Nuevo atentado en el almogarén de Amurga
Canales y paredes pintadas de rojo almagre y restos de leche y otros residuos vertidos son los principales daños que presenta el yacimiento. Ya han sido alertadas las administraciones insular y regional.
Uno de los lugares de culto más complejos y espectaculares de cuantos se conservan de los antiguos canarios ha protagonizado otra página más en la larga y negra crónica de ultrajes y agravios al patrimonio arqueológico de Gran Canaria. Un grupo de personas que estaba de caminata descubrió con tristeza este fin de semana que alguien se ha dedicado a remarcar con un tinte rojo los canalillos que unen las cazoletas del almogarén de Amurga, en San Bartolomé de Tirajana, y hasta han pintado con ese color varios motivos en la roca, desde triángulos a espirales o incluso la z de amazigh. Marco Moreno, gerente de la empresa de arqueología Tibicena y miembro de la expedición que halló los daños, advirtió este lunes de que ya han sido alertadas de este nuevo atentado la inspección insular de Patrimonio Histórico, que depende del Cabildo, y la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno canario.
Por el tipo de daño perpetrado, Moreno especula con la posibilidad de que los autores de este maltrato sean de ese tipo de personas que desde un pretendido amor al patrimonio y a la historia local, hacen una interpretación sesgada de lo que representan estos yacimientos y se consideran con el derecho a usarlos para los rituales que alimentan sus creencias o ideologías. Lo dice porque este enclave de Amurga no está precisamente a mano. Exige el sacrificio de una larga caminata, de al menos hora y media, por lo que este menoscabo fue realizado de forma premeditada y consciente. Es más, al hilo de esto, Moreno advierte de que, por los restos de tinta que han quedado en una de las cazoletas, es probable que el autor la usara como base de operaciones para fabricar el tinte con el que perpetró su gracia. Y confía además en que el material con el que pintó de rojo parte de estos vestigios sea almagre y no un producto químico más agresivo o más difícil de eliminar. También quiso ver restos de leche vertida en otro de esos agujeros.
Se queja este arqueólogo de la moda reciente «de muchos folclóricos», como él los llama, que se dedican a visitar yacimientos y a dejar huella en ellos. «Les gusta fardar en redes sociales sobre quién sabe más sobre nuestro pasado y con ese ánimo limpian cazoletas o hacen ofrendas, modificando así contextos arqueológicos muy sensibles». Y todo ello desde un profundo desconocimiento de la cultura y formas de vida de los indígenas canarios. Moreno solo apunta un dato a modo de ejemplo. «El que hizo esto no sabe que no se ha hallado ni una sola espiral en Gran Canaria, solo han aparecido en La Palma». Atribuye parte de esta forma equivocada de acercarse a los yacimientos al Padre Báez y a sus vídeos. «Confunde el folclorismo con la historia».