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Imagen de archivo de una concentración vecinal solicitando la retirada de la valla que aísla a las familias de la calle Maestro Rodó. C7

El Supremo ratifica la sentencia que abre el paso a una calle cerrada durante 18 años en Don Zoilo

Declara inadmisible el recurso de la comunidad de propietarios de la urbanización privada que puso una valla con la que se cortaba el acceso a las casas terreras

Javier Darriba

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 4 de febrero 2021, 00:00

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La sala de lo Civil del Tribunal Supremo ha decretado la inadmisión del recurso de casación interpuesto por la comunidad de propietarios de la urbanización Jardines de Chil contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Las Palmas que obligaba a demoler el muro vallado que separaba su calle de la de Maestro Rodó, en el Barranquillo de Don Zoilo, y que impedía a los vecinos de esta última vía a acceder en coche hasta sus casas terreras.

La resolución del Alto Tribunal, contra la que no cabe recurso y que impone las costas a la urbanización privada, pone fin a una espera de dieciocho años por parte de unos vecinos, los de Maestro Rodó, que venían luchando por tener un acceso rodado hasta sus viviendas. Hasta ahora solo tenían un montón de escaleras que dificultaban no solo el acceso de las personas mayores o con movilidad reducida, sino también los servicios de reparto a domicilio o las emergencias.

La comunidad de propietarios Jardines de Chil había tratado de deslegitimar la servidumbre de paso que firmó el promotor de la urbanización a favor de los vecinos de Maestro Rodó, entre otras razones, porque se hizo sin el consentimiento de los compradores de las viviendas que conforman la urbanización y porque se entendía que no se identificaban las fincas afectadas por el derecho de servidumbre.

Sin embargo, el Tribunal Supremo entiende que «el recurso de casación interpuesto incurre en la causa de inadmisión de carencia de fundamento (...) por cuanto la jurisprudencia invocada solo puede llevar a una modificación del fallo mediante la omisión de los hechos que la Audiencia Provincial considera probados». Además, la sentencia de los magistrados Francisco Marín, Francisco Javier Arroyo y José Luis Seoane, censura que en algunos puntos, la identificación de la norma infringida no se hiciera en el encabezamiento de cada motivo.

Retirar la valla

Por todo ello, la sentencia de 30 de abril de 2018, de la Audiencia Provincial de Las Palmas, deviene firme. En ella se obligaba a la comunidad de propietarios de Jardines de Chil a reconocer que la servidumbre de paso en favor de los vecinos de la calle Maestro Rodó estaba vigente y se le advertía de abstenerse «de perturbar el uso de la referida servidumbre, retirando a costa de la demandada, todos los elementos que impidan el acceso de los actores a dicha calle».

Los propietarios de la urbanización privada habían recurrido esta sentencia ante el Supremo, que ahora cierra el conflicto en favor de los vecinos del Barranquillo de Don Zoilo. La nueva comunidad entendía que al comprar las casas, la servidumbre de paso carecía de validez por tratarse de una decisión tomada por el promotor «cuando ya no era dueño de la finca y no contaba con el premiso del resto de compradores de las viviendas».

A ello responde el Tribunal Supremo dando la razón a la justicia canaria. «La servidumbre de paso se constituyó en virtud de escritura de reconocimiento del dueño del predio sirviente, realizado en escritura otorgada por la entonces propietaria promotora Guaylucky el 1 de julio de 2002, que aclaraba la escritura de obra nueva anterior y que la misma es plenamente válida, ya que no es un hecho controvertido que todos los contratos de compraventa de vivienda otorgados por la promotora eran privados», expone la sentencia, «y en ellos ésta se reservaba el dominio de las fincas hasta la suscripción de las correspondientes escrituras públicas y pago total del precio, negando que la entrega de llaves a algunos propietarios de la comunidad demandada tenga finalidad traslativa del dominio».

El dato

  • 110. Es la longitud, medida en metros, de la calle Maestro Rodó, en el Barranquillo de Don Zoilo. La vía tiene cuatro metros y medio de ancho. En ella residen unas 45 familias en viviendas de autoconstrucción, como muchas de las que hay en este barrio.

La retirada de la valla supondrá un alivio para los miembros del medio centenar de familias que vive en Maestro Rodó, muchos de ellos mayores. La carretera posibilitará a las personas con movilidad reducida salir en condiciones dignas de su calle. Para otros, ya llega tarde.

Imagen de la valla que separa las dos zonas. C7

Primero una cadena y luego una valla sobre una viga de hormigón

Esta historia se inicia en 1997, cuando la promotora Guaylucky compró la parcela al Ayuntamiento para construir la urbanización Jardines de Chil. La construcción de una vía de tierra para el paso de la maquinaria fue vista por los vecinos de Maestro Rodó de romper su aislamiento. Los vecinos recuerdan que antes de las obras había una salida a la calle Pepe García Fajardo, algo que los propietarios de la urbanización privada niegan con un acta notarial de 1998, que alude a la inexistencia de viales, salvo la vía de tierra.

En 2002, Guaylucky concluye la obra de la urbanización y reconoce la servidumbre de paso de los vecinos de Maestro Rodó, si bien existía una diferencia de cuota importante con el vial de Jardines de Chil.

En febrero de 2003, los propietarios de la urbanización privada instalaron una cadena que impedía la entrada a Maestro Rodó y un cartel que ponía privado. Pero meses después, el Ayuntamiento arregló la conexión de las dos vías. Tenía la intención de expropiar la calle para destinarla al tránsito público, pero nunca lo hizo. En octubre de 2003, la cadena fue sustituida por una viga de hormigón, en todo el ancho de la carretera, y sobre ella se colocó una valla.

Ahí se inicia la batalla judicial por parte de la asociación de vecinos Don Zoilo, que en segunda instancia perdió por falta de legitimación ya que la servidumbre de paso se constituyó a favor de una comunidad de personas. Otros vecinos tomaron el testigo. Ahora tirarán la valla, dieciocho años después.

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