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El volcán de La Palma que desató su furia el 19 de septiembre de hace ahora tres años dejó semisepultada la casa de Ana Melián, una imagen que dio la vuelta al mundo y llegó a ser elegida entre las mejores imágenes del año 2021 por el New York Times.
Tres años después, la propietaria de la conocida como 'la casa del volcán' se muestra «harta» de la falta de soluciones mientras su casa sigue convertida en un atractivo turístico. «No es justo que yo esté sin casa y otros se lucren de ella y del dolor ajeno», señala Melián, que acudió a ver su casa hace unos días y se encontró con un grupo de turistas acompañados por un guía que les indicaba que tomaran las imágenes que quisieran «que no había problema».
«Me sentó muy mal. Nadie nos ha pedido permiso», manifiesta Amanda. Decidió entonces junto a su marido ir a cubrir la casa con un plástico y poner fin a la historia. El pasado jueves fueron junto a unos amigos y la taparon. «A nosotros no nos dan soluciones, nos tienen olvidados y el resto del mundo haciendo fotos de mi casa», indica Amanda.
Hace tres años ella, su marido y sus dos hijos -uno de tres años y otro de apenas unas semanas- tuvieron que salir con lo justo de su casa recién estrenada, huyendo de la furia del volcán, que a su paso abrió una boca eruptica justo en el jardín de Amanda, a escasos 20 metros de la puerta de su vivienda. El «mazazo» fue terrible, pero la extraña belleza de aquella tragedia, con la casa semisepultada bajo un espeso manto negro de ceniza y la boca eruptiva a su puerta, fue inmortalizada por el fotógrafo Emilio Morenatti y, tras dar la vuelta al mundo, fue elegida como una de las mejores imágenes del año 2021 por el New York Times.
En estos últimos tres años han sobrevivido como han podido, primero en casa de familiares y desde hace dos años en una vivienda modular cedida por el Gobierno de Canarias, mientras siguen peleando con los trámites burocráticos que le permitan valorar si podrá recuperar su vivienda. Por su pérdida no han percibido ni un euro, pero han tenido que ver y soportar cómo turistas, medios de comunicación y «todo el que quería» paseara por allí, se acercara a la vivienda y la fotografiara cuanto deseara.
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