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Su historia es digna de ser relatada en un libro o que sirva de argumento de una película. Julia Martel Martín nació en el año 1951 en Telde, en el barrio de La Solana. Lleva casi 40 años residiendo en La Garita y se ha convertido en toda una líder vecinal al frente del Patronato La Sal. Su vida ha estado llena de una lucha y pelea diaria por sus derechos, en un mundo nada fácil. Julia ha sido la primera árbitra de fútbol de España.
Recientemente el Ayuntamiento de Telde le otorgó la Medalla al Mérito Deportivo del municipio durante la gala de entrega de Honores y Distinciones de la ciudad, algo que le ha llenado de orgullo y que agradece profundamente a toda la corporación municipal. Su idilio con el fútbol fue muy curioso. En los años 80, Julia vivía en el edificio Virgen del Pino de Escaleritas, en Las Palmas de Gran Canaria, curiosamente la sede de siempre del Comité de Árbitros de Las Palmas. «Yo siempre veía subir a muchos hombres. En esa época yo sufría de artrosis y el médico me indicó que tenía que hacer ejercicio. Sin pensármelo pasé por el Comité de Árbitros y había un cartel que indicaba el inicio de un nuevo cursillo para ser árbitro y me apunté, y lo hice. Mi prueba de fuego, antes de iniciar a dirigir partidos de niños, fue pitar un partido de Aficionados en Valsequillo, con la presencia de dos informadores. Los futbolistas se miraban unos a los otros al verme y se preguntaban: «¿Esto qué es?», pero debo decir que guardaron el respeto», relata.
Ahí, con 28 años de edad, Julia Martel inició su carrera arbitral. Un camino lleno de dificultades y obstáculos. Su primer partido oficial fue en 1981, en el campo de La Piscina, en La Isleta.
Aún recuerda aquellas jornadas maratonianas de partidos en La Feria del Atlántico, en unas condiciones lamentables. «Allí viví las peores experiencias que un ser humano podría vivir. El cuarto de los árbitros era lamentable, lleno de aguas fecales. Yo desde aquellos años me rebelaba ante las injusticias y siempre en las actas anotaba las enormes carencias que tenían las infraestructuras, y me convertí en una árbitra incómoda para muchos políticos. Luché porque los campos tuviesen vestuarios dignos y siempre lo recalcaba en mis informes», puntualizaba.
Esas reclamaciones tuvieron su eco y Julia destaca que una persona que puso esmero en poder mejorar la situación fue el concejal José Antonio Medina, en su etapa en Telde al frente de Deportes. Lo que ha vivido por Julia Martel en los campos de fútbol fue terrible. «Vete a tu casa a fregar platos ha sido lo más benévolo que me han dicho, porque hay cosas que soy incapaz de pronunciarlas y me iré a la tumba con ellas», destaca con resignación.
Julia, al margen de su labor arbitral, fue sanitaria y su trabajo hasta su jubilación también tuvo su reconocimiento. Precisamente por su trabajo se trasladó durante cinco años a Tenerife, al Hospital de La Candelaria. Allí siguió arbitrando y ascendiendo, hasta llegar a Tercera División Nacional, cuando dirigió un Orotava-Marino.
Al regresar a Gran Canaria continuó con su vinculación con el arbitraje, como informadora, en la escuela de árbitros y dirigiendo encuentros. Uno de los momentos más complicados para ella «se producía los lunes, cuando los jóvenes árbitros venían a entregarme las actas de los partidos y me decían que habían sido agredidos. Se me caía el alma al suelo», expresaba con rabia.
Ahora lleva muchos años alejada del arbitraje, «ni me llaman», recalca. Una mujer que es pionera al ser la primera árbitra de España no tiene ninguna vinculación con la Federación Interinsular de Fútbol de Las Palmas, un detalle que sorprende.
Pero Julia Martel a pesar de las circunstancias sigue adelante con una fuerza inusitada. Lleva casi 40 años residiendo en La Garita y en 1986 fundó el Club Deportivo Yoñé, «de ahí salió Misa, la portera del Real Madrid y campeona del mundo», matiza, y hoy en día sigue siendo la presidenta de la Asociación Vecinal Patronato La Sal.
«Cuando Paco Bello llegó como sacerdote a La Garita se creó la parroquia y había necesidad de encontrar un vínculo con los jóvenes del barrio. Desde hace 30 años, y consensuado con los vecinos, las fiestas patronales del Sagrado Corazón de Jesús en La Garita se celebran en septiembre, mientras que el acto religioso se celebra en junio. Hoy en día, tras esos 30 años, las fiestas de La Garita son una de las más importantes de Telde», afirma.
Julia sigue día a día al pie del cañón, luchando por los intereses de La Garita. «Yo no soy de dar titulares, al llevar una asociación si hay algún problema con algún político, lo mejor es hablarlo cara a cara». El reconocimiento que ha tenido de su Telde natal no lo ha asumido como algo suyo «sino a todas las mujeres que a lo largo de su vida han luchado por un objetivo a pesar de las dificultades».
El fútbol femenino está avanzando, pero Julia Martel, una mujer que vivió sus inicios desde el arbitraje, lamenta cómo se ha ensombrecido el título mundial de España por lo de Rubiales. «No sé si no tenían otro consejo. Lo de Rubiales se hubiese llevado a Fiscalía desde un primer momento, pero ellas debían haber vivido con intensidad el triunfo, algo que quedó en un segundo plano lamentablemente. Se han ido dando pasos hacia adelante, pero queda mucho por hacer».
Cuando Julia se pone la ropa de árbitra «me siento bien. Es una forma de educar. Ahora voy a algún colegio y arbitro a los niños y niñas, y eso para mí me llena de alegría», afirma. El año pasado disfrutó con la Fiesta del Fútbol Femenino, en el que se reunieron futbolistas de la época, «algo que me gustaría traer a Telde el próximo año», apostilla.
Julia Martel es ejemplo de esfuerzo y solidaridad con los demás, con un corazón lleno de fuerza a pesar de las dificultades sufridas.
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