Valleseco celebra este sábado la Noche Mágica del Burro
La segunda edición de este evento, que se realiza en el barrio vallesequero de Lanzarote, promete memoria, ternura y mucha emoción
En el barrio de Lanzarote, en Valleseco, se vivirá este próximo sábado, 9 de agosto, la segunda edición de la Noche Mágica del Burro desde las 19.00 horas. Memoria, ternura y mucha emoción no faltará en todos aquellos vecinos que decidan asistir a este evento.
La protagonista de esta fiesta tiene nombre propio: Rosa, una burra de pelaje gris plata, con ojos grandes y cálidos que guardaban historias de arrieros, caminos polvorientos y pozos profundos construidos con paciencia y trabajo. Vivía en la cima de Valleseco, en el barrio de Lanzarote y no estaba sola, puesto que en el pago de este barrio encontró un aliado que fue el veterinario Aníbal Vega, una de las personas que más se ha involucrado en la conservación del burro majorero, y a todo un pueblo dispuesto a devolverle a este animal el lugar que siempre tuvo en la historia isleña.
Bajo la brisa de la tarde de este sábado, la plaza del barrio se llenará de vida. Los burros recorrerán las calles saludando a su paso a quienes no puedan acercarse. Los más pequeños podrán montar en ellos y sentir su calma. También habrá carrera de cintas, exposición de aperos tradicionales, así como la albarda y la cabezada.
«Queremos que todos recuerden lo que han significado los burros para la isla. No son solo parte del pasado, sino que son parte de Lanzarote», afirma Aníbal. Este año habrá una gran novedad: el concurso popular al mejor burro y la mejor burra de la noche, donde el jurado será el propio público asistente a esta festividad.
«La gente podrá votar por el burro o burra que más le guste. Es una forma divertida y emotiva de hacer que las personas se involucren», indica Aníbal, que además añade que «el año pasado fue mágico. Ver a la vecindad emocionarse, recordar, tocar a los animales... Se cumplió el objetivo que era que el burro volviera al corazón del pueblo».
Precisamente el veterinario trabaja en centros como los que se encuentran en La Mulata o Llanos de la Pez, donde Aníbal y su equipo cuidan con cariño y dedicación a más de 20 ejemplares para lograr que el burro canario renazca. «Comenzamos hace veinte años con apenas cinco burros. Hoy tenemos más de 20 y cada año nacen nuevas crías», afirma con orgullo.
Cuenta que es «emocionante ver que hay más demanda de burros que los que logramos criar, puesto que la gente se está dando cuenta de lo noble, útiles y terapéuticos que son». Y es que los burros no solo sirven para cargar sacos o limpiar terrenos, sino que también son compañeros de terapias, calmantes de almas inquietas, consuelo de mayores y puentes vivos para los más jóvenes.
«Hoy en día se usan en terapias con personas mayores, niños con autismo, o incluso para aliviar el estrés, puesto que el burro te obliga a bajar el ritmo y escuchar, algo que es difícil de hacer hoy en día», comenta Aníbal.
