El Sequero: esencia viva en las medianías de Ingenio
Entre el legado de la caña de azúcar, el pan de puño y los calados artesanales, este barrio mantiene viva su memoria e identidad celebrando su pasado sin dejar de mirar al presente
El Sequero es uno de los barrios más emblemáticos del casco histórico de Ingenio, municipio situado en las medianías orientales de Gran Canaria. Aunque un pequeño barranquillo lo separa del centro del casco urbano, ambos se encuentran unidos por un puente cargado de simbolismo. En tiempos pasados, cuando las aguas corrían con fuerza barranco abajo, este paso era esencial para acudir a la iglesia o a las faenas diarias. Hoy, aunque ya no sea imprescindible, sigue siendo testigo de la unión entre dos comunidades hermanas.
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El Sequero conserva el encanto de los barrios con alma: calles empedradas, casonas tradicionales y patios floridos que parecen detenidos en el tiempo. Pasear por sus rincones es dejarse llevar por la serenidad y por aromas que despiertan la memoria colectiva, como el inconfundible olor a pan recién hecho.
«El barrio de El Sequero debe su nombre a la costumbre de extender al sol el trigo, la cebada o el centeno antes de molerlos», explica José Manuel Hernández, vecino de este rincón. Aún hoy, esos cereales forman parte inseparable de la identidad y el sabor del lugar.
Al otro lado del puente que une este barrio con el casco de Ingenio se alza la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria, reconstruida en 1908 con piedra del propio municipio, sobre los restos de una ermita del siglo XVI. Desde entonces, el templo ha sido punto de encuentro y de fe para generaciones de vecinos.
El célebre pan de puño, de forma redondeada y textura compacta, sigue horneándose en panaderías que mantienen vivas recetas centenarias. Este pan no solo alimenta, sino que une a generaciones enteras alrededor de una tradición que en El Sequero e Ingenio es orgullo y símbolo. «Cada pan es como un recuerdo. Es parte de nuestra identidad», señala José Manuel.
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El nombre de Ingenio recuerda su vínculo con los antiguos ingenios azucareros que, en el siglo XVI, convirtieron al municipio en un centro económico de relevancia en el Atlántico. La caña de azúcar dibujó un mar verde en el paisaje y abrió rutas comerciales hacia América. El municipio mantiene viva su alma de pueblo:«En Ingenio no hace falta reloj: el tiempo lo marcan las conversaciones en la calle con los vecinos», resume Olivia Hernández, presidenta de la Asociación de Vecinos de El Sequero.
Artesanía y cultura viva
Ingenio no solo huele a pan. También se cose en hilos. Los calados, delicada artesanía femenina transmitida de madres a hijas, siguen siendo seña de identidad. «Empecé de niña, viendo a mi madre, y desde entonces sigo bordando. Para mí no es solo un oficio, es un legado», cuenta la caladora Rita Rodríguez.
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Aunque la tradición ha ido perdiendo fuerza con los años, El Sequero continúa siendo referente. Las asociaciones y talleres locales trabajan hoy para que el calado no se convierta en un recuerdo, sino que siga vivo como símbolo de identidad y arte, con actividades como la Feria de Caladoras que se celebra en el parque Néstor Álamo de este barrio.
En el corazón de El Sequero destaca un ejemplar de palmera canaria de dimensiones colosales y nombre popular: la palmera de Paquesito que supera los 30 metros de altura y es visible desde cualquier lugar de este enclave.
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Conocida popularmente en el municipio como la palmera de Paquesito, nombre que recibe por estar en el terreno de la que fue la casa de un vecino llamado Paco. La icónica palmera se alza en el parque municipal Néstor Álamo del casco antiguo de Ingenio. Este ejemplar tiene una antigüedad estimada en más de 200 años. Es una de las palmeras más altas y longevas de España, y su silueta se distingue desde casi cualquier rincón del municipio.
El Sequero mantiene viva la esencia de Ingenio. Un barrio que, con su historia y sus dulces rincones, recuerda que las raíces son el mejor puente hacia el futuro.
Apuesta por la cultura
La cultura en Ingenio late durante todo el año. El Festival Internacional de Folclore convierte cada verano al municipio en un escenario global donde lo local dialoga con lo universal. A esto se suman las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Candelaria y San Blas, donde devoción, música y gastronomía se entrelazan en un ambiente de comunidad y orgullo. «Ingenio respira cultura todo el año: tenemos teatros, talleres, asociaciones y colectivos que mantienen vivo el pulso del municipio», destaca Mencey Estévez, vecino implicado en la vida cultural.
«En Ingenio no hace falta reloj: el tiempo lo marcan las conversaciones en la calle con los vecinos», comenta Olivia
Las fiestas patronales, en honor a la Virgen de la Candelaria y San Blas, son otros de los momentos clave, donde devoción, música y gastronomía se entrelazan con la identidad del pueblo. «Los días de las fiestas Ingenio se llena de vida y gente de todos lados», comenta con orgullo la presidenta de la asociación vecinal de El Sequero.
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