La Fiscalía pide la prisión permanente revisable por el asesinato de Nono
Tribunales ·
Según la acusación, una pareja secuestró en 2021 a la víctima que tenía una discapacidad, le quisieron robar, ataron y pegaron en Zárate hasta su muerteUn jurado popular será el responsable de valorar si la pareja formada por J.F.B.S. e Y.R.S. fueron los autores del asesinato de Antonio Ojeda García, conocido por sus allegados como Nono. Los hechos que describe la Fiscalía Provincial de Las Palmas en su escrito de acusación son atroces. Tal es la magnitud, que ha interesado la imposición de una pena de prisión permanente revisable y seis años de cárcel para él y otra de 24 años de prisión para su novia. Todo ello por –presuntamente– secuestrar a esta persona con discapacidad psíquica que vivía en Pedro Hidalgo, encerrarlo en una vivienda de Zárate, amordazarlo y someterlo durante días, robarle su dinero y pegarle hasta que acabaron con su vida el 22 de septiembre de 2021.
Esta pesadilla arrancó, según la fiscal Cristina Coterón, el 14 o 15 de septiembre de 2021. La pareja de acusados decidieron ir al barrio de Pedro Hidalgo, donde sabían que vivía solo Juan Antonio Ojeda García, alias Nono. A sus 59 años, tenía reconocido desde 1995 un grado de discapacidad psíquica del 66%, además de una dificultad para caminar debido a un problema en las piernas.
La intención de los encausados –de 40 y 41 años, respectivamente– para la Fiscalía era «retenerlo contra su voluntad» ya que sabían que recibía una pensión de incapacidad y otra por orfandad el día 25 de cada mes en su cuenta bancaria del BBVA.
Por ello, idearon la forma de llevárselo hasta su casa de Zárate «hasta que llegase ese día» y conducirlo al banco «para que sacase íntegro el importe recibido y quedarse con el dinero». El total de las dos pagas que Nono cobraba ascendía a 1.100 euros.
El acusado aumentó el sufrimiento de Nono a base de golpes mientras él pedía clemencia:«Ayúdame, dile que no me pegue», suplicó
J.F.B.S. e Y.R.S. se dirigieron en un vehículo conducido por el primero al barrio de Nono hasta que dieron con él. De inmediato, «lo metieron por la fuerza en el interior del vehículo» y se lo llevaron a la vivienda que ambos compartían en la calle Francisco Inglott Artiles, de Zárate.
Esta casa, detalla la fiscal, «se encontraba en un estado deplorable» con «gran suciedad y desorden y sin agua corriente».
Mientras los acusados ocupaban la habitación principal, la única que se mantenía en condiciones decentes, habían metido a Nono en otra pequeña «sin puerta, con un somier y un colchón como único mobiliario».
Mientras el varón custodiaba a Nono, la mujer salía a diario «para trabajar y atender puntualmente a sus hijas, que se encontraban en otro domicilio».
Se hicieron con la cartilla
El 16 de septiembre, Mono reconoció a sus captores que la cartilla de su cuenta se la había dado «días antes a un taxista de su confianza», todo ello para evitar que otras personas «se la quitasen y se quedasen con su dinero, como había sucedido en el pasado». Un hecho que da cuenta de la crítica situación que vivía la víctima.
Al conocer el dato, los acusados llevaron a Nono hasta la casa del taxista. J.F.B.S. se bajó del coche con la víctima y le tocaron en la puerta. Al salir, el acusado «le pidió la cartilla» de Nono y el chófer se la entregó. Minutos después, los encausados llevaron a Nono hasta la oficina del BBVA situada en la calle La Pelota –Vegueta– y comprobaron que el número PIN que les habían dicho «les permitiría operar con la cartilla cuando llegara el dinero de la pensión».
Durante el tiempo que duró el cautiverio, Nono permaneció siempre «atado con cuerdas por las muñecas y por los tobillos», quedando sujeto «al somier cuando ambos acusados abandonaban la vivienda». En ocasiones, lo liberaban para obligarlo a «limpiar los excrementos del perro» que había en el patio de la casa.
Tal era la sumisión de Nono, que la fiscal detalla que el 19 de septiembre se encontraba «atado, en el suelo y con su ropa completamente orinada». De esta forma y a iniciativa de la acusada, lo llevaron hasta su domicilio de Pedro Hidalgo para que cogiera «unas prendas de ropa y volver al vehículo, como así hizo dócilmente» Nono. Luego, retornaron los tres a la vivienda donde se consumaron los trágicos hechos.
Lo arrastraron moribundo hasta otra habitación de la vivienda y lo dejaron tirado en el suelo «semidesnudo y agonizando» hasta que murió
La acusación entiende que Nono nunca se enfrentó a sus presuntos asesinos pese «a la situación de sometimiento en que se encontraba, a la enfermedad que padecía y al terror que le producía el acusado». A pesar de ello, J.F.B.S. aumentó su «sufrimiento físico y psíquico» dándole con frecuencia «fuertes golpes, en la cara y en el cuerpo», en ocasiones en presencia de su mujer y, en todo caso, «con su conocimiento» y consentimiento.
«No hizo nada para evitarlo», insiste la fiscal sobre la acusada, que hizo «caso omiso» a las súplicas de la víctima cuando le decía: «Ayúdame» y «dile que no me pegue».
El 22 de septiembre y en la habitación en la que Nono «estaba retenido y atado», el acusado «cogió con ambas manos» su cabeza y la «impulsó con una fuerza brutal hacia atrás», impactando en la pared. La víctima cayó «a plomo sobre el suelo debido a la fuerza del impacto», pero J.F.B.S. siguió propinándole «repetidamente patadas en la cara y en el resto del cuerpo».
Luego lo arrastró hasta otra habitación de la vivienda hasta que murió. Los acusados, pese a ser conscientes de la gravedad de las lesiones, «tomaron la decisión de dejarlo tirado en el suelo», «semidesnudo y agonizando».
Alegaron que lo acogieron
Al día siguiente, J.F.B.S. e Y.R.S. «debatieron cómo actuar para ocultar los hechos». De tal manera que el autor de los golpes «barajó la opción de llevar el cuerpo» en su coche hasta el norte de la isla para luego tirarlo al mar, en tanto que la mujer pensó «que debían llamar al 112». Diría entonces que su pareja «había acogido» a Nono en la casa «unos días antes y que este lo había encontrado muerto al volver» esa tarde. Finalmente, a las 22.51 horas llamaron al 112 dando esa segunda versión, que ratificaron ante los agentes y sanitarios que acudieron al domicilio.
Tras una intensa investigación, ambos fueron detenidos y, de hecho, J.F.B.S. sigue en prisión provisional por esta causa desde el 22 de febrero de 2022 ya que tenía antecedentes penales. Por su parte, su pareja quedó en libertad con cargos.
En este procedimiento, que aún está pendiente de señalamiento, la fiscal pide que el acusado sea condenado a seis años de cárcel por detención ilegal y prisión permanente revisable por asesinato con alevosía a persona especialmente vulnerable por su discapacidad. Mientras, la acusada se juega seis años por el primero de los delitos y 18 por homicidio en comisión por omisión.
Ambos deberán indemnizar a dos hermanos de la víctima en la cantidad de 50.000 euros a cada uno.