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Uno de los sectores más castigados por las restricciones para frenar el número de contagios ha sido, sin duda, la hostelería. Interiores cerrados, aforos limitados, terrazas al 50%...una batería de medidas que iban asumiendo con resignación, aquellos que pudieron aguantar. Otros negocios se vieron obligados al cierre definitivo, pues en los meses más duros de la pandemia, cuando los ingresos eran cero, los gastos eran los mismos que antes de la aparición del virus, algo completamente inasumible para los que no tuvieran algo de músculo financiero o de ahorros.
De ahí que este miércoles el sector se llevara una pequeña alegría contenida después de tanto tiempo de sufrimiento. El portavoz del Gobierno canario anunció, de manera sorprendente, teniendo en cuenta que querían mantener el toque de queda nocturno, que la hostelería de las islas en nivel 2 de alerta sanitaria podía permanecer abierta hasta las 00.00 horas. Una demanda que llevaban batallando los hosteleros desde hace tiempo y que ha visto la luz tras la caída del estado del alarma. Esto, unido a la apertura de los interiores, les permite sacar la cabeza del agua, y ver con algo más de optimismo el futuro a corto y medio plazo.
Es el caso de Gerardo Moreno, el propietario de El Almacén, un restaurante argentino de la capital grancanaria que ha sufrido especialmente estas restricciones, pues su local, además de ser muy pequeño, no tenía opción de instalar terraza. «Tener abierto el restaurante una hora más permitirá a los clientes disfrutar de la cena de forma más placentera y sin prisas. A nosotros nos ayudará a poder trabajar un poco más, para poder recomponernos económicamente del déficit que llevamos arrastrando los últimos meses», apunta Moreno, que solo ha podido trabajar un mes en los últimos cuatro meses. Además, pide que «nos dejen ampliar el aforo, ya que las estadísticas de contagios están mejorando día a día».
Joanna Ruiz es la propietaria del restaurante MyRey, en Gáldar. Ella se muestra «muy contenta de que nos dejen abrir los interiores porque han sido muchos meses cerrados, y con el toque de queda a las 22.00 horas no se podía dar cenas», aunque matiza que «la hostelería seguimos sin estar protegidos porque si volvemos al nivel 3 de alerta los perjudicados siempre somos nosotros, nuestro trabajo no está asegurado». Para Ruiz, «somos un sector que hemos pasado de ser conocidos por dar alegría, disfrutar de ver a nuestros comensales contentos, a estar agotados de que nos señalen como los culpables del virus», se lamenta, señalando que «estamos cansados, arruinados y asustados por si nos cierran los interiores otra vez».
Sobre las ayudas directas a su sector, Ruiz apunta que los requisitos para solicitarlas es de una media de 200 a 600 páginas. No hacía falta esas ayudas, solo que nos dejaran trabajar. Ahora que las necesitamos, el papeleo es ilitimado».
Desde la Asociación de Restauración por Municipio de Gran Canaria (Aremcan), se muestran «muy satisfechos pero también muy inseguros, ya que son acuerdos que no están consolidados». Señalan que «nos gustaría ver que este gobierno reconociera que se equivocaron cerrando la restauración, dando así lugar a que las personas se reunieran en casas particulares, provocando la mayoría de los focos de infección».
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