Yo es que paso de la política, ¿sabe?
Elecciones 28M ·
«Es que todos los que se dedican a eso son iguales, yo no me entero de sus rollos y al, final, votar no sirve de nada...»Aburre, irrita y no se entiende. La política tiene ese algo que genera rechazo, o lo que es peor, inmovilismo ante la ciudadanía. Y quienes ... se dedican a ella tienen una fama cuanto menos discutible, solo un poco peor que la del periodista, o eso dicen las malas lenguas. Una pena, porque cuando se comprende para lo que sirve –o debe servir– y se ponen las gafas que regulan la miopía de las injusticias sociales, cada vez resulta más difícil apartar la mirada.
Una de mis mentoras proclama siempre que todo en la vida es política: no pronunciarse también. Lo que resulta peligroso es la falta de interés, porque lleva a la desinformación, y ese es el caldo de cultivo perfecto para ser fácilmente manipulables. Convivir en sociedad sin saber quién es su alcaldesa o presidente es como trabajar en una empresa en la que no conoce ni a sus jefes ni a qué se dedican.
El pensamiento crítico requiere de un cierto esfuerzo que no siempre se está dispuesto a realizar. Un alumno de bachillerato lo resumió a la perfección ayer en un reportaje para este periódico: «La política debe interesarnos lo suficiente como para votar, pero lo justo para no entrar en ella».
El desinterés y la falta de información son el caldo de cultivo perfecto para caer víctimas de todo tipo de manipulaciones
Pero lo cierto es que si gobernar implica unos deberes, ser gobernado también. Como mínimo, para estas elecciones, saber qué se vota, a quién y por qué. Porque su representante está llamado a impulsar cambios y defender los intereses de la ciudadanía. Que luego habrá que ver si cumple o no con lo pactado, pero precisamente ahí se deberá volver a fiscalizar al líder o al partido y pasarle la factura correspondiente, siempre con conocimiento de causa y no «porque sí».
¿De qué sirve la indignación de la barra del bar sobre la paupérrima nómina, las carreteras en mal estado o los colapsos en los pasillos del hospital si luego no se toma acción? «Es que todos son iguales cuando llegan al poder»; «¿De qué sirve votar?»; «Yo no me entero de esos rollos»... ¿Cuántas de estas afirmaciones no son ya lugares comunes en las calles?
Aunque quizás la pregunta que verdaderamente haya que plantearse sea otra: el por qué de esa desconexión. De una parte y otra, porque si la ciudadanía no se implica quiere decir que es más vulnerable a las decisiones que toma el poder, pero también que los dirigentes no son capaces de llegar a las generaciones actuales ni mucho menos con las venideras.
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