«La niña acabó con pesadillas, no podía dormir»
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Se celebró el juicio contra un protésico dental acusado de abusar de la nieta menor de una de sus pacientes durante una consultaLa Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas celebró este miércoles el juicio contra un protésico dental de la capital grancanaria acusado de un delito de abuso sexual cometido sobre una menor de cinco años, nieta de una de sus pacientes. Los hechos, según las acusaciones, ocurrieron el 14 de agosto de 2020 en el laboratorio del acusado, ubicado en el barrio de Guanarteme. En la vista oral, la madre de la menor declaró que «la niña» después de los hechos «tenía pesadillas, no podía dormir y me contaba de nuevo y de forma constante lo sucedido», dijo.
La Fiscalía solicita una pena de 10 años de prisión, mientras que la acusación particular eleva la petición a 12 años, además de indemnizaciones económicas y medidas de alejamiento. Por su parte, la defensa ejercida por María Rosa Díaz Bertrana pidió la absolución de su cliente, que negó todos los hechos.
Según la fiscal Teseida García y la acusación particular ejercida por José Gerardo Ruiz Pasquau, el protésico aprovechó un momento en que la menor quedó fuera de la supervisión directa de sus abuelos para trasladarla a un baño de su consulta y cometer los actos que se le imputan. Según el Ministerio Público, «actuó con propósito libidinoso y satisfacción sexual», bajándose los pantalones y pidiéndole a la niña que realizara actos de índole sexual.
En el relato de los familiares, la menor mostró una actitud alterada al salir de la consulta, solicitando gel hidroalcohólico y diciendo frases como: «qué asco, qué asco, el hombre me puso el pipí en la boca». Este comportamiento, considerado inusual por su familia, llevó a la madre a denunciar los hechos esa misma tarde.
La fiscal también indicó que la niña presentó una erosión superficial de 3-4 centímetros en la pierna izquierda, una lesión que fue valorada como compatible con el relato de los hechos por los forenses. La acusación particular, además, añadió a los cargos un delito leve de lesiones.
Durante su declaración, el acusado negó de manera rotunda los hechos. En su declaración afirmó que jamás estuvo a solas con la niña y que esta permaneció la mayor parte del tiempo con su abuelo en la sala de espera. «Jamás y nunca estuve a solas con la niña. No soy un abusador de menores, jamás, se lo juro», afirmó. Además, explicó que la consulta transcurrió como cualquier otra y que duró unos 25 minutos, tiempo durante el cual atendió a la abuela de la menor.
También manifestó desconocer las razones por las cuales la niña realizó esas acusaciones. «No tengo ni idea por qué la niña contó eso», afirmó. Por último, señaló que estuvo dispuesto a colaborar con las autoridades en todo momento, aunque finalmente no se le tomaron muestras de ADN, decisión que, según dijo, fue del abogado de oficio que lo asistió en aquel momento.
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El abuelo de la menor explicó que era habitual que acudiera al laboratorio del protésico dental junto a su esposa, permaneciendo siempre en la sala de espera mientras ella era tratada. En esta ocasión, sin embargo, llevaron también a la nieta. Según su relato, la niña entró y salió de la consulta varias veces hasta que la perdió de vista. Al final, salió acompañada del protésico.
«Cuando salimos, la niña estaba muy nerviosa, decía que quería gel hidroalcohólico y que nos fuéramos de allí. Fue entonces cuando dijo que esta persona le había puesto el pipí en la boca», relató el abuelo, añadiendo que posteriormente su nieta presentó un cambio de actitud. El testigo explicó que la menor comenzó a rechazar la compañía de los hombres de su entorno familiar, incluido él mismo, y mostró temor al quedarse sola o al ir al baño.
La madre de la menor relató cómo sus padres la llamaron inmediatamente después del incidente y le describieron lo ocurrido. Al encontrarse con ellos, observó que tanto sus padres como la niña estaban visiblemente afectados. Según su testimonio, la menor le explicó lo que había sucedido en el baño de la consulta, incluyendo detalles de las agresiones físicas y el abuso sexual. «Mi hija me dijo que el hombre malo la atacó, le tapó la boca, le tiró del pelo y le puso el pipí en la boca», declaró. La madre también señaló que, tras los hechos, la menor desarrolló comportamientos inusuales, como miedo a los hombres, rechazo a los baños públicos y problemas para dormir.
Las forenses que evaluaron a la menor destacaron el fuerte impacto emocional que los hechos tuvieron en ella. Durante la primera consulta, la niña se encontraba «tan alterada» que no fue posible realizar una prueba preconstituida. La menor «llegó incluso a vomitar en medio de la entrevista», evidenciando el estrés que los recuerdos le generaban, dijeron.
Posteriormente, en una segunda entrevista realizada en la sala Gesell, la niña narró los hechos de forma dispersa y desordenada, algo que, según las expertas, es característico en niños de esa edad y reforzaba la credibilidad del testimonio. Las especialistas concluyeron que el relato era «consistente con un evento vivido», en lugar de «algo fabricado o inducido».
En la declaración de la menor, recogida cuando tenía seis años, describió cómo el acusado la llevó al baño, le tapó la boca y «se bajó los pantalones». Narró que le pidió realizar actos sexuales y que después de los hechos le regaló una chapita. Este objeto, según el abuelo, fue arrojado a la calle inmediatamente después de salir de la consulta.
Este juicio quedó visto para sentencia.
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