
«Cuando la vimos, estaba boca abajo, flotando y no reaccionaba»
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La rapidez y la pericia, claves en la actuación por la que dos policías nacionales salvaron de morir ahogada a una joven cerca del Faro de MaspalomasUna y media de la madrugada. 29 de abril. Alfredo y Domingo, dos policías nacionales, patrullaban cerca del Faro de Maspalomas cuando reciben una alerta. Una joven se había lanzado al mar y no la encontraban. Fueron los primeros en llegar. Tras unos minutos de búsqueda, dieron con ella. «Cuando la vimos, estaba boca abajo, flotando y no reaccionaba», cuenta Alfredo. Al sacarla y comprobar que estaba en parada cardiorrespiratoria, la apoyaron en la piedra más llana que vieron y le practicaron las maniobras de reanimación cardiopulmonar. «A los 20 segundos, más o menos, expulsó toda el agua». Respiró ella y respiraron ellos. Esta vez salió bien.
La rapidez y la pericia fueron claves en esta actuación. Quizás si hubieran optado por sacarla hasta el paseo de Meloneras, hasta un sitio más llano, para practicarle las maniobras, el final pudiera haber sido otro. La habían rescatado a unos 60 o 70 metros de la avenida, una distancia que se hace más larga si se tiene en cuenta que esa orilla está plagada de callaos y grandes piedras que hacen difícil transitar y, más aún, cargando con una persona.
«Hubo un momento en el que nos miramos y nos dijimos: si llegamos a aquí arriba (al paseo), a lo mejor no lo cuenta», confiesa Domingo. «Es que nos acordamos de que muchas veces vamos a un caso de ahogamiento y no salen para adelante. Y ostras, piensas, estamos solos aquí, de noche, a ver qué podemos hacer», apostilla Alfredo. Acumula 20 años de servicio, 18 de ellos en Maspalomas, pero por mucha serenidad y sangre fría que le ponga, siempre hay un punto de angustia cuando está en juego la vida de una persona.
Tampoco sabían cuánto tiempo llevaba en parada. Calculan que entre el momento en el que la joven entró en el agua y la llamada con la que les comisionaron pasaron 10 minutos y que luego pasaron otros 3 hasta que la hallaron. «Es que estaba todo cerrado y oscuro, no había luz». Al llegar encontraron a un grupo de personas en la zona de rocas, buscando en el mar con linternas de móvil y gritando.
«Estaban hablando con el Helimer, cogí el teléfono, les comuniqué la situación y el compañero se puso a hablar con ellos para averiguar dónde podía estar la chica», explica Alfredo. La suerte quiso que poco después, y pese a que vestía de oscuro, dieran con ella, bocaabajo e inconsciente, en una zona de poca profundidad.
«La conseguimos sacar, le cogimos las constantes como pudimos, no registraba signos vitales, no respiraba y vimos que estaba en parada. Estaba bastante fría», cuenta Alfredo. Tan mal la vieron que optaron por reanimarla entre los callaos, cuanto antes. «Vimos una losa donde cabía el tórax y empezamos», señala Domingo. Lleva dos años en Maspalomas, pero en los 13 que trabajó en Madrid ya se enfrentó a situaciones similares, como cuando en 2016 logró reanimar a una señora mayor víctima del incendio en un edificio.
Una vez lograron rescatarla, la pusieron en posición lateral de seguridad y al poco, la trasladaron al paseo, donde la cubrieron con una manta térmica. Presentaba hipotermia. Luego llegaron efectivos del Servicio de Urgencias Canario y otros compañeros del Grupo de Atención al Ciudadano al que pertenecen estos agentes. También se personaron bomberos. «Solo por la temperatura, cinco minutos más y no lo cuenta», les dijo uno de ellos.
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