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A la desesperada. Así andan ya los pescadores de Castillo del Romeral, en San Bartolomé de Tirajana. Por no tener, ya no tienen ni dónde atracar. Ni por abajo, porque el mar apenas tiene calado y a marea vacía sus barcos encallar; ni por arriba, porque su único pantalán es hoy una plataforma destartalada, con tablas sueltas y donde entra quien quiere, como en la casa de Tócame Roque. Harto y aburrido, Álvaro Déniz, presidente de la Cofradía de Pescadores, ya no oculta su desesperanza. «Si esto sigue así, nos obligarán a llevarnos nuestros barcos de Castillo del Romeral».
Y no exagera. Basta con darse una vuelta por el muelle y mirar al agua. A simple vista se observa que apenas hay profundidad. «Cuando baja la marea, no podemos salir ni entrar porque rompemos los barcos contra el fondo ». Hay tan poco calado en algunas zonas que a marea vacía el agua le llega a Déniz a media canilla, a entre 30 y 40 centímetros. «Hablo de donde atracamos, porque ya donde descargamos es imposible entrar», precisa. «Ahí quedan 10 centímetros de agua».
La clave es que la bahía está abierta al sur y las corrientes depositan la arena bajo la lámina de agua que forman el muelle y la playa de La Caleta. Así las cosas, les urge, de entrada, el dragado de toda esa superficie, pero también, más a medio que a largo plazo, la construcción de un contradique, aunque sea sumergido, que cierre la entrada de arena por corrientes y aires del sur.
A este problema se le suma el desgobierno que preside la gestión del pantalán que les sirve para atracar. En la cofradía hay 19 barcos, pero no todos pueden usarlo. Unos, por el bajo calado, y otros porque literalmente no tienen sitio. Cualquiera que llega, se amarra. «Ya tenemos uno que está viviendo en su barco», se queja Déniz. «Así ni siquiera podemos ampliar la flota, ni comprarnos barcos más grandes, ni pueden entrar barcos de otros puertos; este es un muelle de interés pesquero, de tránsito para muchos barcos de pesca, pero aquí no entra nadie», protesta.
Déniz siente que están en tierra de nadie, abandonados. «Esto nos pasa porque somos muy pequeños, no somos de interés turístico », se lamenta. Es de las cofradías con la media de edad más joven de Canarias y, por tanto, las de más futuro, pero a este paso...
Álvaro Déniz ya no sabe qué puertas tocar, porque en ninguna le han dado una respuesta, ni tampoco tiene claro de qué administración es la competencia. Pesca, del Gobierno canario, mira para Puertos Canarios, y allí, según fuentes oficiales, aseguran al menos que tienen una partida de 60.000 euros lista para contratar este año la redacción del proyecto y el trámite ambiental para el dragado. Y que ya adjudicaron varias mejoras para la zona de tierra, aunque estaba previsto que empezaran en febrero y aún no se ha movido una piedra. Los que sí se mueven son los amigos de lo ajeno, que tienen escaldados a los pescadores. «Solo nos ponen vigilancia cuatro horas al día». Otra asignatura pendiente, apunta Déniz.
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