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Stavros Meletlidis, con el volcán palmero a sus espaldas. C7
Entrevista

Stavros Meletlidis: «Viendo tanta destrucción, no cabe más que seguir esforzándonos»

Investigador del Instituto Geográfico Nacional ·

El vulcanólogo griego ha estado al pie del volcán desde antes de la erupción. Dice que lleva toda la vida entrenando para este partido

Carmen Delia Aranda

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 14 de noviembre 2021, 01:00

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Stavros Meletlidis lleva casi dos meses en La Palma vigilando el volcán sin perder de vista todo el daño que está causando en la población. Su familia y su vida, como las de muchos investigadores, han quedado aparcadas a la espera de que la erupción termine.

- ¿Cuándo llegó a la isla?

- Llegué el 14 de septiembre porque empezamos a registrar la sismicidad el sábado 11. El domingo por la noche se avisó a Protección Civil y al Gobierno de Canarias de que había ese episodio anómalo. El lunes se activó el Pevolca. En una reunión rápida, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) decidió desplazarnos a la isla. Fuimos tres personas; un compañero de Madrid, un ingeniero de telecomunicaciones y yo para asegurarnos de que las redes funcionaban a plena capacidad, ampliar alguna que otra estación, hacer mediciones y seguir la actividad volcánica, si existiera.

TRASCENDENCIA«Los datos de las rocas y los materiales obtenidos servirán para aclarar algo más el origen de las islas»

- Lleva ya 50 y pico días de erupción, ¿cómo lo está sobrellevando?

- Lo estoy llevando con la ayuda de mi familia. Mi mujer es geofísica. También ella tuvo su momento con los volcanes. Entiende perfectamente mi trabajo y este sacrificio. Aparte de mi pareja, tengo el apoyo de toda la familia. Y se sobrelleva mejor gracias a los compañeros. Cada vez que viene alguno a La Palma, llegan animados, con ganas trabajar y de compartir la tarea diaria. Y quizás, por último, aunque no menos importante, gracias a la gente de la isla. Desde que hemos llegado no han parado de animarnos, de agradecernos el trabajo y de ayudarnos en todo. Viendo tanta destrucción, lo menos que podemos hacer es seguir esforzándonos.

- ¿Cuál ha sido su función en el seguimiento del volcán?

- Mi labor dentro del monitoreo de la erupción es aportar la mirada de un geólogo a la interpretación de los datos en su conjunto que registra la red de vigilancia. Cada red tiene su grupo de especialistas en geodesia, geoquímica o geofísica, pero para abordar el fenómeno geológico se necesita a un geólogo especializado en vulcanología que complete el puzzle con todos los datos. También participo en el comité del Pevolca como miembro del IGN, tomo muestras de los materiales emitidos como lavas o piroclastos -ceniza, bombas y lapilli- y, por último, también hago observaciones de lo que está sucediendo en el cono y en las coladas, intentando interpretar el proceso y la dinámica eruptiva.

-¿Se esperaba alguien la envergadura de este volcán?

- El volcán en sí no es muy grande. No es una sorpresa. Cuando se habla de actividad eruptiva, todo el mundo mira al Teneguía, que el fue el último volcán en superficie de Canarias. Era un volcán menor, tanto en sus dimensiones como en los cambios en la actividad explosiva y también en cuanto a su capacidad destructiva, porque estaba lejos del núcleo urbano. Pero, si miramos al volcán de El Hierro, resulta que el cono tiene una altura de 312 metros y la base, un kilómetro de diámetro. Casi el doble de lo que estamos viendo en La Palma. No nos hemos dado cuenta porque el Tagoro está bajo el mar. Además, si nos fijamos en los estudios científicos que han estudiado la actividad volcánica en todas las islas y no solo de la época histórica, podemos decir que este volcán entra en el patrón del volcanismo canario. Hay coladas muy potentes en la parte este y oeste de La Palma, con muchos conos a lo largo de Cumbre Vieja muy parecidos al que vemos ahora. Nuestra memoria es un poco corta y solo nos acordamos de lo que hemos vivido o nos han contado. Este es un proceso geológico y, para situarlo, hay que retroceder en el tiempo para ver cómo se ha comportado la isla en los últimos 125.000 años.

- El origen geológico de Canarias es un debate aún abierto. Algunos se decantan por la teoría del punto caliente y otros por la de bloques levantados. ¿Esta erupción servirá para aclarar el origen geológico de las islas?

- Yo me quedaría con la teoría del punto caliente pero con matices. Por el contexto geodinámico de las islas, esta teoría no explicaría al 100% el volcanismo de Canarias. Encaja en aspectos generales, pero no explica su origen al 100%, para explicarlo necesitamos algún que otro ingrediente. Este volcán va ayudar en este aspecto y nos confirma, una vez más, que las islas más occidentales son las más activas, El Hierro y La Palma, sobre todo La Palma, donde hemos tenido más erupciones en los años históricos. Los datos que se obtengan de las rocas y los productos de la erupción pueden ser muy importantes para aclarar algo más sobre la génesis y evolución de las islas, no tanto para confirmar esta teoría. Para muchas y muchos colegas está claro que es un punto caliente, algo excepcional. Nos ayudará a conocer y ver cómo han evolucionado las islas en las últimas épocas de actividad.

- Se está realizando un despliegue técnico sin precedentes. En este sentido, ¿qué aspecto es el más novedoso? ¿Los drones?

- La tecnología ha avanzado mucho en los últimos 40 años y no podría ser de otra manera. Los drones aportan muchísimo. Nos permiten sin riesgo obtener imágenes, también con cámaras térmicas. Posibilitan descifrar ciertos procesos con una visión de 360 grados a diferentes alturas y ayudan a adelantar las acciones por parte de Protección Civil en relación con evacuaciones o afectación del territorio. Por otro lado, se usan muchas imágenes de satélites, también para comprobar la dispersión de la columna eruptiva y sondas con sensores para determinar la emisión de gases. Aparte de esta tecnología punta, también tenemos otra muy avanzada en las mediciones en todos los campos de vigilancia volcánica; muchas estaciones de sísmica y geodesia, a las que se han incorporado inclinómetros, estaciones totales y gravímetros más desarrollados.

- Esta erupción ha servido para unir a políticos de todos los colores, ¿ha pasado esto también en el ámbito científico? ¿Están trabajando todos a una?

- Creo que sí, sobre todo nos hemos unido los que estamos en el Pevolca. Además, es la única manera de funcionar y revertir la inversiones públicas en la vigilancia volcánica. Cuando la ciencia usa fondos públicos, la única manera de que revierta en beneficio de la sociedad es ponerse al servicio de la gestión de la emergencia. Aparte, doy por hecho que todos los del comité científico están intentando aportar todo lo que pueden desde cualquier campo del conocimiento y tecnológico. Muchos científicos han viajado a La Palma porque les interesa el fenómeno volcánico y piensan que pueden ser útiles aportando conocimiento con su trabajo de campo o de laboratorio. La erupción ha enseñado una faceta muy destructiva y toda la comunidad científica entiende que no hay otra manera de aportar que ponerse al servicio de la ciudadanía y de la emergencia.

- Los científicos están combinando su labor con la divulgación, ¿esta es una tarea nueva?

- No es nueva. Se ha visto otras veces, pero ahora es más necesaria que nunca. Se trata de un fenómeno con una parte muy destructiva. Es importante que la ciencia se acerque a la ciudadanía. Es muy importante explicar a la gente que está sufriendo esta erupción de qué se trata, cómo se puede desarrollar y por qué genera el material que emite para entender qué es lo esperable. Además, es muy importante que la ciudadanía vea que hay gente muy preparada y que están todos a su servicio. Hay que intentar usar un vocabulario accesible para que entienda lo que está pasando, contar las cosas como son sin usar palabras alarmistas que exageren algunos procesos y contar las cosas con sentido común, sabiendo que hay receptores ahí fuera que han perdido su hogar. Hay que darles la información. No hay que esconder nada pero hay que ser muy cautos cuando se habla.

- ¿Qué es lo más disparatado que ha escuchado en estos días?

- Bulos siempre hay. Lo vimos en El Hierro. Decían que se iba a partir la isla. Con el coronavirus también ha pasado. Hay gente que tiene mucho tiempo libre y poco sentido común. Creen que están a jugando a un juego de mesa, pero en realidad están jugando con la vida de las personas. Con el volcán de La Palma se ha dicho que la isla se iba a partir provocando un tsunami que destruiría la costa este de Estados Unidos y varias cosas más. También hay gente que se dedica a interpretar datos científicos sin tener el conocimiento adecuado, datos que no les pertenecen y que no tienen al completo. Independientemente de si son especialistas o aficionados, en este momento, lo más importante es usar el sentido común. Los científicos interpretan lo que tienen en sus manos y deben tener en cuenta que se trata de gente y de vidas humanas. Curiosamente, los bulos siempre vienen de fuera. Conozco a mucha gente en La Palma y le aseguro que nadie de allí ha difundido un bulo, siempre son de gente ajena a la sociedad palmera y científica, ajena a toda la emergencia. Seguiremos teniendo bulos, a todos los niveles, interpretando datos científicos, hablando mal de ciertas instituciones y criticando algunas actuaciones desde el anonimato.

-Como vulcanólogo, monitorizar una erupción debe ser un gran estímulo profesional. ¿Está disfrutando de este trabajo?

- Sí, como vulcanólogo es y sigue siendo parte importante de mi vida. Dedico 24 horas al día a este fenómeno. Trabajo en la vigilancia volcánica del IGN y, sobre todo, en la red de alerta temprana. Esto te hace ser un actor importante en la gestión de la emergencia. Esta erupción es el partido para el que uno lleva entrenando muchos años, en el que pondrá a prueba sus conocimientos y la tecnología de monitorización, pero, por otro lado, la erupción ha afectado de lleno una comarca y ha generado una gran destrucción. La gente ha perdido sus casas, parte de su vida y de su memoria. No es nada agradable. Ahora mismo podría decir que hay momentos en que la ciencia en sí la pongo a un lado. Me interesa más la ciencia aplicada para seguir adelante en esta erupción. Sin investigación no se puede mejorar. Está claro que, independientemente de lo que pase alrededor, hay que seguir interpretando las señales y tomar medidas, pero quizá hay que hacerlo con una intensidad mayor porque detrás existe una catástrofe. Por eso hay que dar mucho más que si solo fuera una erupción.

- ¿En qué fase se encuentra la erupción?

- Hay indicadores que tienen unos valores más bajos de lo acostumbrado. La sismicidad, aunque hemos tenido un repunte, iba disminuyendo. Las deformaciones presentan un patrón estable y alguna que otra estación indica deflación, y también emite un menor volumen de gases. Lo que pasa con todo esto es que hay que esperar a ver si hay una clara tendencia, que no sean cambios temporales. Para asegurarnos de que estamos en el camino de un debilitamiento o caída de energía tenemos que esperar al menos una semana más.

- ¿Hay alguna conclusión de cuánto magma queda por salir?

- Que el magma genera el problema es obvio. Se trata de un tipo de volcanismo monogenético. Eso indica que no tenemos una cámara volcánica donde hay un continuo aporte y salida del magma que nos permitiría calcular la capacidad de esa cámara y el volumen de magma involucrado. Pero este volcán se alimenta del magma de debajo de la corteza oceánica, donde no se puede calcular ni estimar el material que está involucrado en este proceso. La única ayuda que tenemos para valorar cada día su comportamiento a corto o medio plazo son los datos de la sísmica, la geodesia y de la emisión de gases.

- Hay muchas preguntas que los científicos no pueden contestar, sobre todo cuándo acabará la erupción. Si el volcán hablara, ¿qué le preguntaría?

- Sí, hay muchas preguntas que no podemos responder aún. Todo el mundo desea saber la fecha del final de la erupción, pero más que preguntarle por ese asunto, le preguntaría qué podría pasar hasta entonces. Conocer la fecha no ayudaría en nada. La reconstrucción o el retorno de la vida como se conocía necesita su tiempo. Para mí es más importante saber cómo va a seguir la actividad porque no es una erupción en una isla deshabitada. La lava y la ceniza ha generado mucha destrucción. Sería más útil saber cómo se va a comportar porque podría tener un efecto positivo en la gestión de la emergencia.

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