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Un momento del acto conmemorativo de este sábado. Ale Torres / Vídeo: Cober

Molinería Pérez Gil, 75 años de buen gofio en Santa Lucía

Aniversario ·

El único molino que queda en el municipio organiza un acto para reivindicar su historia y también los lazos que lo arraigan en el pueblo que le vio nacer y al que pertenece

Gaumet Florido

Santa Lucía de Tirajana

Sábado, 28 de diciembre 2024, 21:11

Casi se les acaba el año, pero la familia Pérez Torres no quiso dejar escapar la oportunidad, aunque fuera casi a las puertas de las campanadas, para celebrar con clientes, proveedores, empresas y vecinos en general los 75 años del único molino de gofio que queda en Santa Lucía de Tirajana, la Molinería Pérez Gil. Juntaron a unos 60, con la presencia también del alcalde del municipio, Francisco García, y organizaron este sábado un acto sencillo, pero cargado de raíces y valores, que son dos de los secretos que explican la supervivencia de un negocio tan familiar.

Hoy lo regentan Olga Torres y sus tres hijos, nuera y nietos, respectivamente, del matrimonio fundador, formado por José Pérez Gil, que trabajaba como ranchero de los Betancores, y Francisca Ramírez Cruz, que fue la que, tras los ingresos por una buena zafra de tomates, reunió el dinero necesario para financiar el molino. «Mi abuela era una máquina plantando», lo resume Adrián Pérez, uno de los actuales gestores, junto a su hermana Dayra, la mayor, y a Mireya, la más pequeña de los tres hijos que tuvieron Expedito Pérez y Olga.

Olga Torres posa con dos de sus hijos, Adrián y Mireya. Cober

La madre de la familia, Olga, viuda desde hace cinco años, protagonizó, de hecho, parte de una proyección con la que arrancó el acto. Era el videoclip de la canción 'El gofio del sustento', obra del grupo de música popular Bejeque. Su visionado supo a actuación telonera y en formato familiar del concierto de fin de año que luego, ya por la noche, ofreció en el Víctor Jara.

Parte de las imágenes se rodaron precisamente en el primitivo molino Pérez Gil, en el número 22 de la calle Juan Rejón, en El Doctoral, que abrió hace 75 años, un 10 de abril de 1949. «El pueblo estaba creciendo y le hacía falta, así que mi abuelo montó una molina pequeñita con dos molinos». Allí siguen, aunque ahora con funciones muy distintas. Antes, en sus primeros lustros, dieron de comer a muchas familias. Ahora son una ventana al pasado para que Santa Lucía presuma de sus orígenes y, de paso, muestre su pasado a escolares y turistas.

Aquellas instalaciones ya forman parte del patrimonio público, propiedad del Ayuntamiento, e integran el llamado Museo del Gofio, un valioso recurso etnográfico en el que los visitantes pueden aprender, por ejemplo, en qué consistía aquello de la maquila, cuando el dinero era escaso y la familia molinera se cobraba la molienda con una parte del grano molido al agricultor.

Adrián Pérez, en plena faena descargando el gofio. Cober

Al abuelo de Adrián siempre le gustaron las cosas bien hechas y por eso se trajo al mejor de entonces, a Domingo el Molinero, que era de Telde, para que se encargara de esta incipiente industria artesanal. Con él aprendieron el matrimonio y sus siete hijos. Adrián no quiere dejarse a ninguno atrás y los recita de mayor a menor edad. José, Dora, Antonio, Concepción, Manuel, Francisco y Expedito. Todos trabajaron en el molino y todos contribuyeron a mantenerlo en activo hasta primeros de los 80, cuando los dos más pequeños, que fueron los que continuaron con el negocio, promovieron mudarse a la sede actual, muy cerca de la iglesia de San Rafael y del actual centro comercial La Ciel, que entonces era un gran almacén de tomates con empaquetadora y cuarterías aledañas.

Francisco y Expedito supieron darse cuenta del potencial crecimiento de Vecindario, que cambió tomates por comercios y surcos de tierra por calles de asfalto, y se instalaron, ya con cuatro molinos, donde están ahora, en el 148 de la calle Primero de Mayo, que todos los días, de lunes a viernes, se despereza oliendo a buen gofio. Y allá por los 90 el negocio quedó ya en manos de Expedito y Olga, de quienes han cogido el testigo sus hijos.

«Somos una resistencia con toques de vanguardia, porque mezclamos artesanía y calidad con cierta maquinaria, pero sin descuidar nuestras raíces». Esas son, para Adrián, algunas de las claves de la supervivencia de Molinería Pérez Gil, aparte de producir un gofio excelente.

Esto último, afirma, es el fruto de contar con una materia prima de primer orden, un millo argentino con trazabilidad certificada, natural y sin manipulación genética. Pero también el resultado de cómo afrontan el proceso posterior. Y se explica. «Nosotros tostamos a ojo, no lo programamos; y molemos con piedra volcánica, puro basalto, que seguimos picando a mano». Además, dice que son conocidos por cómo limpian el grano. «Viene limpio, pero al llegar aquí lo volvemos a limpiar, y tras tostarlo, lo limpiamos otra vez». Y otro hito: dejan que el millo se enfríe, no lo fuerzan artificialmente.

Pesado del gofio para su venta. Cober

Así es como sacan un gofio que ya fue premiado el año pasado en Agrocanarias y del que Adrián subraya su carácter de «harina distintiva, de textura robusta». Pero si hay algo que es marca de la casa de Molinería Pérez Gil es su trato familiar con el cliente y su arraigo al pueblo al que pertenece, de ahí que la familia quisiera convertir el cumpleaños del molino en un acto cargado de sinergias con sus vecinos.

Por eso, aparte de con Bejeque, contaron también con Eduardo González, quien hizo un zurrón de gofio mientras hablaba de historia y les expuso algo de su libro 'Lo que el viento nos escribe', del que Librería Vecindario trajo algunos ejemplares que fueron sorteados. Siguieron otros dos artistas de la comarca, los timplistas Germán López, al timple, y David Díaz, a la guitarra, maestro y alumno, que ofrecieron un pequeño recital tras el que se sortearon también varios discos del primero. Y el cierre lo puso el Taller Municipal de Música de Mayores, de la concejalía del Mayor y formado por 105 personas, que tocó de la mano de Alejandro Martel, director de la parranda El Pajullo.

Todo terminó con gastronomía, con una degustación de pata y papas arrugadas de la cafetería El Olivo, en Sardina, con su mojito y su alioli, y pollos y papas del asadero freiduría El Ficus, acompañados de Quesos La Gloria y de pan de Amaro. De postre, una pasta bomba, que es una especie de mousse de gofio semifrío, obra del chef David Morera, de Cocina en Acción. Y para el café, galletas tradicionales de gofio hechas por Pany's.

Con este cierre de fiesta, la Molinería Pérez Gil afrontará 2025 con el reto de afinar en el envasado para que su producto esté en las principales cadenas de alimentación y llegue a clientela de toda la provincia y hasta de Tenerife. Ahora producen 120 toneladas anuales de un gofio único que, además, es apto para celiacos, pero están preparados para mucho más. De hecho, solo operan con uno de los cuatro molinos. No le tienen miedo al trabajo. «Gracias a Dios, somos una familia de currantes». Ya van lanzados a por los siguientes 75 años.

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