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Europa Press / Madrid
Jueves, 1 de enero 1970
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Células bacterianas tratadas con un antibiótico común en la casi completa ingravidez de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), cambiaron de forma para sobrevivir y hacerse resistentes a las medicinas.
Investigadores de BioServe Space Technologies de CU Boulder diseñaron un experimento para cultivar la común bacteria E. coli común en el complejo orbital y tratarla con varias concentraciones diferentes del sulfato de gentamicina, un fármaco que la mata en la Tierra.
La respuesta de las bacterias cultivadas incluyeron un aumento de 13 veces en el número de células y una reducción del 73 por ciento en el tamaño del volumen celular en comparación con un grupo de control de la Tierra, según explica Luis Zea, investigador principal del estudio, que ha sido publicado en un artículo en 'Frontiers in Microbiology'.
"Sabíamos que las bacterias se comportan de manera diferente en el espacio y que se necesitan concentraciones más altas de antibióticos para matarlas --señala Zea--. Lo nuevo es que llevamos a cabo un análisis sistemático de la apariencia física cambiante de las bacterias durante los experimentos".
Debido a que no hay fuerzas impulsadas por la gravedad en el espacio como la flotabilidad y la sedimentación, la única forma en que las bacterias pueden ingerir nutrientes o fármacos es a través de la difusión natural, según relata el investigador. La gran disminución de la superficie celular de las bacterias en el espacio también disminuye la tasa de interacción molécula-célula, lo que puede tener implicaciones para tratar de manera más eficaz a los astronautas con infecciones bacterianas en el espacio.
El nuevo estudio también mostró que la envoltura celular bacteriana --esencialmente su pared celular y su membrana externa-- se volvió más gruesa, lo que probablemente protegería aún más a las bacterias del antibiótico. Zea explica que la bacteria E. coli crecida en el espacio también tiende a formarse en grupos, tal vez una maniobra defensiva de tipo que puede implicar una cáscara de células externas que protegen a las células internas de los antibióticos.
Además, algunas de las células de E. coli también produjeron vesículas de membrana externa, pequeñas cápsulas que se forman fuera de las paredes celulares y actúan como mensajeros para que las células se comuniquen entre sí. Cuando las células con tales vesículas alcanzan una masa crítica pueden sincronizarse para iniciar el proceso de infección.
"Tanto el incremento en el espesor de la envoltura celular como en las vesículas de la membrana externa puede ser indicativo de mecanismos de resistencia a fármacos que se activan en las muestras de vuelos espaciales", destaca Zea, que considera que este experimento y otros similares dan la oportunidad de entender mejor cómo las bacterias se vuelven resistentes a los antibióticos en la Tierra.
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