Temisas, un pueblo blanco fruto de un mestizaje de siglos
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Faneque Hernández publica un libro sobre la toponimia y la historia familiar del barrio de Agüimes, desde el 1500 hasta la actualidadNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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Un pueblo de casas blancas, entre olivos y en un imponente anfiteatro de piedra. Puede que esta descripción resuma la imagen, un tanto estereotipada, que los canarios tienen de Temisas, pero se queda francamente corta para la segunda entidad poblacional con mayor trascendencia histórica del municipio de Agüimes.
¿Sabía usted que esa vinculación con el blanco no vendría solo por el color de sus casas, sino por el de algunos de sus riscos? ¿O que la primigenia población nativa o aborigen fue arrasada tras la conquista e inicialmente sustituida por esclavos? ¿O que estas tierras, ya bajo mando de los Reyes Católicos, fueron otorgadas a un hidalgo jienense por méritos de conquistador, convertido, por tanto, en el primer dueño y señor de la Temisas castellana?
Las respuestas, documentadas, a todas estas preguntas las encontrará en un riguroso trabajo del investigador y divulgador Faneque Hernández, junto al genealogista Juan Ramón García y a la recién egresada en Historia Cirenia Hernández. Meses de buceo en todo tipo de archivos y de trabajo de campo, con entrevistas también de memoria oral, han quedado compilados en el libro 'Temisas. Toponimia e Historia Familiar', editado por CanariasEbook y publicado por el Ayuntamiento de Agüimes. Su presentación, que incluirá un concierto del Ensemble de la Capilla de Santa Ana, está prevista para el 9 de agosto, a partir de las 20.00 horas, en la plaza de la iglesia del propio barrio.
El acto será sencillo, pero de fuerte carga simbólica, porque, de alguna manera, pretende ser también un reconocimiento público a «un pueblo que ha estado olvidado durante décadas y que se merece su recuperación y su puesta en el lugar que por sus méritos le da la historia», como precisa Hernández, uno de sus autores y alma mater de esta publicación. No en vano, surgió a propuesta del alcalde, Óscar Hernández, quien le planteó, como miembro del Consejo de Patrimonio Histórico de Agüimes, la posibilidad de que acometiese estudios sobre las localidades del municipio. Este ha sido el primero del que podría ser una serie.
La obra, explica este catedrático jubilado de Geografía e Historia, traza un completo recorrido por la historia de este barrio desde el año 1500 hasta la actualidad, un repaso que, sin duda, contribuirá a reforzar el arraigo identitario de los poco más de 200 habitantes privilegiados de este enclave único. Hernández insiste en esa idea. «Nos hemos metido en muchos campos, pero no es un libro académico, sino que trata de poner en lo alto la historia de gente sencilla, que vino a poblar este territorio y le ha dado este realce patrimonial, urbanístico y humano que es actualmente Temisas».
En esa misma línea se enmarca incluso la portada, una ilustración de Dácil León Lacave con una versión expresionista del llamado Ídolo de Temisas, la figura de terracota que el arqueólogo Julio Cuenca halló en las últimas excavaciones en Risco Pintado y que muchos vecinos ni siquiera conocen.
De forma ordenada y cronológica, el libro recoge las distintas repoblaciones de Temisas desde el 1500 hasta estos días, siglo a siglo, con aportaciones sobre la toponimia y de la historia de las familias que lo habitaban, complementadas con el relato de otros hechos relevantes para la historia local.
Además, incorpora una investigación más concreta, con estudio de ADN incluido, sobre el linaje y las memorias de tres vecinos, Miguel Jiménez, exconcejal en Agüimes, Encarnación Sánchez, descendiente de pastores de ese apellido afincados en Temisas desde el siglo XVIII y de ascendencia indígena, y Juan Méndez, aunque, en este caso, ya había fallecido. Y un capítulo sobre temisenses ilustres, por cierto, gentilicio que prefiere Hernández, en lugar de temiseros.
En ese repaso por los siglos, la obra se detiene especialmente en el siglo XVI, cuando, eliminada toda la sociedad prehispánica que la habitaba, se inicia desde cero el poblamiento de Temisas a partir de la creación del señorío episcopal, en 1.500, y el otorgamiento del heredamiento de estas tierras al que sería su primer gran poblador, Pedro Castellano, jienense, de origen judío y que viene de Sevilla con su mujer y sus dos hijas. «A una sola familia se le otorga todo este territorio y una serie de tierras en el Carrizal».
Pero este caballero andaluz, condecorado por los Reyes Católicos por haber participado en la guerra de Granada, «un noble guerrero que ya había estado en la isla en la etapa final de la conquista, 1482-1483, para reforzar a Pedro de Vera», nunca vivió en Temisas, sino en la villa de Agüimes. ¿Quiénes la poblaron entonces? «Sus trabajadores y esclavos negros» en el ingenio de azúcar y en otro de hierba pastel (que fabricaba un tipo de colorante color añil). «Y sabemos sus nombres, no sus apellidos, porque no los tenían. Hablaban de machos y hembras, como si fueran animales».
Son los primeros que se asientan en las cuevas del barrio de El Callejón, el núcleo más antiguo, que hoy llaman de La Inmaculada, una redenominación impuesta en la primera mitad del siglo XX por un cura, Juan Mauro, que Hernández no comparte. Por cierto, otro de los barrios, ahora bautizado del Sagrado Corazón, era y es conocido por los vecinos como el de Enfrente o el Henchidero, en alusión a un tramo de acequia ensanchado usado como abrevadero para animales que aún se conserva. Esta es otra aportación de Hernández al origen del topónimo.
A aquellos esclavos se les sumaron poco después familias nativas, según explica este historiador, asentadas en cuevas de las montañas que rodean Temisas. Entre las más relevantes figuró la del hidalgo Fernán de Canaria, que después de haber participado en la conquista de Tenerife, decide retornar a su isla natal con toda su familia, sus esclavos y sus hijas, Mariana, Lucía y Ana, que se establecen en esta serranía de Agüimes. «Es una segunda familia muy importante en el repoblamiento del 1500. Luego vinieron los portugueses, de apellido Méndez, los Aldón, un francés de apellido Bordón... Esa mescolanza entre labradores y los descendientes de los pobladores iniciales es la población originaria de Temisas».
Todo ello le lleva a afirmar que «los temisenses actuales tienen una herencia muy plural y muy rica». Y no solo en sus linajes. También en su toponimia, alguna de raíz amazigh como el propio nombre de Temisas. Esta es otra de las aportaciones del libro, que incorpora pruebas de que su significado es rocas blancas, o manchones blancos, por los riscos de ese color existentes en el entorno del pueblo y que son visibles desde la costa. «El sufijo sa indica color blanco». Lo contrario sería tenique, piedra negra. Además, estudios recientes acreditan en Marruecos el uso del término Temisas para referirse a un tipo de roca blanca. Cinco siglos después, y pese a lo que ha llovido, hay cosas que no cambian. A Temisas, por unos y por otros, siempre se le ha visto como un pueblo blanco.
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