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Efe
Las Palmas de Gran Canaria
Martes, 14 de mayo 2024, 16:03
La acusada de intentar matar a su padre en la casa familiar en Guía de Isora (Tenerife) el 1 de junio de 2023 llevaba un año sin tomar la medicación para tratar la esquizofrenia paranoide que sufre, lo que, según los peritos, defensas y Ministerio Público, podría ser la causa de que se desencadenara el brote psicótico.
Durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, la Fiscalía se reitera en su petición de 15 años de prisión con el agravante de alevosía, ya que el ataque se realizó por sorpresa, y el atenuante de alteración psíquica.
La defensa pide la absolución por haber sufrido la acusada una enajenación mental cuando sucedieron los hechos, debido a su enfermedad, a lo que se une una incapacidad reconocida del 65%.
Los policías que declararon en el juicio coincidieron en señalar que desde el exterior de la casa se veía un reguero de sangre, que partía de un charco situado en el salón, donde se cometieron los hechos cuando el padre descasaba en un sillón.
Un cuchillo de diez centímetros se había roto en dos partes, de manera que el mango estaba en la cocina y el resto en la sala en mitad del charco.
Antes de que fuera detenida, la mujer recordaba perfectamente y relató con tranquilidad lo ocurrido a la policía y dijo que había intentado acabar con la vida de su padre, a quien cuidaba, porque estaba harta de cómo la trataba.
Tras recibir nueve cuchilladas que afectaron a tórax, una mano y una rodilla, la hija le dijo que se podía «escapar» y el hombre huyó a la calle, donde pidió ayuda a una vecina que llamó a la policía y a los servicios sanitarios.
Uno de los hermanos se acogió a su derecho a no declarar, mientras que una hermana dijo que la acusada llevaba tiempo sin que le pusieran una inyección mensual para controlar la esquizofrenia, que era una persona totalmente normal cuando se medicaba y que nunca hubo ningún conflicto entre ambas.
Señaló que cuando tomaba pastillas permanecía estabilizada, pero al cambiarle el tratamiento a una inyección mensual fue cuando dejó de cumplirlo y empezó a notarla «muy nerviosa, fumaba mucho y estaba siempre callada».
Apuntó que era la encargada de cuidar a su padre, ya que su madre había fallecido, que es preciso siempre tratarla «con cariño» debido a su enfermedad, que «sabía que algo así iba a pasar» y también dijo que llevaba tres meses sin verla porque no quería salir de la casa.
El padre fallecido después por otras causas y declaró en su momento que no quería indemnización, relató cómo ocurrieron los hechos y no quiso presentar denuncia.
Los informes periciales médicos reflejan que las heridas causaron daños importantes en ambos pulmones que estuvieron a punto de causar un colapso, lo que se pudo evitar por la rápida intervención sanitaria.
Los psiquiatras dijeron que la mujer recordaba perfectamente lo que había ocurrido, pero negaba tener una enfermedad y no se acordaba de cuál era el tratamiento que recibía.
Desde el hospital la llamaban cíclicamente para que recibiera la inyección, pero ella daba excusas diciendo que ya se la habían puesto en el centro de salud, que estaba bien y sólo reconocía padecer una depresión.
Sin embargo, los informes ratifican que sufría una psicosis y esquizofrenia paranoide que además se enfocaba en varias ocasiones en sus familiares, y de hecho quince años antes había atacado a su madre.
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