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El equipo del buque oceanográfico Ángeles Alvariño ha constatado los daños causados en el ecosistema marino por las coladas depositadas en la fajana de Los Guirres y la ceniza que ha cubierto los fondos marinos. «El sistema bentónico -los organismos que tienen su hábitat en el fondo- está completamente arrasado. Ha habido una gran emisión de hialoclastitas por la fragmentación de lavas y también de gran cantidad de ceniza. Este es un problema serio porque cubre grandes superficies y se ha encontrado en los fondos a más de 2 kilómetros de distancia del delta lávico», explica el director de la campaña científica del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), Eugenio Fraile.
Este residuo, detectado incluso cerca de Puerto Naos, ha dañado las especies pelágicas. «La precipitación masiva de ceniza está causando estragos de una manera similar a lo que ocurre en la superficie. Está semienterrando sistemas bentónicos y una afección importante en el medio pelágico. En la columna de agua han aparecido peces muertos a los que se les ha practicado autopsias que señalan como causante la ingesta masiva de cenizas que se quedan en branquias», indica Fraile sobre el análisis forense realizado por especialistas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
En el Ángeles Alvariño hay un equipo de 13 personas expertas en geología, oceanografía y microbiología que tienen como misión caracterizar los fondos del entorno del delta lávico para vigilar su crecimiento y definir su extensión y disposición. «Eso se hace a diario con batimetrías de alta resolución», relata Fraile sobre una tarea en la que cuentan con el vehículo submarino Rov Liropus para la toma de imágenes y muestras de rocas y agua.
De momento, pese a que la lava emitida en los últimos días se dirige hacia el terreno ganado al mar por la lava, no se ha constatado una nueva inyección de material. «Hasta ahora la lava ha sepultado 33 hectáreas de la Zona Especial de Conservación (ZEC) marina y once hectáreas más, a partir del talud oceánico, alcanzando cotas de 350 metros de profundidad», subraya Fraile quien precisa que se han encontrado lavas almohadilladas a profundidades de 120 metros y que algunos cañones submarinos, con 30 metros de profundidad, han desaparecido tras colmatarse de material lávico.
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