Vaivaras se retracta y dice que no participó en el robo a la familia Bolaños
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«No me reconozco en los hechos que se han juzgado», declaró el acusado en su derecho a la última palabra y tras casi 19 años de investigaciónSiugzda Vaivaras, el ciudadano lituano acusado de haber participado en la paliza, robo y secuestro del empresario José Bolaños, su esposa y su familia, se acogió a su derecho a no declarar y solo reconoció ante la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas haber «ido a comisaría», sin dar más detalles, cuando reconoció los hechos en 2012. «No me reconozco en los hechos que se han juzgado», manifestó en su derecho a la última palabra al concluir el juicio.
En la vista, el abogado de la defensa, Tinguaro González, alegó dijo que los asaltantes eran marroquíes, algo que repitieron los testigos y, además, en el trámite de cuestiones previas, pidió la nulidad de las declaraciones que efectuó su defendido en comisaría, entendiendo que se vulneraron sus derechos. También interesó la prescripción de los delitos de robo con violencia y lesiones.
Por su parte, el fiscal Mario Hernanz mantuvo su petición de condena por tres delitos de detención ilegal, uno de robo con violencia en concurso medial y tres de lesiones con la agravante de disfraz, ya que los asaltantes llevaban pasamontañas, pidiendo 11 años y seis meses de prisión con la atenuante de dilaciones indebidas. En concepto de responsabilidad civil, interesó el pago de los 500.000 euros que robaron más otros 7.819 euros por las lesiones y secuelas.
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En el caso de la acusación particular, el letrado Sergio Valentín mantuvo su petición de 16 años y seis meses de cárcel.
Atados de manos y pies
En la vista de ayer, Juan Francisco Bolaños, el hijo del empresario y que fue apaleado en el ataque, narró los hechos, aunque manifestó que no reconocía al acusado como una de las personas que asaltaron su vivienda.
Juan Francisco relató cómo estaba el 9 de mayo de 2000 en casa con su madre «viendo la tele y cuando ella se levantó para ir a la cocina y de forma inesperada», se encontró «con un sujeto vestido con un mono de taller», dijo.
Uno de ellos le propinó un fuerte golpe «con una barra en la cabeza, me cogió por el cuello y me llené de sangre. Lo intenté sujetar, pero me quedé inconsciente y cuando me desperté estaba atado de manos y pies con cintas de embalar al lado de mi madre. Ahí me di cuenta que estábamos sufriendo un ataque, un robo».
Le dejaron «en el baño con mi madre durante una hora y una persona entraba y verificaba que estábamos ahí con unas ataduras que nos cortaban la circulación hasta que conseguí soltarme». Escuchó «ruidos fuera de alguien rodando muebles, llamadas telefónicas y oí a mi padre entrando en mi casa», añadió.
La defensa dijo que los testigos insistieron en que los asaltantes eran de origen magrebí, pero el acusado es lituano
A los minutos, «hubo un forcejeo y al poco tiempo entraron de nuevo, me cogieron y arrastraron hasta el despacho de mi padre. Con lo poco que pude ver observé a mi padre como yo, atado de manos y pies y me dijeron que ahí estaba su hijo y que abriera la caja fuerte pero la llave no estaba ahí y traté de negociar con ellos diciéndoles que podía hablar con un hermano mío».
Los atracadores, según Juan Francisco Bolaños, «cogieron una bolsa de congelados y amenazaron a mi padre con asfixiarme si no abría la caja. Al tiempo trajeron un manojo de llaves y me pusieron la bolsa en la cabeza y mi padre con la desesperación consiguió abrir la caja fuerte. Les rogaba por favor que no llegaran a esto y solo cuando la abrieron fue cuando me quitaron la bolsa». Con ello, «empezaron a sacar el dinero y guardarlo en bolsas, me llevaron hasta donde estaba mi madre y nos encerraron».
Tras hacerse con el botín, «limpiaron las huellas con las cintas de embalar y calculo que estuvieron tres o cuatro horas en nuestra casa, con la hora y media que tardó mi padre en venir».
Ofreció detalles como que trató «de meterle el dedo en el ojo y forcejeé, pero me dejó sin conocimiento. Intenté soltar a mi madre y me encontré una pistola y la escondí debajo de unas toallas». El testigo, que tenía 16 años en la fecha de los hechos, desató a su padre, «pero a mi madre no porque rompí la tijera. La puerta del baño estaba cerrada y me lancé por la ventana hasta otra habitación. Vi que no había nadie y llamé a 112 y a mi hermana para pedirle auxilio»
Sobre los autores, solo pudo detallar que «hablaban español, pero era poco entendible y entre ellos se comunicaban con un acento árabe», a la vez que no reconoció al acusado como autor de los hechos.
«Pensé que nos iban a matar»
Por su parte, la mujer de José Bolaños, Ana Marrero, detalló que estaba tomando agua en la cocina cuando la «cogieron por detrás, me taparon la boca e intenté morderle y con los codos empecé a darle golpes. Me pude defender atacaba fuerte y ellos me golpearon por detrás y en las costillas. Me ataron las manos y los pies con bridas y cinta y me tendieron en el piso de la cocina y arrastraron hasta el baño. Allí estaba boca abajo en un charco de sangre y no me moví nada de nada para que creyeran que estaba inconsciente».
Manifestó que «sentí a mi hijo llamándome y diciéndome «mamá, mamá» hasta que lo llevaron al baño y cerraron la puerta. Luego esperaron a que mi marido llegara hasta que escuché que dijo «no me maten, no me maten, que tengo ocho hijos». Empezaron a registrar la casa y le pidieron dinero y que abriera la caja fuerte. Él le respondió que no y estuvo luchando para no abrirla hasta que llevaron a mi hijo donde estaba él y le dijeron que lo iban a matar a él, a su mujer y a su hijo». A los minutos, «mi marido abrió la caja fuerte cuando asfixiaron a mi hijo con una bolsa».
Las acusaciones piden 11,9 y 16 años de cárcel y la defensa alega nulidad y la inocencia de Vaivaras
Marrero describió que «lo pasé muy mal, estuve tres meses sentada en sillones por los golpes que sufrí, con fisuras y lo pasé bastante mal. Pensé que nos iban a matar a los tres y que los hijos se iban a encontrar en un tanatorio con tres cajas». Los atracadores «iban con monos, puede ser que fueran cuatro o cinco y uno de ellos era moreno. Hablaron por teléfono, iban con monos, pasamontañas, guantes y botas y eran extranjeros» y hasta manifestó que durante los hechos «abrieron una botella de champán» que había en la nevera y se la bebieron.
La víctima tampoco reconoció al acusado como autor de los hechos y detalló que, en su momento, «no sabía si era una broma o algo real».
Este procedimiento, celebrado por la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas, quedó visto para sentencia.