Honor y mando para la Virgen del Pino
No sería hasta la Bajada de la Virgen del Pino del 11 al 25 de octubre de 1936 cuando la imagen lució las insignias, anudando con el fajín el espadín y el bastón a los pies del trono
José Luis Yánez Rodríguez
Cronista Oficial de Teror
Domingo, 7 de septiembre 2025, 23:20
En atención a lo solicitado por el ayuntamiento terorense, el informe realizado por el coronel Rafael de Castro, las promesas realizadas durante la campaña africana ... y lo acordado en la visita del general Primo de Rivera el año anterior; la Gaceta de Madrid publicaba el 27 de agosto de 1929, un Real Decreto por el que «se tributarán anualmente, en el día de su festividad, a la imagen de la Virgen del Pino, de la villa de Teror, los mismos honores que para los Capitanes generales de Ejército están consígnalos en las Reales Ordenanzas, cuando existan fuerzas militares en el lugar de su residencia, y la representación de Mi Real Persona en cuantos actos de culto se celebren en honor a la citada imagen. Dado en Santander á veintiuno de Agosto de mil novecientas veintinueve, Alfonso».
A raíz de ello en las Fiestas del Pino entre militares y autoridades civiles surgió la idea de iniciar una suscripción popular en todos los pueblos de la diócesis para 'ofrecer a la milagrosa Virgen, como tributo de ferviente devoción y cariño, el bastón de mando y demás insignias correspondientes a aquella jerarquía'. Debe tenerse en cuenta que jamás se concedió a la Virgen del Pino el título de Capitana General -sólo los honores- y que la presencia de esas insignias -bastón de mando, fajín y espadín- respondían más a querencia popular que a decisión militar.
Esas insignias estaban claras desde un primer momento y que la Virgen tenía que tenerlas, también.
Según las investigaciones del catedrático Demetrio E. Brisset, estos honores tardaron siglos en actualizarse y permanecieron intocables hasta que tras la pérdida de las últimas colonias; en 1901 se elaboraron nuevas Ordenanzas del Ejército armonizadas con la legislación vigente. En su tratado tercero, 'Honores militares' se refería a los 'Honores tributados al Santísimo Sacramento, a las imágenes sagradas y durante la Misa', que no se diferenciaban de los del siglo XVIII, salvo que ya incluían la ceremonia litúrgica de la misa. El fajín o faja de Oficial General se remonta según investigaciones a la época de las guerras de Italia en el siglo XVI, donde para distinguir a las fuerzas combatientes en el campo de batalla se usaron como distintivo por los diferentes países en contienda. El 20 de marzo de 1792 se reglamentó de tafetán carmesí con entorchados verticales para uso con toda clase de vestuario. Una orden ministerial de 12 de diciembre de 1989 dispuso que la faja fuese única para gala de punto de seda encarnada, con borlas de hilo de oro, flecos de seda roja y entorchados de empleo; el bastón de mando en la historia de los ejércitos, ha sido necesario para disponer de símbolos que distinguieran a los diferentes jefes de las unidades para su identificación durante el combate facilitando la cohesión y el mando de aquellas. La Real Ordenanza de 30 de mayo de 1840 y posteriormente el reglamento de 1943 establecen las normas a las que deben ajustarse los bastones de mando que habían de ser 'de caña de indias o madera rica, con puño de oro y cordón de hilillo del mismo metal, terminado en dos bellotas también de oro' para generales; el sable de Oficial General data de 1908, pero es en 1943 cuando se le realizaron las últimas modificaciones. Por ello, y para completar el honor concedido por decreto del rey, la ciudadanía de Gran Canaria quería estos tres símbolos sobre la imagen de la Virgen.
A la cuestación iniciada en las fiestas de 1929, se unieron rápidamente el gobernador Mariano de Cáceres Martínez, el Ayuntamiento de Teror, el cura Antonio Socorro Lantigua, el alcalde José Hernández Jiménez, etc. Para agilizar la recaudación, el 25 de marzo de 1930 se convocó una reunión en las casas consistoriales terorenses a las que acudió, con el fin de constituir distintas comisiones al respecto de ornar la imagen con los atributos de Capitán General, así como la de realizar también un manto con sus entorchados y en el que aparecieran grabados los principales acontecimientos históricos de la Virgen del Pino.
A dicha reunión asistieron personalidades militares, políticas y sociales de la isla, como la camarera de la Virgen, Pino Manrique de Lara, acompañada por un grupo de mujeres de Las Palmas que querían ayudarla en aquel cometido en el que doña Pino tenía un papel relevante. Asimismo, acudió Ramón Madan, marqués de Arucas, Comandante de Infantería y Caballero Gran Cruz del Mérito Agrícola; que pidió la voz para comunicar que donaba directamente a la cuestación, el bastón de mando que su hermano, el general Juan Madan, fallecido en 1902, había recibido de Alfonso XII. Al término de la reunión, todos se trasladaron al camarín de la Virgen y el marqués colocó en las manos de la Virgen del Pino aquel 'valioso símbolo de su nueva jerarquía'
Los hermanos eran tinerfeños e hijos de Juan José Jose de Madán y Cambreleng y Maria del Carmen Uriondo Duggi. Ramón había casado con la aruquense María del Rosario González y Fernández del Campo; y Juan con Francisca de Uriondo Saavedra y Duggi Mantilla de los Ríos. Con ella tuvo sólo una hija María de la Caridad, nacida en Guantánamo de Cuba; donde su padre ostentó el cargo de Gobernador Militar de Pinar del Río. María Caridad casó en el Palacio Real de Madrid con Pedro de Alcántara de Borbón y Borbón, primo de Alfonso XII, quien les concedió el título de duques de Dúrcal y posteriormente se trasladaron a vivir en París.
A pesar de iniciarse parte de los honores concedidos aquel mismo año de 1930; la llegada de la Segunda República en abril de 1931, dejó parado todo lo acordado ya que los honores fueron retirados. No sería hasta la Bajada de la Virgen del Pino del 11 al 25 de octubre de 1936 cuando la imagen lució las insignias, anudando con el fajín el espadín y el bastón a los pies del trono.
El 24 de julio de 1943, Franco firmó el Reglamento de actos y honores militares, que en su título III de 'Honores Especiales' distinguía los que debían tributarse al Santísimo Sacramento y durante la misa, así como a las imágenes sagradas, a las que 'se rendirán los honores específicos que les fueran concedidos'.
En 1957, durante la celebración del homenaje rendido a Monseñor Socorro Lantigua por sus treinta años como párroco del Pino y su nombramiento como Prelado Doméstico del Papa; entre los muchos obsequios que recibió le fueron entregados por el ayuntamiento un anillo de oro con amatista que llevaba grabada a la Virgen del Pino y el escudo de Teror; y por parte de la familia Bascaran, el bastón de mando que la regente María Cristina de Habsburgo entregó al general Bascaran -padre de doña Pura- cuando fue designado jefe de la Casa Militar de Alfonso XIII. Todos estos regalos fueron a su vez donados por Monseñor Socorro a la Virgen para su adorno en las procesiones como símbolos de la capitanía general.
Así permaneció todo hasta que el 11 de abril de 1984, cuando por real decreto se derogó toda la legislación que concedía honores militares a imágenes sagradas. Posteriormente, en 2010, un nuevo decreto especificó más concretamente todo lo relacionado con este aspecto. Hasta ese momento, Nuestra Señora del Pino lució durante décadas fajín, espadín y bastón; y otras muchas medallas que políticos y militares de todo rango donaron al Santuario.
Y es ahí donde está la exacta interpretación de todos estos objetos, valiosos por muchas consideraciones de tipo histórico o social: no se le concedieron a Nuestra Señora del Pino por ser Capitana General, ya que nunca lo fue; ni para destacar ninguna relación de la imagen con el mando que los mismos expresaban. Se les concedieron como donaciones personales para destacar el honor que querían imprimir en los mismos, tanto para Teror como para quienes los donaban.
Y no expresaba ningún otro mando que el que la advocación del Pino tiene sobre los corazones y los sentimientos de miles de hombres y mujeres de Canarias, que acuden diariamente ante Ella a rogar, a pedir y muchas veces a dejar como regalo, como acción de gracias, lo que pueden; desde un exvoto de cera a un bastón de mando con empuñadura de oro.
Si llegan desde el corazón, para la Virgen del Pino tienen el mismo valor e igual los mira. Y si se le pone un manto hecho por las monjas de La Palma hace sesenta años, también se le puede poner una faja de seda con borlas doradas.
En el sentimiento de quien los regaló nadie debe entrar.
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