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El Puerto de Las Isletas, y la importancia que tuvo desde el mismo día de la fundación de la ciudad, estuvo muy pronto bien presente en el seno de la sociedad isleña, según resaltan muy diversas primigenias disposiciones legales, como la Real Cédula dada por ... el Emperador Carlos dando «Licencia para que se pueda poblar el puerto de las Isletas», al considerar que este puerto era el principal lugar para servicio y aprovisionamiento de toda la Isla, y entender la importancia de que se diese permiso para que cualquier persona que lo deseara pudiera vivir en aquel lugar y hacer sus casas, ofreciendo servicio a marineros y pasajeros, mantenimiento y provisiones a los buques. Y si Fray José de Sosa en su célebre 'Topografía…' ya hablaba de aquella antigua ermita en los arenales de la Bahía de Las Isletas, que «…es de grande devoción y milagros», hoy podemos asegurar que el fervor por Nuestra Señora de La Luz entroncó muy pronto en las costumbres y tradiciones tanto de aquella ciudad aún joven, como de gran parte de la isla.
A lo dicho se une aquel triunfo octubrino que daría un giro a la historia local y traería la instauración de unas tradiciones y celebraciones, que en la actualidad, y decantadas a lo largo de la historia en el devenir de usos y costumbres locales, son parte ineludible de la identidad de Las Palmas de Gran Canaria.
En las arenas de la bahía isletera, para repeler el ataque de la poderosa escuadra que comandaban los corsarios ingleses Francis Drake y John Hawkins, aquel 6 de octubre de 1595 se congregaron los mejores defensores de los que disponía Gran Canaria. La Artillería, desde el Castillo de La Luz y desde las piezas de campaña que ubicó en distintos puntos de las playas, tuvo entonces un papel fundamental. Drake y sus marineros no pudieron casi ni poner pie entierra; sufrieron numerosísimas bajas y tuvieron una sonada derrota que trascendió por toda Europa y la América entonces conocida. El gran Lope de Vega resume bien este ataque a Gran Canaria en una octava de intensa expresión: «Eran arcabuceros y piqueros / y jinetes de costavalerosos. / Cuarenta ingleses matan los primeros, / retirando los otros temerosos. /Conocidos del Draque sus aceros, / y los pasos del puerto peligrosos, / volvió la espalda ehízose a la vela, / que allí no le valió fuerza o cautela».
Por su parte el primero de los grandes poetas isleños, Bartolomé Cairasco de Figueroa, en su 'Canto Heroico. A la victoria que ganó Canaria a la poderosa Armada de Francisco Drake, a 6 de octubre de 1595', resaltaba el poder de la artillería insular con unos sonoros versos: «La pólvora flamígera / de ambos castillos bélicos (se refiere a la Fortaleza de Las Isletas y al trianero Castillo de Santa Ana) / con tal furorimpelen globos cálidos, que la nación armígera, los soldados satíricos / volvieron de temor los rostros pálidos. Huyeron luego inválidos / de las fuerzas magnánimas / de los canarios mílites,/ de cuyos propios límites / bajaron blasfemando muchas ánimas / a las aguas sulfúreas, /dejando en las del mar manchas purpúreas».
'Castrum Lucis', proclama el propio pendón de la fortaleza de Las Isletas que, casi desde los primeros días de la capital grancanaria y a través de varias ampliaciones y remodelaciones que le terminaron por dar el aspecto con que ha llegado a la actualidad, sirvió como un temprano ineludible baluarte defensivo ante los reiterados ataques navales, tanto de poderosas armadas de países enemigos, como de corsarios y piratas de muy diferente procedencia, especialmente a lo largo de los siglos XVI y XVII, cuando artillería y artilleros se debieron emplearse a fondo desde esta fortaleza enclavada en el mismo corazón de la bahía de Las Isletas.
Cuando este año, en el acto solemne a celebrar la tarde del sábado 12 de octubre en homenaje a los artilleros que defendieron la isla, se traspase el título de Alcaide del castillo de La Luz' a un nuevo coronel jefe del Regimiento de Artillería Antiaérea Nº 94, asentado en La Isleta y heredero de aquellos históricos artilleros, D. Alfredo Hurtado Gutiérrez, es el momento oportuno de rememorar cómo el mando del castillo estaba encomendado a un alcaide, que disponía de seis artilleros y un grueso de tropa que variaba según la época y las necesidades del servicio.
Una Real Cédula de 1545 dispuso entonces que se entregara el castillo de La Luz al Concejo y que aquella corporación municipal nombrara a su alcaide, que debía ser una «…persona que sea hábil é suficiente y en quién concurran las cualidades necesarias…». Entre los muchos alcaides se puede recordar a Hernando de Espino (1556), a Constantín Cairasco de Figueroa (1595), al Alférez Alonso de Cárdenes (1603), al Capitán Antonio Lorenzo (1621), al historiador y alférez Pedro Agustín del Castillo (1697), al capitán Esteban de Cabrejas Sopranis (1720), al capitán Fernando del Castillo Ruiz de Vergara (1733), o al capitán y afamado cronista Isidoro Romero Ceballos (1787).
Aquel memorable 6 de octubre de 1595, mientras desde la montaña del vigía se alertaba a la población y los defensores del castillo de La Luz se aprestaban a su defensa, en las playas cercanas se congregaban los mejores defensores de los que disponía la Gran Canaria, entre ellos el capitán Gobernador Alonso de Alvarado, los regidores Hernando Lezcano Muxica y Juan Ruiz de Alarcón, el obispo Fernando Suárez de Figueroa, junto con canónigos y clérigos, el representante de la Santa Hermandad y célebre literato Gonzalo Argote de Molina, el primer gran poeta de Canarias Bartolomé Cairasco de Figueroa, o el célebre ingeniero militar Próspero Cassola.
Aquella victoria se conoció en adelante en Gran Canaria como 'La Naval' y se dio gracias a Nuestra Señora por la protección ofrecida desde su ermita, ubicada casi en el mismo epicentro del fragor de aquella lucha, decidiéndose que anualmente se conmemoraría esta gesta y se daría gracias por la gran victoria obtenida a la Virgen de La Luz.
En este siglo XXI, 429 años después, con el anual y solemne homenaje alos artilleros y a quienes hicieron posible aquella victoria, junto con las señeras Fiestas de la Naval en honor de Nuestra Señora de La Luz en su conjunto, se contribuye a dar solemne cumplimiento aquel compromiso histórico que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y su Puerto contrajeron entonces y han mantenido a través de los siglos. Y en este2024 es relevante y sugerente que esta conmemoración, de lo que fue y lo que supuso aquella 'Naval' grancanaria, tenga lugar el 12 de octubre, en el Día Nacional de España.
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