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José y sus amigos parten hacia Teror tras tres años de parón obligado por la pandemia.
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Aitor, Felipe y Jose, tampoco se han querido perder el reencuentro con la fiesta. En este caso, vienen para cumplir una promesa, ya que se declaran muy devotos de la Virgen del Pino.
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Tradición y tiempo en familia es lo que mueve hasta Teror a María, Alejandro y Marta. Vecinos de la capital grancanaria van cargados de fruta y agua para el camino.
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Las hermanas Fabiola, Teresa e Isabel comienzan su camino hasta Teror. Todos los años, cuando llega el siete de septiembre, van a ver a la Virgen del Pino. En algunas ocasiones lo hacen por promesa y otras porque les encanta la experiencia. Este año tienen «muchas ganas» y esperan que la Virgen les deje «salud para seguir viniendo».
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Yasmina y Raúl suben para «cumplir sus promesas». Naturales de Teror, no quieren perderse la vuelta «a la fiesta grande» tras tres años. Tienen claro que tras ver a la Virgen se comerán «el bocadillito de chorizo».
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Jessica, Yraya y Cristina son amigas y excompañeras de trabajo. Es el primer año que pasan juntas estas fiestas que, para ellas, son una oportunidad de volver a reunirse. «Tengo algunas promesas que cumplir y las chicas este año me acompañan», dice Yraya, que considera el recorrido como una «terapia».
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Este grupo de amigos se ha reunido para la ocasión. Aunque algunos vienen desde Sevilla, uno de ellos es de Moya, por lo que se encarga de contagiarles la devoción por la Virgen y las costumbres de la isla.
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Lourdes, desde Méjico, sube junto a sus amigos Marta, Alejandra y Francisco. Se prepara para vivir por primera vez esta experiencia.
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Benito acompaña a su hijo, Benito, a Teror. Aunque él lleva años viniendo, es la primera vez para su hijo y su nuera, Silvia, que es de Hungría. A ellos también se ha unido Elena, de Italia, para vivir la tradición.
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Jose e Itmar tienen muchas ganas de fiesta. Para el segundo es su primera vez, por lo que no sabe lo que esperar de esta experiencia. Creen que el recorrido se prolongará durante «tres horas» y lo primero que harán al llegar a Teror será descansar para coger fuerzas y disfrutar del ambiente.
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Mari Martínez y Pablo López, junto a su familia, personalizan cada año unas camisetas para subir a Teror. Así, este año han decido apostar por un diseño que destaca la figura de la Virgen, los paisajes de la isla y el color armarillo.
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Nayra, Gerardo y Damián tenían ganas de volver a hacer el recorrido a pie hasta Teror. Esta familia acude todos los años y, tras el parón por la pandemia, tienen «más ganas aún» de realizar el trayecto.
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María del Cristo, Filomena, Nereida, Conchi, Jessica y Jennifer son compañeras de trabajo en una residencia de mayores. En este caso, vienen con «mucha ilusión» para pedir salud para los abuelos que atienden.
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Carolina, las Ana y Andrea se estrenan en el camino hacia Teror. Es la primera vez que vinen y no han querido perderse la oportunidad de vivir las tradiciones de Gran Canaria.
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Desde la empresa Preventiva Seguros acude un grupo de trabajadores. El camino a Teror era una «tradición que se había perdido» pero que este año retoman con ganas y fuerza.
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