San Juan se llena de tradición en la celebración del Día de Canarias
ultura. El municipio cerró este lunes la festividad de la Comunidad Autónoma con un amplio repertorio de actividades y puestos, en una plaza del casco histórico de la ciudad rebosante de canariedad y buen ambiente
Tras un fin de semana repleto de conciertos, actividades y exposiciones para honrar y conservar la tradición de las islas, en la mañana de este lunes 30 de mayo -Día de Canarias- se ha puesto el colofón a la celebración de la efeméride con un amplio programa de actos y puestos tradicionales en una plaza de San Juan rebosante de buen ambiente de principio a fin.
El casco antiguo de la ciudad fue el epicentro del día grande de la fiesta de la Comunidad Autónoma desde las 10.00 horas de la mañana hasta las 14.00 horas de la tarde. Desde primera hora la gente, engalanada con sus trajes típicos canarios, llenó los aledaños de la basílica de San Juan Bautista para revivir la festividad, siendo la primera vez que se hacía sin la presencia obligatoria de las mascarillas desde la aparición de la pandemia de coronavirus.
La plazoleta destiló canariedad por los cuatro costados. Los visitantes pudieron disfrutar de talleres artesanos, exposición de juguetes tradicionales, escenas canarias, exposición y venta de artesanía tradicional y productos de la tierra, además de las actuaciones de varios grupos folclóricos, de la Banda Municipal de Música y de la Banda de Agaete y sus papahuevos.
Historias de todos los colores
Entre los decenas de puesteros estuvo Ulrike Güse, una alemana que llegó a Gran Canaria hace 24 años y que ya se siente tan canaria como las papas arrugadas y el mojo picón. En su pequeño quiosco ofreció los pañuelos, chalecos y cojines que ella misma cose en su taller de la capital, donde ahora mismo vive, pero de donde pronto se tendrá que marchar por el elevado coste del alquiler al que no alcanza con sus ingresos.
Mientras busca un nuevo lugar donde vivir y trabajar, sigue vendiendo sus piezas hechas a mano. Muchas de ellas, además, tienen tejidos a los que ella misma ha dado color con una técnica en la que utiliza elementos naturales. Con la cochinilla hace el rojo, con la cáscara de cebolla consigue tonalidades desde el amarillo cálido al naranja o con el palo campeche, que le permite colorear de violeta sus telas. Todo lo aprendido dice haberlo conseguido gracias a su mentora, Nilia Bañares, a quien le debe mucho.
En el puesto de al lado tenía a don Pablo, un moyense al que dieron un espacio en el que enseñó y vendió algunas de sus cestas hechas a mano. Muchas de ellas formadas con mimbre, algunas con junco y otras con caña. Un arte que aprendió hace más de 40 años y que en esta jornada matinal mostró a quienes se acercaron a su pequeño puesto en la plaza de San Juan.
Diversión y alegría
La diversión y la alegría del público general fueron la prueba inequívoca del éxito de una feria en la que tampoco faltaron bailes, folías, timples, el juego del garrote, coches de juguete hechos con alambres y latas, helados tricolor, quesos de cabra o piñas asadas.