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El silbo con todas las letras

El silbo con todas las letras

Luis Morales Méndez es gomero y habla silbando. Cuando en la escuela le enseñaron el abecedario aprendió a silbar todas las letras, así que habla silbando y silba todas las letras. Lleva cerca de 30 años reivindicando su manera de silbar y su capacidad para enseñar a los demás a hacerlo. No es profeta en su tierra, pero sí fuera de ella.

Rosa Rodríguez, R. R. / Santa Cruz de Tenerife y Santa Cruz de Tenerife

Jueves, 1 de enero 1970

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El silbo gomero «es el lenguaje silbado más estudiado, pero no el mejor estudiado». Esto lo decía el año pasado el especialista en bioacústica y lingüista francés Julien Meyer. Lo repetía nuevamente a finales de mayo durante el V Encuentro con los Lenguajes Silbados que se celebró en la capital grancanaria. Chedey Cedrés, estudioso de esta forma de comunicación y participante también en el congreso, es quien alude al investigador francés para dar la palabra al que él considera el silbador gomero por excelencia: Luis Morales Méndez. Y lo hace porque este silbador no constriñe su silbido a unas pocas vocales y consonantes, sino que «silba con todas las letras del abecedario».

Desgraciadamente, dice Cedrés, ahora ya son muchos los que dicen que silbar es «hablar silbando» y se arrogan esa definición sin reconocer que Luis Morales lleva cerca de 30 años reivindicándolo y dando ejemplo de que «a silbar, como a hablar, se aprende practicando». Cuando alguien tiene problemas para hablar recibe la ayuda de un logopeda, para silbar, dice el propio Morales, hay que «practicar y hacerlo con todas las letras, a unos les saldrá mejor y a otros peor, pero hay que intentar hacerlo lo mejor posible para que llegue a la gente y se sepa lo que les dices».

Luis Morales empezó a silbar casi antes que a pronunciar palabras; lo enseño su abuelo en el barranco. Con siete años, recuerda, «ya silbaba con potencia» y, cuando a esa edad comenzó a ir a la escuela, el abecedario que le enseñaba el maestro él se lo llevaba al barranco y lo silbaba.

Julien Meyer conoce a Luis Morales. Lo conoció hace años en un congreso internacional al que estaban invitados varios silbadores gomeros y al que él, curiosamente, no fue invitado. Llegó hasta allí gracias a una llamada directa al Gobierno de Canarias reclamando su presencia. Y Luis Morales demostró ya en ese congreso, en los años 90, que un gomero «puede hablar silbando en gomero y en cualquier idioma» y que silbar se silba en todo el mundo. «Allí silbé en francés», recuerda Morales al tiempo que lanza una adivinanza lapidaria a los gomeros, a los que silban, a los que tienen métodos de enseñanza y llevan años enseñando el silbo en La Gomera y a los que están aprendiendo a silbar: «Hay un gomero que dice que hablando con el silbo no hay gomero que entienda lo que habla».

Se refiere Luis Morales a sí mismo y a los 22.000 gomeros que, según consta en el expediente gracias al que en 2009 la Unesco inscribió el silbo gomero en la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, practican el silbo. Y pone un ejemplo claro que da medida de su miedo a que este patrimonio, «que no es de unos pocos gomeros, sino de todo el mundo», se pierda: «Yo silbo en un barranco y nadie me responde al otro lado».

«Se está enseñando a silbar a mucha gente, pero nade silba»

Para comunicarse en La Gomera ya no hace falta silbar. Hay carreteras y, sobre, todo teléfonos. De eso son conscientes Chedey Cedrés y Luis Morales, que también denuncian que «se está enseñando a silbar a mucha gente, pero desgraciadamente nadie silba».

Ambos lamentan que este patrimonio se pueda perder y lo achacan a cómo se está enseñando, y no únicamente al método que se está usando, a su juicio erróneo. Dice Luis Morales que silbar no es hablar una persona frente a otra, sino lanzar un mensaje y apela a que se haga eso, que se vuelva a silbar y se enseñe a silbar en los barrancos.

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