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Cruz enramada por las hermanas de Sanjay en el lugar donde murió C7

«Sanjay era un cacho de pan, no se mereció eso»

Crimen junto al parking del Anexo II ·

Familia y amigos recuerdan al joven sintecho que murió apuñalado en Playa del Inglés | Les duele que se le juzgue por vivir en la calle

Gaumet Florido

San Bartolomé de Tirajana

Lunes, 21 de julio 2025

Un cartel en forma de corazón y un mensaje. 'Amigo, sin ti la vida no sería lo mismo'. Lo colocaron Clara (su nombre es otro, pero prefiere, por razones personales, no desvelar su identidad) y su pareja este pasado fin de semana. Se sumó al pequeño homenaje que le están tributando familia y amigos a Sanjay, el joven sintecho que falleció la semana pasada, víctima de un crimen, en Playa del Inglés (San Bartolomé de Tirajana). Clara está molesta con la imagen que se ha proyectado de alguien de quien guarda tan buenos recuerdos. «Nosotros hemos pasado por dificultades y él era tan generoso que nos daba incluso de lo poco que conseguía pidiendo».

Una cruz enramada, unos mensajes grabados en la pared, cintas de condolencias... Eso es lo que ha quedado de Sanjay Kumar Sánchez en el pequeño rincón donde se refugiaba para pasar sus noches al raso en Playa del Inglés y donde, a la postre, la noche del pasado lunes, perdió la vida a manos, presuntamente, de un vecino de San Fernando de Maspalomas. Es el pequeño altar que le montaron sus hermanas y sus amigos en un recodo junto a la escalera que une el Paseo Costa Canaria con la explanada para aparcar del centro comercial Anexo II.

La primera agresión pudo producirse en torno a estos contenedores, según aseguran testigos presenciales. C7

Clara y su pareja lo conocieron hace cuatro años, en Puerto Rico (Mogán) y desde entonces mantuvieron el contacto por móvil, aunque reconoce que ella llevaba unos meses sin verlo. «Mi pareja sí lo veía; trabaja por aquí cerca y se saludaban; hace poco le dijo que estaba intentando ahorrar para un alquiler». Para ellos no era Sanjay. Era Sánchez. Su segundo apellido. Así lo llamaban.

Todavía no se cree lo que le ha pasado. La familia de Sanjay, tampoco. No sabía que vivía en la calle. De padre hindú y madre canaria, pasó parte de su vida en la India, pero volvió a la isla y se afincó en el sur. Por eso, aunque hablaba español, no lo dominaba del todo, según contaban ayer sus amigos, lo que llevaba a que la gente que no lo conocía bien le atribuyese un origen extranjero pese a que era español.

«Para anunciarle la muerte a mi madre sí que supieron dónde vivía; pero no para decirnos que estaba en situación de calle; nunca nos avisaron; de haberlo sabido, esto no habría pasado», se lamentaba este lunes Mariel Sánchez, una de sus hermanas. Ella, Yanet y Leticia volvieron a reunirse en el lugar donde apareció su cuerpo. Están desoladas, por cómo murió y por no haberse enterado a tiempo de que necesitaba ayuda. «Iba a ver a mi madre y nunca vimos nada raro; le preguntábamos cómo le iba y siempre nos decía que bien; está claro que no quería preocuparnos». Estos días de tanto dolor solo les reconforta saber cuánto querían a Sanjay en el entorno donde estuvo viviendo estos últimos años, primero en Puerto Rico y Mogán y después en Playa del Inglés.

Un crimen en dos actos

En ese grupo de íntimos estaba un chico que suele pasar los días pidiendo limosna junto a su perro en la entrada de un supermercado en un histórico centro comercial de Playa del Inglés. «Llevábamos juntos en la calle desde 2021 y le puedo decir que era un cacho de pan, no se mereció eso que le hicieron», se lamenta. El único problema de Sanjay, reconoce, era la bebida, en donde dice que le metió una mala compañía.

Este buen amigo de Sanjay, que ayer conoció a sus hermanas, no ha podido acercarse al rincón donde murió. «Me da escalofríos». No solo porque era su amigo, sino porque debe ser que tiene todavía muy fresco en su memoria lo que pasó aquella noche, la del lunes 14 de julio. «Fue entre las 11 y las 11.30 de la noche, entre los contenedores». Se refiere a los que están justo delante de las instalaciones abandonadas y en ruinas del Spaghetti Dream's, casi bajo el Hotel Principado, en la Avenida de Alemania, en Playa del Inglés. «Iba en un coche, le metió varios picotazos y se fue».

Niega que se hubiera producido antes ninguna discusión. «Primero Sánchez le paró para pedirle tabaco, el tío del coche se marchó, dejó a la mujer, volvió y le pinchó, fue en cuestión de segundos». Por lo que cuenta, Sanjay, ya herido, pasó junto a ellos, pero les negó que necesitase ayuda. Solo levantó un brazo, como mostrándoles lo que le habían hecho. Ellos tampoco debieron pensar que era tan grave. Apenas sangraba. «Se fue, solo quería irse a dormir».

Pero el cadáver de Sanjay, descubierto a la mañana siguiente, presentaba otras heridas de arma blanca en el abdomen, que fueron las que debió causarle más tarde el presunto autor de la agresión, ya en el sitio donde Sanjay se había ido a dormir y que su amigo no vio. Por lo poco que ha trascendido de la declaración del detenido, solo reconoce la segunda agresión, no la primera, por eso la Policía Nacional también tomó declaración como testigos a las personas sintecho que estuvieron allí aquella noche. Y recabó las grabaciones de las cámaras de toda esa zona.

El presunto agresor duerme en prisión provisional, pero nada restituye el daño causado, una vida segada y una familia rota. «Él era un chico de 29 años, pero con la mentalidad de uno de 14 o de 15, no le hacía daño a nadie». Es más, su compañero de vida en la calle subraya que no estaba hecho para vivir así, sin un techo donde protegerse. «No tenía picardía; no sabía decir que no; y si veía una pelea, se metía para separar». Por eso, en cuanto pudo, este amigo suyo le buscó un sitio dónde quedarse cuando andaban por Puerto de Mogán, aunque, por desgracia, lo acabaron echando.

Por lo que cuenta, siempre hizo por protegerlo, pero aquella noche no llegó a tiempo. Parece que Sanjay tampoco quiso preocuparlo. Como hizo siempre con su familia, que se hubiera desvivido por ayudarlo. Ahora unos y otros tienen que conformarse solo con su recuerdo. Y sus hermanas, particularmente, con reivindicarlo «con mucho orgullo».

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