Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria
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El carnaval de Las Palmas de Gran Canaria presume mucho de un cambio de etapa y del regreso a sus orígenes. Pero más allá del discurso oficial, y de sus amplificadores mediáticos, la Fiesta de Interés Turístico Internacional puede sacar pecho del brillo pero también debe reconocer los apagones que ensombrecieron su celebración a lo largo casi de cuatro semanas. Especialmente los problemas de movilidad, que no por esperados fueron menos molestos.
Josué Quevedo se puso al mando del carnaval relevando a Israel Reyes, protagonista de un largo dominio de lo que sucedía en la fiesta. Al nuevo director artístico, criado en la cultura carnavalera, se le reconoce unánimemente la intención de actualizar una fiesta que sufría cierta parálisis. Este hecho se evidencia en las principales galas, la reina y la drag, donde lo estrictamente relacionado con la organización trajo cambios y dinamismo.
Se siguen perpetuando errores históricos. Concursos muy largos que acaban muy tarde y propician asientos vacíos en el recinto. Y la falta de propagación de la cultura carnavalera en una ciudad que le ha perdido el paso a la que fue su fiesta más importante. El carnaval de Las Palmas de Gran Canaria apenas tuvo eco fuera del entorno del Puerto, sin apenas ambientación en el resto de barrios de una ciudad que abarca 100 kilómetros más allá del día que la cabalgata recorre la franja baja de la capital como una serpiente interminable.
Problemas a los que deberá enfrentarse de nuevo la fiesta el próximo año, tras este 'destierro' obligado al Puerto por las obras de la MetroGuagua en Santa Catalina. Los grandes eventos, como el concierto de Manuel Turizo, tensionaron la estrecha franja del istmo. Queda mucho por hacer, como muestra el desencuentro con los grupos y el pulso, casi soberbio, con las voces más críticas.
Las oberturas de las galas de la reina y la elección del drag tuvieron la intención, no siempre conseguida, de ser más dinámicas. Especialmente acertada la obertura de la reina. Eso sí, el espectáculo de las candidatas sigue careciendo de ritmo con la elección de músicas épicas, cuando no directamente tristes, que entorpecen ese deseo de la organización de ganar en ritmo en los eventos con más solera del carnaval de la ciudad.
Crear un circuito carnavalero que se conectara fácilmente, pese a la polémica ubicación y los conflictos con el tráfico, recordó a los días en los que la fiesta y sus distintas atmósferas se propagaba por el entorno del parque de Santa Catalina. El entorno portuario tuvo la mayoría de los días un ambiente saludable para los que disfrutaban la fiesta; algo más complejo para los vecinos de la zona, especialmente cuando se pinchaba música electrónica.
Los presentadores de los principales actos fueron canarios y esa apuesta por el producto local se agradece. Especialmente acertados estuvieron Daniel Calero y Wendy Fuentes en la gala de la reina, en la que incluso se animaron a cantar durante la obertura. En el caso de Calero, incluso, se notó su larga relación con la fiesta y su conocimiento de los personajes que han sido relevantes en el desarrollo histórico de la misma.
La obligada mudanza al Puerto cumplió con los peores presagios. Los problemas de tráfico sacudieron a La Isleta, donde los accesos se volvieron complicados desde el día del pregón y la carroza anunciadora. El colapso en el entorno del Puerto protagonizó más de un día. Además, la información del Ayuntamiento y Guaguas Municipales no estuvo a la altura de los que acudían a la fiesta, generando mucha confusión.
Aunque en el trabajo previo los grupos manifestaron que se estaban dando circunstancias que mejoraban su relación con la organización esa nueva confianza se fue quebrando con el paso de los días. Algunas murgas se sintieron maltratadas y sacaron comunicadas por el trato en la gala o en pasacalles callejeros. Y las comparsas sintieron su trabajo despreciado con los resbalones por la humedad en el concurso del recinto portuario.
El carnaval se concentró en el puerto y poco más se supo fuera de sus lindes. En zonas históricas como Vegueta o Triana apenas hubo relación con la Fiesta de Interés Turístico Internacional. Mientras que en los actos que se organizaban en los distritos recibieron quejas por el poco interés que se mostró desde la organización en ellos, con los grupos quejándose de poca atención y pocos medios para exponer su trabajo a la ciudadanía.
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