San José, el barrio sin respuestas
Los vecinos critican la falta de voluntad política para atender un barrio presa del deterioro | Acumulan 176 peticiones sin contestar por parte del Ayuntamiento
A Francisquita -nombre ficticio- se le fueron a meter en la casa después de que sus hijas le compraran una secadora. Como ya no subía a la azotea a tender la ropa, empezaron a vigilar la casa y llegaron a la conclusión de que podían ocuparla. Al final, se evitó lo peor, pero en el barrio de San José están cansados de vivir con la presencia de ojeadores de casas sin uso. «En el barrio hay treinta viviendas ocupadas, pero las que nos dan problemas son once», explica el presidente de la asociación de vecinos San José, Chano Alemán, «hay problemas de ruido, de tráfico de drogas y de seguridad».
«Hay calles como Clarín con Paz que parecen una favela de Brasil», expone, «y hay zonas a las que no llegan los bomberos, de modo que cuando ha habido algún incendio, los vecinos tienen que estar apagando el fuego».
Los residentes de esta histórica barriada aseguran que este problema viene producido por otro más profundo e implacable: la expulsión de los vecinos de toda la vida y su sustitución por moradores ajenos. Entre las ocupaciones y la expansión de las viviendas vacacionales, el barrio comienza a ver cómo se difuminan sus límites.
La gentrificación también ha llegado al risco. «Hay muchos extranjeros que están comprando las casas», expone José Álamo, «cuando caminas parece que estás en otro país porque ya no conoces a nadie».
En San José, las casas aupadas sobre los riscos están ya sobrepasando los 150.000 euros. Y los alquileres por una habitación rondan ya los 550 euros. «Mucha gente se está marchando porque no tiene para comprar», expone el representante vecinal.
La despersonalización de San José avanza al mismo ritmo que la despreocupación institucional. No hay un área en el organigrama municipal que no levante una queja, que no tuerza una mueca en los representantes de la asociación de vecinos.
Ni siquiera los proyectos más ilusionantes evitan un regusto amargo en este barrio histórico de Las Palmas de Gran Canaria. El espacio biosaludable que se está construyendo en el anexo al campo de fútbol Chano Cruz ilusiona a los vecinos, esperanzados en tener su propio parque romano. Sin embargo, cada vez que ven los accesos que está diseñando el Ayuntamiento les vuelve a asaltar el resquemor de que nadie cuenta con ellos. «Para acceder, tienes que entrar en el campo de fútbol, bajar las escaleras, pasar un último tramo de escalones estrechos y entrar en un espacio de unos sesenta centímetros que es estrecho para una persona que vaya en silla de ruedas», se queja Alemán.
Eso sin contar que para entrar en el campo de fútbol los viernes y sábados hay que pagar dos euros. Y que una vez dentro, hay que pasar por detrás de una portería para entrar en el parque biosaludable. «Por una vez que hacen algo bueno para los vecinos, ponen un acceso que no nos sirve».
El listado de quejas sigue creciendo a medida que pasa el tiempo, que se mide en función de la duración de los mandatos. «Lo que hay aquí es falta de voluntad política para resolver los problemas», señala el presidente de la asociación de vecinos. «Antes la situación era insostenible, pero había comunicación entre el distrito y nosotros, pero desde que entró Carolina Darias el abandono es absoluto», sentencia Chano Alemán, quien lamenta que el Ayuntamiento no haya podido encontrar tiempo para mantener una reunión con la asociación. «Entre 2019 y 2025 hemos presentado 176 escritos que han caído en el silencio administrativo, son reclamaciones sin respuesta, y eso que aquí no contamos las peticiones que han sido rechazadas», argumenta el representante vecinal.
Los problemas de iluminación también salen a la luz en la conversación. «Hay un árbol que parece de navidad porque el semáforo está dentro de las ramas», señala Milagros González. «Estás a oscuras, no se ve ni de lejos ni de cerca por los árboles», añade Alemán. «Cada vez hay más necesidades, más decadencia, más robos..., las calles están intransitables de noche porque da pánico salir».
En un barrio donde es complicado aparcar, la acumulación de coches abandonados resulta descorazonadora. Hay más de 30 vehículos en esta situación. «Con la ITV de 2012 hay dos en el Paseo de San José y otro más está frente a la farmacia desde la pandemia», indica el presidente de la asociación de vecinos.
«Parece que quieren tirar el barrio» como si fuera un plan de reposición de viviendas. Pero ellos no se resignan al deterioro previo. La historia los empuja a la resistencia.
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