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De un tramo de la calle León y Castillo, poco transitado, algo escondido, a la lista de recomendaciones de una de las guías gastronómicas y de viajes más populares de España. Ese es el salto cualitativo que ha dado LaLola en sus apenas cinco años de vida y eso solo se entiende por el esfuerzo, el cariño y el compromiso con el servicio y la calidad del producto que son marca de la casa en esta cafetería de San Juan. Este pequeño negocio acaba de ser incluido entre los llamados soletes de la Guía Repsol 2021, una nueva categoría que, según explica la propia publicación, busca poner el foco en aquellos locales poco conocidos, incluso fuera de los circuitos habituales, que cualquiera recomendaría a un amigo o a un vecino de paso por la ciudad porque son un acierto seguro. «Uno de esos rincones majos -añade la guía-, con un no sé qué que te hace volver».
Y LaLola lo es. Primero, por su ambiente acogedor, una de sus señas de identidad, con un local inspirado en el salón de un hogar. Y segundo, por su oferta gastronómica, en la que hay casi de todo para desayunar, pero donde se pone el acento en la opción vegana. 'La comida supersana y saludable. Desayunos con productos de primera calidad tratados con cariño y esmero para brindarte una experiencia diferente. El local es un encanto'. Así la describe la Guía Repsol, que por estas características la incluyó en su listado de más de 1.000 soletes de España, de los que solo 16 están en la provincia de Las Palmas, y en Gran Canaria, solo 4. Además, en la categoría de cafeterías solo entraron dos, una es Levain, en Teguise (Lanzarote) y otra es LaLola.
«Un regalo». Así califica esta distinción su propietaria e impulsora, Silvia Santana, de 32 años, una exestudiante de Derecho apasionada de la repostería y del diseño de interiores. Y «una sorpresa». Literal. Porque no supo nada hasta que se publicó la lista. «Me enteré porque me la mandó una amiga, yo no tenía ni idea». Ni se inscribió ni presentó una candidatura. Simplemente le llegó. La Guía Repsol explica que esta primera selección de soletes ha sido el fruto del trabajo de un equipo de expertos en gastronomía repartidos por toda España. El que anda por esta provincia debió pasarse por LaLola, le gustó y la propuso. «Es un espaldarazo que no te esperas porque en realidad lo que hacemos es poner todo nuestro cariño para que el cliente se vaya contento, que es nuestro principal objetivo», apunta Silvia.
Entre sus clásicos figuran las hamburguesas veganas, como las hechas de lentejas o de guisantes, o su repostería, igualmente vegana, pero también encandilan con sus tostadas saladas y dulces, sus burritos o sus rollitos. Aparte de buenos, porque son caseros, saben mejor al poder degustarlos en mitad de un entorno que hace sentir al cliente como en casa, con muebles que a uno le recuerdan a la vivienda de los abuelos, como una mesa redonda o un sofá. Por no faltar, no falta ni una pequeña televisión en blanco y negro, aunque esta última está en una segunda sala que ahora está sin uso a la espera de que se levanten los rigores que ha impuesto la pandemia. Tienen incluso una pequeña selección de libros a disposición de los clientes, aunque, como la sala anexa, está provisionalmente 'en barbecho', hasta que la covid deje de hacer de las suyas.
Y el otro gran ingrediente que, quizás, explica este reconocimiento es el desvelo con el que atienden este negocio Silvia y su familia, porque aquí echan todos una mano. «Tratamos a la gente con mucho cariño», explica Nacho Santana, el padre de Silvia. Hasta el mismo nombre de la cafetería surgió de un amor incondicional, el de la dueña por una perrita, Lola, una bulldog americana que Silvia sacó del albergue de Bañaderos. Ya estaba muy viejita y murió apenas unos meses antes de la apertura del local (es más, entristeció tanto a Silvia que retrasó su puesta en marcha). Nacho cree que cuando ella decidió que bautizaría la cafetería con el nombre de Lola retomó los trabajos para abrirlo con mayor ilusión. Hasta el logo del negocio contribuye a su recuerdo.
LaLola ofrece la opción de la comida vegana, porque Silvia también lo es, pero también tiene menú para los que no forman parte de ese colectivo. Todo surgió en marzo de 2016. La familia, con tradición hostelera, se mudó a Telde, y esta joven emprendedora, que ya había acumulado años de trabajo detrás de una barra, se lanzó a la piscina y cumplió su sueño de montar una cafetería. Su padre ha dedicado su vida a este sector. Regentó la cafetería del Colegio Alemán, en Almatriche, en la capital, y llevó una cantina del campo de fútbol de Santa Brígida, pero siempre trabajó de camarero. Ha sido ahora, al involucrarse en el negocio de su hija, cuando se ha metido más de lleno en la cocina. Y, visto el éxito, no se le da nada mal. Tienen una clientela muy diversa, que viene buscando el menú vegano, gente que le llega de toda la isla, pero también les beneficia estar en medio de tres colegios. A partir de ahora, además, figuran en una guía de referencia.
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