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Directo Sanidad aborda los programas de atención a la salud mental
Imagen del grupo de voluntarios de la asociación de jubilados y pensionistas de UGT donde almacenan los alimentos para su reparto. C7
Cuando los voluntarios tienen que «mendigar» para repartir alimentos entre los vulnerables

Cuando los voluntarios tienen que «mendigar» para repartir alimentos entre los vulnerables

Cada mes les llega 8.500 kilos de comida, pero los jubilados de UGT tienen que pagar de su bolsillo el transporte para que nadie se quede sin comer

Javier Darriba

Las Palmaas de Gran Canaria

Domingo, 25 de abril 2021, 08:17

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En uno de los callejones de Primero de Mayo que se chocan contra el risco, la solidaridad no se agota, pero le cuesta sobrevivir. Allí, junto al edificio de los sindicatos, los voluntarios de la asociación de jubilados y pensionistas de UGT reciben cada mes un promedio de unos 8.500 kilos de comida del Banco de Alimentos que se agota en menos de un mes. Con esta cantidad se disimulan los estantes vacíos de las despensas de unas trescientas familias; con ella, se llenan los platos de unas 1.500 personas.

Pero el esfuerzo de estos voluntarios reposa en sus bolsillos. Son ellos los que pagan el transporte de los palés de alimentos. Y son ellos los que los descargan, los clasifican, los ordenan y los reparten. «Lo pagamos entre todos», explica Lucy Palomo. Eso supone unos setenta euros por camión. Y como cada mes llegan entre tres y cuatro transportes, al final están poniendo entre doscientos y trescientos euros para poder garantizar el reparto de comida entre los más necesitados.

«Estamos mendigando para poder ayudar a la gente», resume Carmen García, otra de las voluntarias.

Y su análisis es un certero resumen de la realidad de muchas entidades de reparto, que se ven ahogadas por el hecho de que nadie se hace cargo de costear los gastos de transporte desde el Banco de Alimentos hasta los puntos de distribución que están distribuidos por los distintos barrios de Las Palmas de Gran Canaria.

El dato

  • 72 entidades. Es el número de asociaciones de reparto de comida que colabora con el Banco de Alimentos en la capital grancanaria. En estos años algunas han tenido que echar el cierre por no poder asumir el transporte.

Se han visto obligados a rechazar los alimentos que les ofrece Cruz Roja porque no podían asumir los costes del traslado de quince toneladas. Pero se resisten a hacer lo mismo con lo que les entrega el Banco de Alimentos «porque si no, nos reducen la cantidad que nos mandan», aclara Pedro Calero.

Han querido exponer las dificultades que tienen para que las instituciones se conciencien de la problemática actual y se pueda encontrar una solución al problema del transporte. Hay que tener en cuenta que el sistema de distribución de productos alimenticios desde el Banco de Alimentos y Cruz Roja impone a las entidades de reparto la obligación de asumir el esfuerzo del traslado de los productos, pero la realidad es que muchas entidades están formadas por voluntarios vecinales y de parroquias que carecen del músculo financiero necesario para costearlo. Y, pese a ello, siguen atendiendo a las personas que les remiten los recursos sociales municipales.

«Esto es una llamada de auxilio», insiste Jorge Ostolozaga, «no pedimos dinero para nosotros, queremos colaboración para poder costear los gastos de transporte de los alimentos».

Con ayudas

Juan Samper considera que había que financiar el transporte desde las entidades distribuidoras con ayudas públicas. «Si nos llaman desde los servicios sociales para que echemos una mano, que nos echen también una mano a nosotros porque las pequeñas entidades de reparto somos las que verdaderamente realizamos el trabajo», añadió.

En el caso de la capital grancanaria, los entes de distribución aseguran que no se pueden encargar del transportes. Y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria entiende que no puede financiar tareas de logística porque no está dentro de la cartera de competencias propias del municipio, aun cuando el Consistorio se apoya en esta asociación, como en otras, para paliar las carencias alimenticias de muchas familias de la ciudad.

Pedro Calero propone una solución. «Pues que el dinero de tanta fiesta que se ha suspendido por la pandemia se utilice en esto», expone, «es una verdadera necesidad».

«Ya es demasiado pedir que asumamos el coste del transporte cuando son los voluntarios y los jubilados quienes hacen esta labor social», prosigue Samper, «esto no es asumible».

Reparto de alimentos en el local de UGT. Juan Carlos Alonso

El Ayuntamiento quiere extender las tarjetas de compra

El alcalde de la ciudad, Augusto Hidalgo, considera que el futuro de la asistencia social en materia de adquisición de alimentos pasará por la extensión de las tarjetas de compra. Se trata de un sistema por el cual se concede a las familias vulnerables una tarjeta con hasta quinientos euros para que hagan la compra en un supermercado en vez de acudir a las entidades de reparto de alimentos.

En declaraciones al programa 'Más de Uno Canarias' de Onda Cero, el regidor dijo respecto a esta solución que «es el futuro por cuestión de dignidad» y anunció que «es algo que estamos intentando extender con más cadenas de suministro porque es un sistema más humano, y además nos da datos, sabemos lo que necesita la gente y podemos discriminar si es para niños o adultos».

Durante la pandemia, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria distribuyó estas tarjetas a unas 9.000 familias, en lo que se invirtió un total de 2,6 millones de euros.

«Lo prioritario es que la gente que necesite comer, pueda hacerlo, ese es el objetivo fundamental», indicó Augusto Hidalgo, quien recordó que las entidades de reparto a las que llegan los productos del Banco de Alimentos tienen que tener sus propios locales y asumir los costes, tal y como se establece en el sistema vigente.

El alcalde reconoció que el Ayuntamiento desconocía que algunas entidades de reparto de alimentos utilizaran locales municipales para esta labor, pero justificó la orden de cierre de estos inmuebles en las necesidades sanitarias del momento.

«Tenemos que garantizar que la gente coma, no que el recurso funcione», dijo al periodista Sergio Miró, «si vemos que un banco de alimento tiene que cerrar, lo derivamos a otro, el más cercano. Las personas no tienen ningún problema para recibir los alimentos».

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