La basura se hace endémica en los barrancos de Telde
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Toneladas de residuos 'crecen' como una plaga en los cauces del municipio, convertidos en vertederos improvisados y camuflados para vándalos del medio ambienteSecciones
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Toneladas de residuos 'crecen' como una plaga en los cauces del municipio, convertidos en vertederos improvisados y camuflados para vándalos del medio ambienteLa basura ya forma parte del paisaje de los barrancos de Telde. Ya no se la puede considerar siquiera una especie invasora. Su presencia se ha naturalizado tanto que ha tomado el carácter de endémica. Esa es la triste realidad que depara un simple paseo por algunos de los tajos naturales que cortan el municipio de oeste a este, convertidos en vertederos improvisados y camuflados, al abrigo de miradas inquisitoriales, de los que podrían llamarse vándalos del medio ambiente.
Senderistas y 'runners', usuarios habituales de estos circuitos de ejercicio al aire libre, denuncian semana sí, semana también el incivismo galopante que se ha apropiado de tesoros tan emblemáticos como el barranco Real, el de Silva o el de Ojos de Garza. Ni siquiera escapa el llamado corredor paisajístico, donde la cartelería instalada para informar de las bellezas del camino comparten protagonismo con torres de palés, bolsas con escombros de obra o residuos de una mudanza mal gestionada.
Da la impresión de que la presión de los agentes de la Policía Local de la Unidad de Medio Ambiente, que ha ido cercando poco a poco a los habituales de estas prácticas en las orillas de carreteras poco transitadas, ha acabado por obligarles a internarse por lugares algo más aislados, como en el cauce de algunos barrancos, y a dejar en ellos huellas tan dañinas y contaminantes.
Sillones, colchones, armarios desarmados, somieres o inodoros comparten protagonismo con montañas de restos de moldura de yeso, gomas de camión y filas serpenteantes, habitualmente pegadas a las orillas de ambas laderas, formadas por bolsas de plástico y todo tipo de botellas y latas. Además, en el barranco de Ojos de Garza se disputan el cauce con decenas de vehículos aparcados, o mejor, mal aparcados, que prueban que la especie humana es la única que tropieza en la misma piedra dos veces; no ya por lo sucedido recientemente por la DANA que arrasó Valencia, que para algunos puede sonar lejana, sino por las veces que las escorrentías en este mismo cauce convirtieron en barcos a los vehículos en él estacionados.
Los usuarios de estos barrancos, habituales sufridores de estas miserias, remiten este álbum de vergüenzas para ver si así logran sensibilizar a los insensibles a instar a una batida de limpieza de la administración competente.
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