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Pocos barrios en Las Palmas de Gran Canaria pueden presumir de tener un sistema radicular tan arraigado con su historia y sus tradiciones como Tamaraceite. Su carácter hortelano y ganadero todavía está vivo y late en tradiciones como la bendición de los animales, que este domingo convocó a centenares de personas y mascotas en la plaza de Ceferino Hernández.
La tradición marca que este acto se celebre normalmente el 17 de enero en honor de San Antonio Abad (patrón de las fiestas de Tamaraceite), pero en este barrio de Las Palmas de Gran Canaria se suele retrasar hasta el último día de sus celebraciones.
La bendición de los animales es uno de los momentos más esperados de estas fiestas. «Lo normal es que traigan peros, gatos, periquitos o tortugas, aunque el año pasado un vecino vino con una cabra» explica el párroco de San Antonio Abad, Víctor Domínguez González. En todo caso, durante la romería que se celebró el 18 de enero pasado. «Ha habido años que incluso han llevado una serpiente», apuntó Esteban Santana, un vecino de Tamaraceite que es memoria del barrio y cronista de sus calles.
A San Antonio Abad siempre se le representa en compañía de animales. De hecho, se le invoca tanto en favor de los hombres como de los animales. La tradición de la bendición proviene de una costumbre antigua que consistía en alimentar un cochino para los pobres y distribuirlo el día del santo. También se dice que los pastores y los ganaderos solían llevar sus animales al santo para que les evitara enfermedades.
En Tamaraceite se tiene recuerdo de la bendición de los animales al menos desde los años 20 del siglo pasado. Por entonces, la cadencia del hisopo se dejaba notar en la zona de La Mayordomía.
Allí se repitió este uso hasta que en los años 70 se trasladó al Lomo de La Cruz, en La Montañeta. La mudanza se produjo porque la nueva asociación de vecinos quiso revitalizar esta parte del barrio. El que fuera representante vecinal de entonces, José Bravo de Laguna, «vivía allí, en lo que era una de las partes más abandonadas del barrio, y decidió que podía celebrarse el acto allí para darle más vida a esta zona», explica Santana.
La celebración arraigó en ese lugar y allí se siguió celebrando hasta que en 2023 el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria prohibió su celebración en ese punto porque esa una zona de cuevas bajo la montaña y existía el riesgo de hundimiento y desplome del suelo.
Por eso, desde hace dos años, se eligió la plaza de Ceferino Hernández como lugar para festejar la bendición de los animales. El lugar está junto a la parroquia de San Antonio Abad, que fue fundada en el año 1937.
«También bendecimos los bizcochos lustrados de Margarita Villegas», explica el párroco, «luego los repartimos» entre los asistentes. Se trata ésta de una tradición más reciente, que se viene repitiendo desde hace dos décadas aproximadamente.
Margarita Villegas era una vecina de la zona que tenía una tienda de repostería en la carretera general de Tamaraceite. Santanderina de nacimiento, emigró de niña a Argentina, donde conocería al que años después sería su marido, José Santana Afonso, un vecino de Tamaraceite con el que se instala finalmente en el barrio.
Los coches de hora paraban en su puerta para comprar sus renombrados bizcochos lustrados, como ha dejado escrito el historiador Juan Francisco Santana. Uno de sus más devotos clientes era Benito Pérez Galdós, quien los recibía en Madrid.
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