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«La gente se siente engañada», asegura Margarita Quintana al recordar su intervención en un pleno del Ayuntamiento, «hace seis o siete años», para pedir que se pintaran las fachadas del barrio de San Francisco. «Me dijeron que se iba a hacer, que estaba aprobado en el presupuesto. Lo que no me dijeron es en qué siglo se haría», expone con sorna quien lleva «54 años» residiendo en un barrio que tiene muchas carencias, «pero lo primordial son las fachadas».
«Un albeo aunque sea», reclama Rita Suárez, también vecina y colaboradora de la asociación Cofiris, que representa a quienes viven en San Francisco y San Nicolás. Señala que «las 600 viviendas» que aproximadamente existen en el barrio «tienen más de 50 años» y poco se ha hecho por su mantenimiento. «Da sensación de tristeza», dice sobre el estado de los edificios que discurren a lo largo de la calle Gobernador María Acuña.
«Que le den por lo menos una mano de pintura», solicita Pino de la Guardia en medio del paseo con su perro por el barrio en el que lleva «30 años» viviendo.
«Este es el barrio mas antiguo de la ciudad y nosotros pagamos nuestros impuestos», comenta Amparo Alemán tras salir de la casa en la que reside desde hace ocho años para realizar unas compras en una cercana tienda de comestibles. «Este es un barrio abandonado», señala.
Israel Medina, presidente de Cofiris, también se queja de la falta de atención que recibe «un barrio histórico de la ciudad». Critica que haya proyectos para rehabilitar otros núcleos como «Lomo Apolinario o La Paterna» y que San Francisco siga a la espera de una intervención que mejore, entre otras cosas, las fachadas de unos edificios que «también son del Patronato».
«Parece que aquí hay barrios de primera y de segunda», apunta quien asegura que se ha cansado de la falta de respuesta de un gobierno municipal «que lleva siete años y no ha hecho nada por el barrio». «Han venido el alcalde, Inmaculada Medina y Javier Doreste, pero no se ha hecho nada», denuncia.
El portavoz de Cofiris insiste en que «esto es más urgente» por el deterioro que presentan estos inmuebles. De ahí que exija que «se priorice» su mejora porque «esto se viene abajo».
Rita Suárez recuerda que en el barrio «hay muchas comunidades en precario» pues la situación económica de algunos vecinos no les permite hacer frente al pago de las cuotas. Por eso entiende que sin ayuda del Ayuntamiento es imposible acometer el arreglo de los frontis, algo que repercute en la imagen del barrio. «A mayor abandono, más desidia», manifiesta.
Soraya también reconoce que le avergüenza el estado que presenta el barrio en el que vive hace tres décadas. «Cuando vienen los turistas, agacho la cabeza», dice en referencia a la visitas que hacen algunos viajeros que recorren la ciudad en las rutas que ofertan los tuk-tuk, unos triciclos motorizados que van por diferentes zonas de la urbe.
«Siempre hemos luchado mucho, pero se nos ha escuchado poco», así resume Margarita Quintana la escasa respuesta que han recibido los residentes de San Francisco a sus necesidades. Recuerda que «en una visita de Javier Doreste, nos dijo que incluso estaban pensando en ponernos ascensor en los edificios. Pero nosotros no pedimos ascensores, sino que se embellezca un pizco el frontis aunque sea con pintura blanca».
Israel Medina añade que el abandono que denuncian los vecinos también se refleja en la falta de limpieza, de asfaltado, la basura que dejan personas que llegan de otras zonas a dejar restos de obras y enseres o las filtraciones de aguas fecales que se producen en una ladera ajardinada ubicada a la salida del barrio, que señala carece de cuidados y que «están afectado a las casas» no solo con humedades, sino con presencia de insectos y ratas. «Esto lo plantó el Ayuntamiento», recuerda.
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