
Ramón puso ambientadores sobre el cadáver de Diana para enmascarar el olor
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Preparó el crimen, lo ejecutó, envolvió el cuerpo en una manta y luego huyó de Schamann a Málaga donde fue detenido por la PolicíaDiana Carolina Calderón había iniciado una nueva etapa vital en una vivienda alquilada del barrio de Schamann, en Las Palmas de Gran Canaria, junto a Juan Ramón Alzate, un hombre al que había conocido pocos meses antes. Ella, hondureña de 46 años, había sufrido el horror de ser víctima de violencia de género en una relación anterior con un hombre con el que convivió en Moya y sobre el que pesaba una orden de alejamiento. Ahora había dado el paso de comenzar un nuevo vínculo sentimental con este ciudadano colombiano de 43 años.
Un episodio esperanzador que terminó de la forma más trágica: Juan Ramón Alzate la mató —presuntamente— estrangulándola en la habitación que ambos compartían en la calle Halma. Luego envolvió el cuerpo en una alfombra gris y lo rodeó de varios ambientadores —uno de ellos con disparo automático— para evitar que, con el paso del tiempo, el olor del cadáver en descomposición alertara a los demás inquilinos de la casa.
Este, de forma resumida, fue el escenario que se encontraron los agentes de la Policía Nacional el pasado 31 de marzo, cuando accedieron a la habitación alquilada en la que la pareja residía desde hacía apenas un mes. Tras el crimen, Juan Ramón recogió sus pertenencias y huyó: primero en avión hasta Madrid y después a Málaga, donde fue detenido el 8 de abril en una operación policial perfectamente coordinada cuando se encontraba en una estación de guaguas de la Costa del Sol.
La investigación del crimen de Diana Carolina Calderón, instruida por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Las Palmas de Gran Canaria, comenzó a raíz de la denuncia presentada por una amiga italiana de la víctima, también residente en la isla. Se personó en la comisaría de la Policía Nacional de Las Palmas-Norte a las 11.32 horas del 30 de marzo, preocupada por el paradero de Diana.
Los rostros de la tragedia
Diana Carolina Calderón
Diana Carolina Calderón, nacida el 30 de octubre de 1976 en Honduras, vivió en Moya con un colombiano al que acabó denunciando por violencia de género. Fue condenado y tenía una orden de alejamiento, todo antes de conocer a Juan Ramón.
Juan Ramón Alzate Mejía
Juan Ramón Alzate Mejía nació en Colombia el 30 de mayo de 1981 y llevaba ya varios años viviendo en Gran Canaria, donde tenía mujer e hijos. Empezó una relación con Diana meses antes de acabar con su vida.
Según relató, la tarde anterior, sobre las 20.00 horas, había recibido una llamada desde Asturias. Era la hija de la fallecida, que le preguntó si sabía algo de su madre, ya que llevaba horas sin poder localizarla por teléfono ni por mensajería. La denunciante añadió que ella también había intentado contactar sin éxito, y aportó un dato que activó las alarmas: dijo que Diana estaba registrada en las bases policiales por ser víctima de violencia de género.
De inmediato, la Policía Nacional puso en marcha las primeras diligencias. Contactaron con el servicio de Urgencias del Hospital Doctor Negrín para comprobar si estaba ingresada y, paralelamente, revisaron la base de datos del sistema Viogén. Allí confirmaron que Diana figuraba como caso activo y que su expediente lo tramitaba la Guardia Civil de Guía, ya que en el momento de la denuncia por malos tratos residía en Cabo Verde (Moya).
Los agentes localizaron al hombre denunciado entonces, Luis B. E. U., quien confirmó que había sido pareja de Diana, aunque aseguró que hacía «bastante tiempo» que no tenía contacto con ella ni sabía dónde se encontraba. Ese mismo día, los investigadores contactaron con la hija de la víctima, quien les informó de que su madre mantenía actualmente otra relación, no con Luis, sino con un hombre llamado Juan Ramón Alzate, y facilitó sus datos personales.
Una búsqueda en las bases policiales reveló que Alzate había residido en Vecindario, por lo que se comisionó una patrulla de la Policía Local de Santa Lucía hasta su antiguo domicilio. Allí encontraron a una mujer que se identificó como su aún esposa, quien declaró que hacía «dos meses» que no tenía noticias de él y que incluso pensaba que estaba viviendo en la calle.
A partir de varias gestiones, los agentes de la Brigada de Homicidios de la Policía Nacional descubrieron que Diana y Juan Ramón se habían trasladado juntos a una habitación de alquiler en el barrio de Schamann. El 31 de marzo acudieron al inmueble y hablaron con la propietaria, quien explicó que hacía un mes el investigado había alquilado una habitación, y que poco después se instaló allí Diana. Añadió que ninguno de los dos se encontraba actualmente en la vivienda.
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La sospecha de los investigadores se centró en una habitación situada al fondo a la izquierda en la planta baja, que permanecía cerrada con llave. Algunos de los inquilinos señalaron que del interior salía un fuerte olor a productos de limpieza y que habían visto a Juan Ramón salir de la casa con maletas el día en que supuestamente desapareció Diana. Con ayuda del casero, que forzó la cerradura con un destornillador, los agentes accedieron a la estancia. Lo primero que notaron fue un intenso olor a ambientador.
Durante la inspección ocular localizaron un bulto de gran tamaño debajo de la cama, oculto bajo una manta gris y parcialmente cubierto con una alfombra marrón. Al destapar uno de los extremos, asomaban los pies de la víctima, por lo que se activó de inmediato el protocolo judicial y se dio aviso a la autoridad en funciones de guardia y a la Policía Científica.
Tras retirar el somier y la manta, los agentes hallaron el cadáver de Diana con claros signos de estrangulamiento. Su presunto asesino había intentado enmascarar el olor de la descomposición colocando varios ambientadores a su alrededor: uno de cristal, otro de spray automático y una capa de aceite corporal perfumado, que vertió sobre la manta que envolvía el cuerpo. El objetivo era mantener el ambiente saturado de fragancias el mayor tiempo posible, mientras así huía de la isla.
Tras el hallazgo del cuerpo, los agentes de la Brigada de Homicidios rastrearon los movimientos de Juan Ramón Alzate y descubrieron que había abandonado Gran Canaria el 30 de marzo en el vuelo IB1628, con destino a Madrid, donde aterrizó a las 11.47 horas. Desde la capital cogió un tren de alta velocidad en la estación de Atocha y llegó ese mismo día a Málaga, concretamente a la estación María Zambrano, a las 14.42 horas.
Lo que Alzate desconocía era que la Policía Nacional ya seguía sus pasos de cerca. Con autorización de la magistrada María Auxiliadora Díaz Velázquez, los investigadores intervinieron su teléfono móvil. Gracias a esa escucha, supieron que el 8 de abril tenía previsto desplazarse hasta la estación de guaguas de Málaga. Ese día, agentes de la UFAM de Málaga y de la Brigada Móvil de Seguridad Ciudadana, en coordinación con el equipo de Homicidios de Las Palmas, lo arrestaron en el mismo recinto.
Juan Ramón fue puesto a disposición judicial y el juez de guardia decretó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. Permanece en un centro penitenciario de Málaga a la espera de ser trasladado a Las Palmas de Gran Canaria, donde la jueza Díaz Velázquez deberá ratificar su situación de prisión para continuar la instrucción de un crimen que, con este, eleva a ocho el número de asesinatos machistas en España en lo que va de 2025, una tragedia que ha dejado a siete menores huérfanos.
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