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Esther Barrera lleva «más de 20 años» residiendo en Ceramista Alicia Martín Fernández, una calle del barrio capitalino de Lomo Los Frailes en la que los dúplex que la pueblan, a ambos lados, se encuentran flanqueados por unos árboles que «hace más de un año que no pasan a podar».
Asegura que esta circunstancia se traduce en que las ramas de muchos ejemplares hayan alcanzado unas dimensiones más que considerables, hasta el punto que, señala, «se meten en las casas y arañan los coches», además de que «los cuervos» que en ellos se cobijan «hacen desastres» con sus excrementos.
Por eso afirma que «cuando hace unos seis meses» se percató de la presencia de una «cuadrilla del Ayuntamiento» frente a su vivienda, no pudo reprimir su alegría.
«Desde la planta alta de mi casa vi al operario que estaba podando y le di las gracias, y le dije que menos mal que estaban allí para podar», señala. Sin embargo el trabajador pronto la sacó de su error y le aclaró que «iban a podar ese árbol solo».
Esther explica que se trataba de un árbol con el que su vecina de enfrente tuvo un percance pues «una rama, al salir del coche, lo rozó el iris del ojo y tuvo que ir al oculista». Añade que «con ese parte fue a Parque y Jardines, denunció y allí tomaron medidas y, al tiempo, mandaron esa cuadrilla», integrada por «una grúa, un camión y una cuadrilla de hombres».
Apunta que no salía de su asombro porque ese despliegue puesto en marcha se destinara a un único ejemplar «en un calle en la que hay árboles a ambos lados» con lo que considera una evidente necesidad de poda.
Por eso no dudó en salir a la calle y dirigirse al jefe de la referida cuadrilla. «Le dije que creía que no había entendido bien al operario», pero «me repitió lo mismo, que venían a podar solo ese árbol porque la señora había denunciado».
La vecina afectada explica que le reclamó que podaran los del resto de la calle, no tanto por la acumulación de hojas que dice se produce delante de su casa, y que no le supone mayor problema «porque barro y ya está», como por el hecho de que «no cuidemos el pequeñito pulmón verde que tenemos».
Pero su demanda no fue atendida, por lo que optó por dirigirse al Ayuntamiento y presentar «una reclamación».
Apunta que «lo triste» es que «dos meses» después «oí otra vez la motosierra», al final de la calle, y pensó que su queja iba ser atendida. «Pero de nuevo los trabajadores me dijeron que venían a podar dos árboles por denuncias» de las casas cercanas.
Tras esto presentó otra «reclamación». Dice que no ha tenido respuesta a sus escritos y que la persona que la atendió en el Ayuntamiento le dijo que «tienen un planing y saben cuándo tienen que podar». Ella lo pone en duda y critica el modo en que se gastan «los impuestos».
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