, a través del dibujo, rostros de personas que se relacionan con su vida y de animales que forman parte de su bestiario individual. Realidad y ficción, naturaleza y memoria se mezclan con un particular lenguaje en el que la sostenibilidad y el reciclaje contribuyen a armar un complicado mecano creativo a modo de 'collage'.
La muestra se inaugura en la Casa-Museo León y Castillo de Telde el viernes, día 1 de diciembre, a las 19.00 horas, y permanecerá abierta al público hasta el 18 de febrero de 2024.
Las situaciones de la vida cotidiana y su forma de percibir la realidad que le rodea son el punto de partida del trabajo de Idaira del Castillo. La propuesta expositiva que trae al museo teldense es una recopilación de dibujos, retratos sobre telas y material que la artista encuentra y reutiliza. «Yo simplemente hago lo que voy viviendo», describe con sencillez. «La misma vivencia es el hilo conductor. Son dibujos de amigas mías, de mi madre, de una gata que tenía cuando era pequeña...», enumera.
El soporte de muchas de las piezas son obras recicladas que ha ido reutilizado. «Son una secuencia de recuerdos y vivencias que he tenido con gente cercana. Al final, las vivencias son las mismas, no dejamos de ser todos de la misma especie. Mi obra habla de todo lo que vivimos. En resumen, no nos diferenciamos tanto los unos de los otros», justifica. «Para mí, lo importante es generar un diálogo contigo misma a partir de lo que estás viendo. El espectador es, al final, el que lo interpreta libremente», reflexiona la artista.
«Dibujo para retener recuerdos», afirma Idaira del Castillo, a modo de manifiesto. «Todos acostumbramos a sacar fotos de los lugares que visitamos; todos hemos guardado un billete de metro; todos hemos cogido una piedrita de una playa... Si encuentro algo que me gusta, lo guardo y, al final, puede que lo termine usando en mi creación artística. Pero nunca es algo planeado. Tengo una especie de síndrome de diógenes en ese sentido», justifica la creadora.
¿Existe la forma de ver lo que no se ve? Se pregunta Dalia de la Rosa en la introducción que ha realizado sobre la exposición de Idaira del Castillo en Telde. «No lo sé», responde la autora con sinceridad. «Todos tenemos una visión, una mirada. Yo veo cosas, pero eso no quiere decir que otro comparta esa visión. Pararse, detenerse y aprender a mirar es un proceso. Yo tengo un mundo interior que no para de crecer, de madurar, oscuro también, pero esa es mi realidad. Simplemente, me encanta pararme y mirar en él», reconoce.
En esta exposición, aparecen rostros de personas que se relacionan con la vida personal de la artista y también algún animal que se le presenta por cercanía o por temor, para generar un acceso nuevo a un interior. «Me gusta imaginar que todas y todos tenemos un animal interior, real o mitológico, que forma parte de nuestra esencia», afirma del Castillo.
Otro de los aspectos definitorios de su trabajo es, por ejemplo, el ensamblaje de materiales de distintas procedencias. En su obra, realiza una investigación que irá compaginando la retrospectiva del trabajo contenido en los diferentes soportes que utiliza, como cuadernos, retales de tela o cartones. Todos estos materiales han sido desechados, inacabados, o simplemente se han mantenido ocultos. «Lo hago de forma intuitiva, el material forma parte importante del proceso. Suelen ser cosas que encuentro o que me dan y las guardo conmigo durante un tiempo hasta que surge transformarlas en algo distinto», aclara.
«Me gusta tener muchas cosas almacenadas, porque terminan cogiendo hasta tu olor. Es como una costurera con sus retales. Ese reutilizar, realimentar, es mucho más interesante que consumir sin medida, que comprar una cosa determinada para un fin», continúa explicando. «Cuando empiezo un proyecto, nunca sé cómo va a terminar, no lo tengo visualizado. Después, siempre culmina de una manera diferente a como había comenzado, pero siempre con una conciencia de sostenibilidad».
Precozmente encuentra su voz en la pintura; sin acabar sus estudios de Bellas Artes gana el Premio de Artes Plásticas Manolo Millares (2017) y, con menos de 30 años, ya expone individualmente en Madrid y en los principales centros de arte de Canarias (La Regenta, Cabrera Pinto, Juan Ismael...). Se trata de un inusual reconocimiento para una artista novel. «La verdad es que no me lo he planteado nunca. Yo simplemente intento transferir mis ideas y sentimientos en un soporte que a veces es el dibujo, otras la pintura, instalación...».
Después de la exposición de la Casa-Museo León y Castillo prepara otra muestra en la Sala San Antonio Abad, perteneciente al CAAM. «También participo en una muestra colectiva de joyería textil», añade. «Esto es una experiencia muy interesante. Mi propuesta son nubes realizadas con ajo y tul. Para mí, este tipo de piezas son como microesculturas. La joyería no deja de ser una forma de expresión artística», puntualiza para finalizar.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.