Nueva luz sobre el enterramiento aborigen en una cueva de Tejeda
La campaña señala la presencia de cuatro individuos, entre los que hay dos infantiles, muy poco estudiados hasta ahora en contextos funerarios
CANARIAS7
Las Palmas de Gran Canaria
Sábado, 7 de mayo 2022, 02:00
La excavación arqueológica en la cueva sepulcral aborigen de El Carrizal de Tejeda ha verificado la presencia de restos de al menos tres individuos, dos infantiles y un adulto joven, y la más que probable sepultura de una cuarta persona de mayor edad, en el corazón de la cumbre.
Los datos recogidos en esta investigación contribuyen a arrojar nueva luz sobre las antiguas poblaciones y su desarrollo en el Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas, especialmente sobre sus rituales funerarios. Además, este depósito adquiere especial relevancia por los individuos infantiles, muy poco representados y escasamente estudiados en contextos funerarios de la isla.
La cavidad es una estrecha y angosta oquedad de apenas medio metro de alto, dos de ancho y tres de fondo. Frente a ella hay una importante acumulación de piedras que, presumiblemente, formaron parte del cerramiento original y que ofrece otra visión de las prácticas funerarias de la antigua población canaria para proteger los restos mortales de los seres perdidos.
Grave deterioro
Casi todas las 249 piezas óseas localizadas en las inmediaciones y en el interior de la cueva, incluidas las halladas en estratos inferiores a la capa superficial, presentan un grave deterioro debido a múltiples factores. Entre ellos, la exposición al sol y otras causas meteorológicas, la intrusión de cabras, perros, aves y roedores, la acción de las raíces o la filtración de aguas, además de las intrusiones humanas a lo largo de 80 y 90, con el consiguiente expolio.
La investigación impulsada por el Instituto del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera del Cabildo se realizó a raíz de la entrega por particulares de restos humanos procedentes de la cueva, que fueron puestos a disposición de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
A partir de ese momento, los retos pasaban por rastrear la posible presencia de más individuos, determinar el estado de conservación del enclave, obtener dataciones radiocarbónicas y plantear medidas de conservación y protección para prevenir nuevos expolios. Además, el enclave ha sido topografiado y georreferenciado con técnicas de fotogrametrías en 3D.
Los resultados de esta intervención arqueológica, guiada por las nuevas técnicas y sistemas de documentación, certifican el enterramiento de dos cuerpos infantiles, uno con una edad estimada de entre 4 y 5 años y otro al que le calculan entre 9 y 10, además de dos adultos. El de aparente mayor edad es consignado por el hallazgo de piezas dentales desgastadas, aunque su avanzado deterioro podría guardar relación con otras causas.
La campaña también ha recuperado envolturas vegetales, como trozos de esteras, así como hoja de pino sin carbonizar. Otras intervenciones en contextos funerarios de la isla han comprobado este tipo de arropamientos en individuos infantiles y la introducción en los fardos funerarios de acículas de pino para rellenar y dar consistencia al conjunto, sin descartar sus propiedades aromáticas, desecantes y antisépticas.
La posición original
Asimismo, el análisis de la localización de los restos ha permitido establecer la posición original en la que fueron depositados los cuerpos, con el tronco y la cabeza orientados de norte a sur, hacia el fondo de la cavidad, y las extremidades inferiores hacia el acceso. Se ha valorado la posibilidad de que el bloque encontrado en mitad de la covacha operara como elemento de división del espacio para la colocación de los cuerpos.
También se han extraído muestras para su datación en laboratorio y para saber si son próximos en el tiempo o se trató de una recurrencia, o incluso si existe un grado parental cercano. La cumbre cuenta con un número escaso de dataciones que van del siglo III al XV, en el momento de la conquista castellana.
El equipo tomó muestras para la clasificación y análisis de los elementos orgánicos, así como de los huesos seleccionados para las muestras de datación, para someterlos a analíticas de ADN e isotopos estables.
La datación de uno de ellos arroja un resultado estimado entre los siglos VIII y IX, lo que establece una continuidad en el ritual funerario en cueva en esta parte de la isla.
La excavación se encargó a la sociedad cooperativa Prored y contó con la colaboración del proyecto IsoCAN sobre la colonización de espacios insulares.