Caso Kárate: el pederasta Torres Baena vuelve a vivir dentro de la prisión
Se hallaba en régimen de tercer grado, disfrutando de semilibertad, pero fue retornado a Salto del Negro por no cumplir con los requisitos básicos de esa situación de semilibertad
El preso Fernando Torres Baena, que fue condenado en marzo de 2013 a 302 años de prisión por haber abusado sexualmente y corrompido a alumnos a los que impartía clases de artes marciales en el marco del conocido como caso kárate, ha vuelto a prisión en segundo grado por acuerdo de la administración de la cárcel de Salto del Negro, debido al presunto incumplimiento de los requisitos básicos que exige ese beneficio.
Dicha conducta -incumplir la medida de prohibición de aproximación y comunicación con víctimas o sus familiares o no volver a la prisión a la hora acordada- constituiría un presunto incumplimiento de los deberes propios del tercer grado. El preso ha recurrido esta medida y el expediente está a la espera de que el fiscal informe al respecto.
El tercer grado penitenciario revocado a Torres Baena es un régimen de semilibertad dentro del sistema penitenciario español. Se aplica a los internos que, tras cumplir parte de su condena y mostrar una evolución positiva, pueden empezar su reinserción social con mayor autonomía. Implica que el preso solo acude al centro penitenciario para dormir (normalmente en un centro abierto o unidad dependiente) y puede trabajar, estudiar o realizar actividades fuera durante el día.
La concesión del tercer grado depende de Instituciones Penitenciarias y se basa en factores como el cumplimiento de parte de la pena, el buen comportamiento, la asunción del delito y la existencia de arraigo, apoyo social o laboral. Representa, por tanto, el paso previo a la libertad condicional, cuando se considera que el riesgo de reincidencia es bajo y que el recluso está preparado para volver progresivamente a la sociedad.
En la actualidad, el interno ha regresado a prisión y permanece en un módulo de semirrespeto del Centro Penitenciario Las Palmas I, en Salto del Negro, a la espera de la resolución de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias sobre su posible progresión nuevamente a tercer grado, resolución que, por el momento, no ha sido resuelta.
El interno acumula 15 años efectivos de cumplimiento de una condena total de 20 años máximos de privación de libertad, y presenta más de 83 recompensas concedidas a lo largo de su trayectoria penitenciaria, lo que pone de manifiesto una evolución positiva y un comportamiento general ajustado a las normas de convivencia.
El líder del mayor caso de pederastia de la historia de este país
El llamado caso Kárate fue el mayor proceso judicial por abusos sexuales a menores en España. Estalló en 2010 en Las Palmas de Gran Canaria y tuvo como principal acusado a Fernando Torres Baena, un conocido maestro de artes marciales, propietario de un gimnasio y líder de un grupo que, bajo la apariencia de una escuela deportiva, escondía una red de abusos sexuales sistemáticos contra alumnos y alumnas.
El grancanario Torres Baena, junto a su pareja, María José González, y otros colaboradores, fue acusado de crear un entorno cerrado en el gimnasio y en varias viviendas donde se cometían las agresiones. Según la sentencia, el entrenador ejercía un dominio psicológico y sexual sobre sus alumnos, aprovechando su autoridad y prestigio como maestro. Promovía una relación de «familia» entre los miembros del grupo, con normas de control, manipulación emocional y una aparente libertad sexual que en realidad servía para someter y explotar a menores de edad.
Durante el juicio, celebrado en la Audiencia Provincial de Las Palmas, más de 40 víctimas testificaron contra él. Relataron abusos cometidos desde finales de los años 80 hasta los 2000, tanto en el gimnasio como en casas donde se organizaban convivencias y fiestas.
En 2013, la Audiencia Provincial condenó a Torres Baena a 302 años de prisión por delitos de abusos sexuales continuados, corrupción de menores, exhibicionismo y asociación ilícita. La sentencia fue ratificada posteriormente por el Tribunal Supremo, que consideró probado que el acusado lideró un grupo «cerrado y jerarquizado» en el que abusó de su posición de maestro para someter sexualmente a niños y adolescentes durante décadas.
Torres Baena ha sido descrito por los tribunales como el «epicentro» de una organización piramidal de abuso y manipulación, sustentada en la obediencia, el adoctrinamiento y el miedo. Su condena marcó un precedente en la justicia española por la magnitud del caso, la cantidad de víctimas y la duración del proceso.