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Imagen de la ofrenda celebrada hoy. c7

Ofrenda simbólica de los municipios a la Virgen

Gaumet Florido

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 7 de septiembre 2021

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Al final hubo ofrenda a la Virgen del Pino. Fue simbólica, institucional y reducida, adaptada a los rigores sanitarios que impone la covid, pero al menos permitió que, de alguna manera, los municipios mantuviesen la tradición de honrar a la patrona de la isla. De las cinco o seis horas que dura aquella que ideó Néstor Álamo y que se ha venido celebrando cada 7 de septiembre desde 1952, multitudinaria y un tanto anárquica, se pasó hoy a un desfile de cargos públicos, uno (como mucho, dos) por municipio, dentro de la iglesia y en pases de cuatro. Acabó en apenas una hora. La única excepción la puso Paca Díaz, la vecina de Artenara de 95 años que lleva subiendo 65. Ayer participó en esta ofrenda de la mano del alcalde de su pueblo, Jesús Díaz, y ayudada por un bastón.

Al acto acudieron representantes de 19 de los 21 municipios de la isla. Solo faltó la capital, mientras que Teror, en tanto que anfitrión, se reservó hora para la noche. La corporación en pleno le tributó su propia ofrenda a eso de las 21.00 horas, cuando la iglesia sacó a la Virgen al hueco de la puerta central de la fachada, desde donde estuvo recibiendo peregrinos hasta la medianoche.

De no ser por los aplausos de una mini claque que siguió parte del desfile, la ofrenda habría pasado más o menos desapercibida. Los protagonistas partían de la llamada Casa de los Patronos, que da la Plaza del Pino. Y les esperaban al pie de la iglesia el párroco de Teror, Jorge de la Coba, el alcalde, Sergio Nuez, y el primer teniente de alcalde, Gonzalo Rosario. Ni la Virgen salió a esperarles a la calle. Se mantuvo en la cabecera de la nave derecha del templo para que ni siquiera durante este acto oficial se interrumpiera el goteo permanente de peregrinos que quisieron acercarse hasta su trono. Solo se detenía la fila de fieles y caminantes en el momento en que cada comitiva de representantes institucionales llegaba a los pies de la patrona, hacía la ofrenda y se sacaba la foto de rigor con el párroco, Jorge de la Coba.

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