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Mandados solidarios contra el Covid-19

Mandados solidarios contra el Covid-19

Residentes de San José se organizan para hacer pequeñas compras y adquirir medicinas para los vecinos mayores que no pueden salir de sus casas. Su ejemplo ha desatado una cadena de solidaridad en todo el barrio de la capital grancanaria

Jueves, 1 de enero 1970

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San José es un barrio desperdigado sobre la ladera. Sus calles estrechas, sus escaleras y sus cuestas han constreñido siempre la movilidad de los residentes de mayor edad. Ahora se encuentran con un nuevo obstáculo, el coronavirus, que los confina aún más en sus casas y les cercena cualquier posibilidad de ir a la farmacia a adquirir productos o de realizar una mínima compra. Para romper este cerco de miedo e incomunicación, un grupo de vecinos ha decidido servir de enlace entre su necesidad y las tienditas del barrio. Son los encargados de hacer los mandados solidarios.

Chano Alemán, Milagros González y Gloria Ruano son tres de los vecinos que han decidido dar ese paso, demostrando que la humanidad es capaz de aspirar a la grandeza incluso en los momentos más desesperanzados. «Cuando empezamos a ver que había que cerrar el local social, el campo de fútbol y el club de mayores pensamos: quién se va a encargar de toda esta gente», explica Chano Alemán.

En el entorno de San Juan-San José, el 18% de la población tiene más de 64 años, lo que implica que en sus escarpes viven con mayor o menor dificultad casi 1.300 ancianos. «Hay muchos mayores», resume Gloria Ruano, «si no pueden salir de sus casas, ¿cómo van a pasarlo?».

La respuesta a esta pregunta es la solidaridad. «Creamos un equipo para que ellos pudieran tener un contacto y que cuando nos necesitaran, nos llamaran», explican.

Siete días de experiencia

Fue el jueves pasado cuando esta iniciativa echó a andar y ya tienen un grupo de WhatsApp en el que hay más de doscientos vecinos comunicándose entre sí. «La primera gestión que hicimos fue hablar con las tres farmacias del barrio para hacer los mandados», detalla Chano Alemán, «y así cogemos las recetas y las llevamos a las farmacias».

Y el siguiente paso fue anunciarse en las redes sociales. En el perfil de Facebook de la asociación de vecinos del barrio de San José, en el que tienen más de 4.000 seguidores, Chano y Gloria colgaron sus teléfonos y una nota que reza: «Debido a que la mayor parte de la población de nuestro barrio son vecinos y vecinas con edades avanzadas, hemos preparado un equipo de personas para poder dar servicio, realizar la compra o llevarle un pedido de farmacia. Si nos necesitas solo tienes que avisarnos, todo por nuestros mayores».

Hasta ahora han efectuado ya dos servicios a otras tantas personas mayores. Pero su práctica ha servido de ejemplo y ha permitido forjar una cadena de solidaridad en el barrio. «Esto ha servido ya para concienciar a mucha gente», explica Alemán, «una de las farmacias ha puesto un enlace de nuestro servicio a su página web y los farmacéuticos están también preparando los pedidos para que cualquier otro vecino del receptor de las medicinas se lo alcance si puede».

El mismo espíritu se traslada a los pequeños supermercados de proximidad. «Spar y Unide están haciendo también una buena labor porque no están exigiendo un importe mínimo para llevar el pedido a casa», detalla Chano Alemán, «hablamos con los dos supermercados y se mostraron dispuestos, ahora si alguien necesita solo una caja de leche, no hay problema en que te la lleven».

La ola de solidaridad llega también a los rincones más pequeños, a las tiendas de barrio. Allí han recogido el testigo de Chano, Gloria y Milagros y también ayudan como pueden. Preparan bolsas con productos que los ciudadanos piden y si alguien va a pasar cerca de la casa de una persona mayor se la llevan para que no tenga que desplazarse.

Pero los tres representantes del barrio quieren que los lazos entre los vecinos sean más fuertes aún y recomiendan también que «si sabemos que en la casa de al lado vive sola una persona mayor, no nos cuesta nada darle un plato de comida».

Dicen no estar preocupados por el contagio del Covid-19 pero tratan de mantener unas correctas medidas higiénicas. Por eso, suelen llevar gafas, guantes, mascarillas y desinfectante de manos cuando tienen que hacer una entrega. «Esto es una cadena, si somos capaces de romper el eslabón, no habrá contagios», dicen los representantes vecinales, «seguiremos hasta que pase todo esto».

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